
Con un componente más teatral para hilar el concepto del espectáculo, el divertido cuento se dispara desde los inicios de una sesión de terapia a cargo del analista Murena (Marcos Mundstock) quien atiende al angustiado Ramírez (Daniel Rabinovich).
La probada química entre estos dos artistas garantizó un relato desopilante que a la velocidad del rayo fue capaz de unir la decena de nuevos cuadros propuestos. Los dramas personales del paciente se agudizan porque debe entregar una tesis sobre Johann Sebastián Mastropiero y la irrupción del nombre de ese autor fetiche de Les Luthiers es el que permite disfrutar de magníficos pasajes musicales siempre atravesados por un humor disparatado e inteligente.
Como para dosificar el impacto, la propuesta tiene un inicio un tanto previsible en los números de la opereta medieval "El cruzado, el arcángel y la harpía" y en la galopa psicosomática "Dolores de mi vida".
Fuente: El Día
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