miércoles, 5 de agosto de 2009

“En teatro, si mentís, se nota; hay que decir la verdad, y la verdad es frágil”

Luis Luque, actor

Hace Frankie y Johnny con Florencia Peña. Y cuenta por qué se ve otra vez como actor.

Por Jorge Belaunzarán

Trabaja con Florencia Peña en la obra "Frankie & Johnny en el Claro de Luna", de Terrence McNally. Lo dirige Leonor Manso. Y está contento.
Sube a escena de miércoles a sábado a las 21 y los domingos a las 18 en el porteño teatro Picadilly (Corrientes 1524) y está contento. Un tipo feliz, Luis Luque. Feliz porque hace lo que quiere. Como él mismo lo dice.

–¿Qué lo hace pasar bien en Frankie & Johnny?

–Cuando uno hace un laburo mete el cuerpo. Después hay una instancia dónde se te para alguien enfrente y te dice qué es esto que estás haciendo. Ahí empieza a subirte todo lo que estás haciendo a la cabeza. Mucho no lo entendés, pero hace que funcione con coherencia. Primero porque es una historia de amor. Y me parece que en este momento la historia de amor es lo más loco que hay. Y no hay ningún tipo de maquinaria ni guita arriba como para lograr algún efecto en el espectador. Lo que logramos nosotros dos es lo que es el espectáculo. Laburar con Leonor Manso me hizo recordar por qué elegí ser actor. El día del estreno le agradecí porque tal vez ahora me convierta en actor. Yo dirijo, toco, escribo, me gusta hacer cosas, y en este espectáculo siento lo poderoso que es actuar para contar un cuento. Hace mucho que no lo sentía. Eso es Leonor, que tiene una mística con el trabajo de la época de mis maestros. Ahora es cualquier cosa: lo hacés y es una porquería, no se puede creer, está como la línea de flotación baja. Y esto me encantó. Después, encontrarme con Florencia, fue un mundo, un capítulo aparte, porque era fundamental. Si no conectás con el otro, esta obra no existe. Es una obra chiquitita, cotidiana, donde me encuentro con vos, vos y tu chica, o yo y mi chica. Y eso pasa muy profundamente: es lo que te hace reír, te hace llorar, te hace pasar por todo, pero a los que les pasa es a ellos dos. Es un desafío tremendo. Y armamos un mundo nuestro. Todo bajo el trabajo de Leonor, que nos dejó jugar, porque Flor y yo somos muy inquietos, como niños, hincha pelotas. Ella fue dejándonos espacios, y se armó una relación de mucho conocimiento y mucha confianza que después nos fue llevando al trabajo, y es lo que se ve en el espectáculo. Entonces lo que me dio es que estoy una hora veinte buscando una chica que amo y logro tenerla. Y después hay una realidad también que es la del afuera, buenísima. La gente se emociona, se ríe, y hay situaciones muy tremendas que estamos viviendo allá arriba. Y uno reflexiona sobre eso, sobre el absurdo cotidiano, sobre lo pequeño. Es genial, estoy muy orgulloso de la obra.

–Una de las cosas que se comenta es el trabajo de Peña, a quien, tal vez por ignorancia o prejuicio, no se tenía mucho en un papel así.

–Yo la conozco de hace muchos años, y es una laburante. Es una pendeja que se produce y se banca sus cosas desde que tiene dieciséis años, diecisiete, tiene toda una vida que la gente no conoce. Y cuándo arrancamos, una cosa que sabía es que si salía todo bien iban a hablar de la sorpresa de ella. Y yo me la iba a tener que comer. Fue lo que sucedió, y está bien. Lo que me parece alucinante es que la gente del medio crea que uno es el personaje que ve en la televisión. Estamos acostumbrados a una triste cuota de encasillamiento. Pero lo interesante es que lo logramos. Me parece que tanto hincapié en la sorpresa de una actriz como ella que viene caminado hace muchos años, habla un poco de la cosa analfabeta que tiene alguna gente con respecto a nuestro camino. Es verdad que hay gente que hace un programa y se convierte en dios, y después no podes hacer medio programa más. Pero en este caso tenemos una mina con una historia grande. Y a veces nos angustiamos lindo.

–¿Por qué?

–Porque salimos de del territorio conocido, eso fue lo que hizo Leonor. Te saca de la primera lectura. Pero después el que produce te empieza a contener y te va llevando a otras lecturas. Esto provoca tener cinco lecturas más. Después vas entrando en zonas dónde no existe más lo fácil, todo empieza a ser una cosa de vida o muerte, a ser un hecho real. Si no nos pasa lo que tiene que pasar en el escenario, no existe. Y da miedo, no hay red. Podés usar un montón de yeites con tu pluma y yo un montón de yeites con mi cuerpo, pero cuando empezás a dejar los yeites de lado empieza a aparecer la verdad como única necesidad absoluta de contar un material como éste. Ese es el hecho teatral, y lo que debería pasar siempre. Pero no pasa. Por eso te digo que a mí me llevó a ese momento que elegí ser actor.

–¿Y de qué o de quién podría tener miedo?

– El amor, la soledad, la muerte. Hay una alta exposición, y eso da una inseguridad muy grande. No podés mentir nada; cuando mentís, se nota. Esto es la verdad, y toda verdad es frágil. Pensá en el mundo que vivimos. ¿Con quién hablás de verdad? Digo de verdad, ¿eh? No que esté especulando para oírte. Es una cuestión de cuidado, porque éste es un momento donde la exposición de la soledad es protagonista. No creo que haya que dejar las cosas y callarse, no creo que tengamos cerrar el culo. Yo soy callejero y me parece que el código callejero importa. El verdadero, no el que está hablando ahora, que es horrible, el del paco. Hablo de la calle posta. No es todo lo mismo, no toda la gente es igual. Hay cosas que no me gustan nada. A los medios le chupan un huevo esas cosas, quieren saber a quién apoyaste, a quién no apoyás. Y quiero ganar todo, pero también me tengo que bancar las que pierdo. Mañana existe. Si no, es ser uno o nadie. ¡Dios mío!, ¿qué es ser segundo? Es tan subjetivo de qué se trata ser primero. Yo quiero que mi hijo sepa que es así.

–¿Cómo separa la paja del trigo.

–Diciendo lo que pienso, reflexionando, viendo; leo todo, escucho todo, no me encierro. No entendamos mal: escucho a todas las tribus. Lo importante es conectar con todo lo que se pueda. Los demás no están pensando en vos, está pensando en ellos. Estamos en un abismo extraño, estamos al borde del abismo. Nuestra generación tuvo que ver mucho con los grupos y los movimientos, y con la ideología de esos grupos. Es mucho de lo que tiene que ver la obra cuando decimos que es una banda y la banda se cuida. En las sociedades individuales yo me muero, soy un desastre. Y no quiero ser el personaje que ellos quieren. Porque no me caliento más. Y ellos respetan eso. Arrancás solo y terminás solo, pero hay gente que te acompaña durante el camino. Eso es lo que le da sentido al estar. Sino, mejor es morirse.

Evidentemente Luis Luque prefiere no hacerlo. Nunca quiso. Pero hubo un tiempo en que no se daba cuenta. La parte del cuento en el que el personaje se pierde. "Si uno no revela no debe pararse en un escenario; esto debe ser un hecho de comunicación, porque sino estás ocupando un lugar que debe tener otro. Eso implica una idea nueva o simplemente ayudar a generar una conciencia que el otro tiene dormida. Tiene que ver con una opinión. Después empieza el trabajo profesional, donde aparece mucha guita, viajás por muchos lados y empezás a entender que no le importás a nadie. Lo más difícil que tiene el tema es que la gente entienda que Maradona no le importa a nadie; cuando uno logra entender eso empieza a darse cuenta cómo funciona el pool y la masa, como dice esta nueva frase tinellesca, espantosa: el soberano. Para ser un soberano tenés que tener la cultura necesaria para poder dirigir y juzgar a tu pueblo, si no lo tenés quedate tranquilo, dale el lugar al que tiene que hacerlo. Todo eso lo aprendí en el transcurso de este cuento. Y te cuesta mucho, porque es abandonar un ego. Yo no escuchaba a nadie, seguía, si a mí no me pueden herir. Y ahora me dicen 'maestro' Está lindo, me gusta el mimo. Cuando desaparecés, nadie se preocupa, aparece otro, el segundo. Todo eso te lleva a que vos tenés que hacer lo que te conviene, no lo que supuestamente necesita alguien. Y esto es en la pareja y en el mundo. En todo caso, te amarán los que te tienen que amar por lo que vos hacés, porque les gustaste, no porque necesitaban otro que lo haga. Así nunca lo vas a hacer bien. Y siempre vas a estar insatisfecho. ¿Qué más quiero?".

–Esta bien, ¿qué más quiere?

–A esta altura, divertirme como me divierto en la obra. Una cosa de esta obra es el tiempo. Soy mucho más grande que Flor y el laburo nuestro también está hecho a propósito. Y eso es estar joven. Estar joven implica estar vivo, inquieto. Sabiendo lo que a vos te gusta del otro y querés que el otro vea de vos, o en la medida necesaria que vos hagas lo que quieras, lo que se te cante. Porque si no es un sometimiento, correr para estar en la nada. Esto es estar vivo. Y agradezco el amor pero hay que saber cuál es el amor y la calidad de ese amor. Hay cosas que están muy lejos del amor, que son necesidades de la gente que necesita tener un héroe o algo para hacer, y de eso no te podés hacer cargo.
Lo dicho. Un tipo feliz con lo que hace, Luis Luque. Y está bien.

Fuente: El ArgentinoJustificar a ambos lados

No hay comentarios: