
Ayer, los clown-doctores que recorren con su color las salas de los hospitales de Niños y Rossi en La Plata marcharon por las calles de la ciudad "en contra de nadie y a favor de todos", para celebrar la vida.
Desmitificando que los guardapolvos blancos sean los únicos capaces de proveer la cura a las enfermedades que aquejan a una persona, clowns inundados de colores en sus trajes, con narices rebozantes y sonrisas que pretenden ser más contagiosas que cualquier epidemia se pasean semana tras semana por las salas del Hospital de Niños y del Rossi en La Plata. Todo, en búsqueda de aquella complicidad en los pacientes, ganas de juego y predisposición que le sepa abrir la puerta a la terapia más natural y efectiva que el mundo conoce: la alegría.
Ayer, los más de veinticinco mitad payasos mitad médicos oriundos de la ciudad de las diagonales cuyas edades oscilan entre los 20 y 40 años de edad, y son profesionales de la Arquitectura, Psicología y Medicina, salieron a marchar por las calles. Desde parque Saavedra, a partir de las 17 y hasta casi las 20, hasta llegar a plaza Moreno, se manifestaron “en contra de nadie y a favor de todos”, para dar a conocer la actividad que realizaron durante el año en los hospitales platenses y desparramar, en cuanto rincón se pueda, que la alegría es un derecho y hasta puede llegar a convertirse en una filosofía de vida determinante para el estado de salud.
La ONG Payamédicos funciona en Argentina desde hace seis años. El afán de curar a pacientes de hospital con enfermedades terminales que salió desde el corazón del rebelde estudiante de Medicina de Virginia en los años ‘70, cuya figura adquirió popularidad a través de la película Patch Adams, desembarcó en el país de la mano del médico psiquiatra José Pelucchi y la psicóloga Andrea Romero. Lo que comenzó como una iniciativa en plena Capital Federal pronto cosechó tantos adeptos que llegó, en 2006, a tierra platense. Y luego se extendió a otras latitudes del mapa argentino.
Entre los objetivos primordiales que se plantean los Payamédicos, figuran contribuir a la salud emocional del paciente hospitalizado, desdramatizar el medio hospitalario, ofrecer momentos de distracción recuperando los aspectos sanos de la persona que está hospitalizada, lograr mayor participación de los familiares y del equipo médico, mejorar la relación médico-paciente y, como efecto catártico, facilitar el proceso de elaboración de la situación traumática de la hospitalización. ¿Cómo consigue lograrlo? Por medio de un período previo de formación a las salidas al hospital, especializándose en áreas estrechamente relacionadas: artística, psicológica y médico científica.
Mejorarse
Aldana Asorey es una de las “payas” que receta infinitas dosis de alegría semanales a los adultos internados en las salas de Clínica General y Cardiología del hospital Rossi. “Son casi todos pacientes ambulatorios, que están en el hospital a lo sumo cuatro semanas internados”, contó en diálogo con Hoy. En ese lapso de tiempo compartido, los payamédicos realizan un seguimiento de cada paciente según su respuesta a la propuesta de juego y risa. ¿Qué cambios son los que notan a partir de su intervención, sin agujas ni quirófanos de por medio? “Mejor predisposición ante su situación de internados, curas más rápidas, mejor comunicabilidad por parte de los pacientes” son algunas de las diferencias que a Aldana se le ocurre enumerar, de todos sus beneficios.
Un buen ejemplo de ello, apuntó esta payamédica, se dio en una mujer que se encontraron en el Rossi, que llevaba ocho años de internación ininterrumpida. “A partir de que empezamos a visitarla y a jugar con ella, empezó a salir de su habitación y a hacer del hospital un poco más su casa. Incluso, nos esperaba cada jueves, porque éramos sus únicas visitas. Empezó a producir objetos en cerámica y manualidades con nosotros, para adornar y habitar más su cuarto”, relató Aldana.
¿En qué notan diferencias entre el trabajo que realizan con niños y con adultos? “Si bien en ambos casos cuando se prestan al juego la imaginación y la entrega es increíble, a los grandes les cuesta mucho más entrar en confianza con nosotros, te evalúan mucho más”, indicó Aldana.
“Incluso, con los grandes aparecen cuestiones más complejas como juegos de doble sentido o temáticas alrededor de la sexualidad, que hacen el trabajo un poco más complicado”, explicó.
En el ámbito del hospital, la relación con los médicos, los enfermeros y el personal suele ser, también, otro punto que cuesta mucho trabajo. “En general nos tratan bien y se encariñan con lo que hacemos con los pacientes a medida que ven la evolución; pero también están los que aún les molesta nuestra presencia”, apuntó Aldana. En los últimos años la comunidad médica avanzó en la convivencia con su tarea con mucha más soltura, a fuerza de aceptar el hecho de que Payamédicos entiende la medicina desde una concepción radicalmente opuesta al saber extendido y occidentalizado. Es que nadie puede señalar contraindicaciones a Payamédicos: la ONG que demuestra, con su trabajo, que hay que seguir sonriendo, que al fin y al cabo todavía es gratis. Y más ventajoso aún: sana.
Fuente: Hoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario