Con su sello característico, encabeza una comedia musical ideal para compartir en familia
Por Juan Garff
El Reino de Rada en 3D. Guión y dirección: Hugo Varela. Letras: Horacio Buscaglia y Rubén Rada. Música: Rubén Rada. Intérpretes: Rubén Rada, Lucila Rada, Virginia Rodríguez, Irene Goldzer, Pinocho Routin, Gerardo Bergerez; Andrés Amicho, teclados; Gustavo Etchenique, batería; Federico Righi, bajo; Federico Navarro, guitarra; Fernando Lobo Nunes, percusión; José Luis Palazzo, percusión, y Ana Prada, Camila Sapin y Rocío Palazzo, voces. En La Trastienda Club, Balcarce 460. Los sábados y domingos, a las 16.30. Desde 40 pesos.
Nuestra opinión: muy buena
El rey Rada, en su trono tras las tumbadoras, reina sobre este azaroso final de vacaciones con la magnanimidad de los grandes monarcas. Desparrama música, busca complicidades y requiere clima de fiesta en todas las dimensiones. El avieso plan del tieso conde de Roquefort, de reducirlo a una mera copia bidimensional, sin volumen, para venderla al mejor postor, no pudo sino fracasar frente a la arrolladora presencia de la música sostenida por los tambores reales y los cuerpos en movimiento de los pequeños súbditos en la platea.
El show para chicos de Rubén Rada se monta sobre una trama apenas esbozada de cuento infantil, en la que no importa si la hija del monarca descubre el plan del malvado de la forma más inverosímil, ni mucho menos si el rey combina la corona con los championes, las zapatillas uruguayas. Es más, forma parte característica de este reino un tanto bizarro, desenfadado y muy poco autoritario, en el que padres e hijos entonan con igual entusiasmo los temas, como "Al chancho le gusta la gallina" o "Muriendo de Plena".
Parece incluso que son los grandes, en buena medida evidentemente seguidores del "Negro" Rada, quienes disfrutan especialmente de poder compartir con sus hijos los ritmos que los movilizan. Y entre los chicos, se sienten particularmente convocados los que transitan esa edad de los 7-9 años en que asoman las respuestas ligeramente transgresoras como una forma más de jugar. Así, cuando el rey Rada lanza una encuesta popular para conocer qué les "revienta", caen alegremente en la volteada maestros, padres y hermanitos molestos.
Sobre el escenario, tras los personajes de la corte se encuentra la sólida banda musical de Rada, que lo acompaña en su tránsito del candombe al chachachá, pasando por el rock. Las doncellas del castillo hacen las voces de los coros, los músicos tocan sus acordes y hacen sonar la fuerte base de percusión enfundados en jubón, boina... y zapatillas. El mérito inmenso del músico uruguayo es que cruza del público adulto al de los niños sin traicionarse como intérprete, aun aportando los ingredientes necesarios para que los chicos se sientan directamente interpelados y no meros testigos de un recital de sus padres.
Se concibe, de este modo, a través de las generaciones un clima de alegría compartida, muy democrática, en el que nadie es convidado de piedra. Rada puede cantar "Aparte de ti" o "Dame un beso, amor", puede comentar sobre la escuela tanto como sobre el Indec, todos los súbditos de su reino se sienten los reyes de la fiesta.
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