Expresión artística / Un programa que llega a 225 colegios primarios
Una escuela para chicos ciegos desarrolla las destrezas para la actuación en clases y talleres
Laura Casanovas
LA NACION
En un momento, todos fueron árboles. "El árbol que no hable recibirá un chupetín", dijo Michele, que era "un árbol chupetinero", según su propia definición. Acto seguido, Michel empezó a entregarles los dulces imaginarios a los demás árboles que extendían sus ramas para tomarlos.
La escena es una de las tantas que los alumnos de la Escuela Especial Pública N° 33, para niños ciegos, en Senillosa 650 (Caballito), ensayan desde que la directora consiguió que se implemente allí también el programa de teatro en las escuelas que lleva adelante el Ministerio de Educación porteño.
"Cuando diga tres, el viento comenzará a recorrer el bosque", dijo la profesora Noelia Meza al grupo de alumnos de 7 a 11 años que, inmediatamente, se quedaron parados, quietos, en silencio y con los brazos (las ramas) extendidos hacia lo alto. A la cuenta de tres, los chicos comenzaron a soplar y a moverse hasta que terminaron todos en el piso (por efecto del viento). Desde esa posición comenzaron a silbar como pajaritos y, acto seguido, cada uno comenzó a buscar un nido.
El Programa Teatro en las Escuelas se creó en 1991 y se desarrolla en las 255 escuelas primarias de doble turno de la ciudad, principalmente entre cuarto y sexto grado, como parte de los contenidos curriculares. Los docentes trabajan un cuatrimestre al año en cada escuela.
El programa incluye talleres de teatro en jardines de infantes; en las escuelas hospitalarias Nº 2 (hospital Garrahan) y Nº 3 (Pedro de Elizalde, ex Casa Cuna); en un centro educativo para la atención de alumnos con trastornos emocionales severos, y, desde mayo último, en la Escuela de Ciegos Nº 33 Santa Cecilia.
"Cuando estudiás para profesor de teatro hay ausencia de contenidos para trabajar en una experiencia como la que realizamos con los chicos de la escuela N° 33. Entre las cosas con las que nos encontramos es que los alumnos se contactan con un nivel de percepción muy superior a otros chicos de su edad de una escuela común", contó a LA NACION Julio Cortés, coordinador del programa Teatro en las Escuelas.
La profesora Noelia Meza comentó que nunca había trabajado con chicos ciegos y que se encontró con una potencialidad que ni imaginaba: mucha orientación espacial, habilidad comunicativa y, algo fundamental, mucho entusiasmo y ganas de expresarse con alegría.
La directora de la escuela, María Cecilia Fernandes, contó que ella sabía que no iba a haber ninguna dificultad para implementar el programa en su escuela y que por eso lo había pedido con tanta insistencia. "El teatro es muy importante para los chicos por la organización del espacio, la desinhibición, el poder imaginar y desarrollar la autoestima", expresó a LA NACION.
Cada grupo de alumnos de la escuela N° 33, donde concurren chicos de hasta 14 años, tiene clases de teatro una vez por semana durante una hora y media.
Fernandes estimó que, si bien solían preparar actuaciones en la escuela, desde que lo hacen con los profesores de teatro los alumnos son "más espontáneos". Y señaló que los padres contaron que a los chicos "les encanta" tener las clases de teatro porque les permite "abrirse y mejorar su esquema corporal y espacial".
Entre las cosas que los alumnos realizan con una destreza sorprendente está la narración oral. En un momento de la clase de teatro, el pequeño Ariel dijo que quería contar un cuento. "Era el cumpleaños de la brujita Eulogia y todos le cantaron el feliz cumpleaños", relató, y al instante sus compañeros de clase comenzaron a cantar la canción.
Ariel prosiguió: "Después la brujita Eulogia apagó las velitas". Y todos los compañeros de Ariel empezaron a soplar. "Después pusieron una música linda", dijo, y el salón se colmó de melodías que los chicos comenzaron a improvisar.
Y así siguieron actuando y desplegando todo su universo creativo, que, nadie dudaría, es maravillosamente infinito.
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