
Por: Hernán Firpo
De los misterios del universo, uno (ni el primero ni el nonagésimo) queda reservado para Manuel Wirzt (el universo es insondable y generoso). ¿Cómo definirlo? No se puede poner: Wirzt es dulzura de tipo. O Wirzt vive adentro de un beso. Mucho menos cuando este muchachote de 46 años tiene una carrera que parece un televisor en estado de zapping: cantante, compositor, intérprete, actor, autor, clown, conductor de programas infantiles, y también comediante.
Perdón, ¿vos no empezaste siendo el mimo de Baglietto?
Empecé siendo el mimo de Baglietto. Lo conocí a Juan cuando El Tuerto, mi hermano (el recordado baterista Daniel Wirzt) tocaba con él en La Banda Irreal. Un día, no sé si lo sabías, los milicos los agarraron en San Nicolás, nosotros somos de San Nicolás, y les dijeron: "¿Ustedes se llaman Irreal? Bueno, entonces no existen, se separan ya, no tocan más". Juan, lógico, se volvió a Rosario y al poco tiempo arrancó con su carrera solista. Y yo empecé a actuar como mimo de su banda. El siempre metía alguna cosa y me llamaba.
Tu figura desorienta un poco. No sé si preguntarte por la influencia de Marcel Marceau, la de Eros Ramazzotti o la de Pipo Pescador.
¡Trabajé tres años con Pipo! Hice giras con él por todo el país. Fue uno de mis sueños cumplidos.
¿Podemos decir que casi sos nuestro mimo insignia, pero te avivaste a tiempo?
El problema es cuando se inunda de mimos la calle Florida. Ahí perdimos.
Camilo Sánchez, editor de Teatro, tiene otra teoría: el rechazo nace con un ejemplar pesadísimo de Parque Centenario.
Puede ser. Yo trabajé en la calle. Es dura la calle, lo que te salva es la máscara. La máscara te protege. Además hay ciclos cumplidos y creo que hay un cansancio general con los mimos. Cuando hacía Lavalle no había nadie y el mimo era algo pintoresco. Te cuento una anécdota: era una presentación de Baglietto, faltaban dos horas. Teatro Opera y el Pollo Raffo, que reemplazaba a Fito (Páez) estaba tratando de solucionar un tema de sonido cuando yo grito: sabés que pasa, negro, hay que darle un poco de agudos... Ahí escuché un grito que no me lo voy a olvidar más: "Los mimos no hablan. Callate". Casi me pongo a llorar, vinieron a consolarme y, bué, terminé cantando. Pero yo había estudiado para mimo y había hecho una gira por Unión Soviética, todavía era Unión Soviética. Trabajé mucho, participé de un espectáculo internacional: Tango y Ritmo Argentino. Yo era el mimo y hacía de nexo entre número y número.
Ya que andabas por ahí, ¿no te probaste en el Circo de Moscú?
Empezaba a estar en otra, mucho más en el palo de la música. Pero hay, siguen habiendo buenos mimos y excelentes malabaristas.
¿En qué semáforos?
Hay uno en Libertador, llegando al Hipódromo. Trabaja con fuego. Capo.
Tu trayectoria da sensación de libertad. Esa pelea contra las etiquetas, digámoslo así, ¿ayuda o desorienta?
Creo que abrir el juego tiene la contra de confundir. Cuando comprás un artista, pensás cómo debe ser en su casa, en la cama. Es una fantasía que podés vender. En ese combo viene el póster. Pero cuando sos muy amplio, ¿qué póster vas a colgar? Muchas veces me jugó en contra. Lo que sí, esta diversidad me sirvió para construir la carrera que tengo. Cuando no pinta el cantante, me llaman como actor. O me llaman para Discovery Kids, o toco con mi banda en El Calafate. Soy muy culo inquieto.
¿Y de todos los antojos, cuál es el que más tolera o acepta la gente?
Hubo cosas muy fuertes: el programa para chicos, No te quedes afuera, donde gané el Martín Fierro. Es el día de hoy que me lo recuerdan. Eso me conmueve hasta los huesos. Pero yo quería otra cosa y después gané el ACE, lo que hoy sería el Gardel con ese disco donde estaba hoy puedo morir de amor, rescata mi corazón.... Me llevaron a Los Angeles a grabar y conocí a Billy Preston. ¡¿Sabés lo que fue para mí?! Un beatle... Lo abrazaba, le daba besitos. Primero Dios, después Los Beatles. Dejé de hacer el programa infantil, porque tenía esas canciones y esas historias para contar. Y mirá que me doblaban el sueldo, eh, pero yo me manejo así: cuando no tengo nada para decir, no grabo. Trato de buscar otros espacios.
Cuando uno no tiene nada que decir, ¿conviene la tele?
Te da la posibilidad de llevar un mango a tu casa.
Vos decís sacarse peso artístico de encima, ser más Julián Weich...
Lo que pasa es que Julián lo hace muy bien. Es uno de los mejores. Lejos. Y encima es un gran tipo... ¿Vos sabías que hay conductores que cantan muy bien?
¿Quién?
No puedo decirte.
¡¿Eh?!
Hay tipos que no se atreven a dar la cara.
¿Horacio Cabak?
No puedo, no puedo decirte.
... (o sea, sin palabras).
Cabak compone, pero no es él. ¡No puedo! ¡No insistas!
Fuente: Clarín
No hay comentarios:
Publicar un comentario