
Presentación de la Compañía Nacional de Danza, con la dirección artística de Nacho Duato. "Castrati", con música de Vivaldi y Karl Jenkins; coreografía y escenografía: Nacho Duato; vestuario: Francis Montesinos; diseño de luces: Brad Fields. En el Teatro San Martín, hoy a las 17.
Nuestra opinión: Excelente
Si la danza es la acción de bailar y la coreografía es el arte de componer bailes, según el Diccionario de la Real Academia Española, cómo se puede definir a Nacho Duato que diseña las coreografías con los brazos, con las piernas, con los torsos de los bailarines, hasta convertir sus cuerpos en notas que producen una conmovedora melodía hasta transformarla en una sinfonía corporal.
Silencios, contrapuntos, síncopas visuales se dibujan sobre el escenario con la precisión que impone el vuelo creativo del creador y el talento inefable de un cuerpo de baile homogéneo, sincronizado, armónico, perfecto.
El primer número, "Castrati" remite sin lugar a dudas a ese sacrificio humano que se hacía en nombre del arte vocal y a todo un implacable proceso de iniciación que termina finalmente con la castración. En este caso, la música sacra del compositor veneciano, y su concierto para flauta dulce parecen haberse escrito especialmente para este ballet por la potencia sonora que acompaña a las imágenes contundentes.
"Por vos muero", el segundo ballet, el coreógrafo lo dedicó a la música antigua española de los siglos XV y XVI y le agregó los versos de Garcilaso de la Vega, en boca de Miguel Bosé, para hablar de los amores imposibles, esos que surgen a partir de una mirada. Acá Duato conjuga los bailes cortesanos del renacimiento y la modernidad y lo sugiere con el vestuario de los bailarines.
El último número, "White Darkness", en su mismo nombre está la referencia temática "la oscuridad blanca", o dicho en forma directa la droga. Para obtener cargas de fuerte dramatismo, Duato eligió la música del galés Karl Jenkins, músico de jazz y compositor que explora la fusión de los diferentes estilos y culturas y combina las influencias de las músicas étnicas en las técnicas clásicas occidentales. Con este soporte sonoro, el coreógrafo elaboró un ballet tan expresivo como contundente y no da respiro a la carga de emociones que se generan.
En todos los casos hay que destacar el diseño de luces, un ingrediente fundamental para la creación de imágenes de fuerte contenido dramático.
Entre cada obra hay un intervalo que se extiende por 20 minutos cada uno y no podría ser menos después del esfuerzo y la energía que quedó palpitando en el escenario al finalizar cada una de ellas.
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