
El Taller de Teatro de la Universidad cerró 2009 con Babilonia, la puesta en escena de una obra escrita originalmente por Armando Discépolo, autor de una dramaturgia singular que conjuga lo hilarante y lo cruel, lo absurdo y lo cotidiano.
A la hora de realizar una breve historia de nuestras raíces o de preguntarnos cómo se forjó la identidad de una familia, recapitulamos las historias que nuestras abuelas que nos relatan, la de sus padres cuando cruzaron el océano escapando de la pobreza de Europa hacia un nuevo lugar. Complementamos esa información con lo que quedó escrito de ese período histórico de nuestro país, datos contextuales que darán forma a esa anécdota familiar. Entre los años 1890 y 1930 penetraron por el puerto de Buenos Aires más de cinco millones de inmigrantes de los que, en definitiva, quedaron en este suelo más de tres millones, bien dispuestos para “hacer la América” que se les había prometido. Es así como en cada palabra que repite nuestra abuela, que le contó su madre, que le transmitió su abuela, esta cargada por el ansia que traían esos inmigrantes europeos que intentaban superar estrecheces y hasta la miseria que padecían en sus lugares de origen. Por esos tiempos la Argentina era, por sobre todo, un país que ofrecía trabajo en libertad y con paz.
De esa época reconocemos en nuestro lenguaje cotidiano términos como conventillo, gran aldea, zarzueleras y romanceos, laburantes y linyeras. Expresar lo que acontecía en esa época desde un realismo socio-político, no demasiado habitual en estos casos, en que se abusa de la anécdota colorida y el dato pintoresco, permitió acercarse a los espacios originales de una forma pintoresca y descubrir a los seres reales de los que se valió el sainete porteño para perfilar tipos y prototipos con sus cristalizaciones y caricaturas, para la conformación de personajes, según la seriedad y la penetración de los proposiciones.
Babilonia expone y representa en escena a cada uno de los personajes del sainete porteño, capta y refleja, con decidido gracejo popular, tiempos, espacios urbanos y suburbanos, y utiliza un sinfín de figuraciones típicas del Río de La Plata a lo largo de las tres primeras décadas del siglo XX. Con altibajos notables de todo orden, pero con un valor documental innegable.
Este tipo de obras forman parte de lo que quizá hay que ir a ver con obligación, nos remite a un momento histórico que forma parte de la identidad de nuestro pueblo. Por otro lado nos acerca a los textos de autores como Armando Discépolo, fundador del grotesco criollo a través de esa escritura en donde se ahonda en los conflictos de personalidad y se muestra sobre el escenario la ambivalencia de “vivir” y “verse vivir”, de llorar y reír en un mismo gesto. Es cuando se produce el “desenmascaramiento” que deja al personaje en carne viva, inmerso en su propio dolor, o sin ropa con la que cubrirse. Sensaciones por las que los personajes pasan y que el público puede percibir y en algún punto apropiarse de ese sentir, la intensidad de las actuaciones muestran el camino hacia esa impresión de frustración y de asfixia.
Todo lo que ocurre en Babilonia sucede en un mismo espacio compartido, la cocina de una glamorosa casa de Buenos Aires, el chef italiano disiente con la cocinera francesa, las sirvientas se comprenden unas a otras, los mozos compiten por el aplauso final y así el resto de los 15 personajes que aparecen en escena. Cada uno expresa lo que piensa desde el lugar que le toca estar, los conflictos en un punto los ahogan al extremo, tanto que necesitan de la pureza de lo natural como el aire de la calle para poder respirar y alejarse del espeso ambiente de desprecio, competencia y “sálvese quien pueda” que se gesta en la cocina, esa opresión no les permite encontrar una solución a lo que les sucede.
Esta obra subirá a escena como una propuesta del Taller de Teatro de la Universidad para su temporada 2010. A partir de su corta estadía en cartel durante 2009 demostró que es necesario ir a disfrutarla el año entrante, ya que la puesta en escena es potente, se sostiene con ritmo entre cada aparición de los personajes, su prolongación es acertada, la acción y la resolución del conflicto son medios suficientes para mantener la expectativa del otro, ese otro que hasta puede involucrarse con las historias que relatan los protagonistas de este grotesco criollo con textos de Armando Discépolo.
Verónica Córdoba
Ficha técnica:
Elenco: Gustavo Sala Espiell, Sonia Simó, Morena Pérez, Adrián Di Pietro, Horacio Martínez, Alicia Juliánez, Laura Otero, Oscar Molinari, Laura Lago, Ignacio Ardaiz, Oscar Sierra, Mónica Wlasiuk, Omar Gioiosa, Ricardo Bereguer y Ariel Perera.
Iluminación y musicalización: Luis Viola. Vestuario: María Victoria Puigmarti. Escenografía: Quique Cáseres. Asistente de dirección: Maricel Beltrán, Mariela Mirc, Jorge Romero. Dirección: Norberto Barutti.
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