PREOCUPACION EN LA COMUNIDAD ACADEMICA
Por Gabriela Cabezon Camara
El sistema de estudios superiores argentino sólo logra retener al 40% de los alumnos en primer año. Y sólo se reciben 2 de cada 10. Las causas: desorientación vocacional y la floja formación de la escuela secundaria.
La deserción universitaria preocupa: es del 60% en el primer año de las carreras en todo el país, según datos del Ministerio de Educación de la Nación. Entre las causas, los expertos identifican una cierta "desorientación" vocacional y el abismo que existe entre la vapuleada educación secundaria y la superior.
El secretario de Políticas Universitarias de la Nación, Alberto Dibbern, aclara que este 60% que se define como deserción surge de la comparación de inscripciones entre el primer y el segundo año de las carreras: "incluyen también a los que migran de facultad. Por ley, no tenemos los números de documento de los alumnos: por eso no podemos saber cuántos son los alumnos que migran". De todos modos, la deserción es un problema, admite el secretario: "por eso estamos desarrollando políticas complementarias a las Becas del Bicentenario", -ayuda económica alumnos de las carreras prioritarias para el desarrollo nacional: ciencias aplicadas, naturales, exactas y básicas-. "Financiamos otros programas; en las facultades de Ingeniería, por ejemplo, hay un tutor cada 20 alumnos. Desde 2007, aumentó la retención de estudiantes en un 50%. Y la cantidad de materias rendidas por año pasó de 1,7 a 2,8", detalla.
Pero muchas veces el cambio de carrera precede al abandono de los estudios universitarios: se estima que de cada diez inscriptos, sólo dos llegan a terminar de estudiar. Alexis Genuth, director de Expo Universidad, afirma que los índices de deserción no han cambiado significativamente en la última década y que la brecha entre la educación secundaria y la universitaria sigue sumando abandonos.
En ese sentido funcionan diversas modalidades de cursos de nivelación e ingreso: eso es, por ejemplo, el CBC en la UBA. Pero allí también la deserción es mucha: según declaraciones periodísticas de Jorge Ferromato, su director, apenas el 35% lo aprueba en un año, el 20% en uno y medio y el resto tarda más de dos años. Y los que abandonan, el 18%.
Otras universidades tienen otras políticas. La Universidad de La Matanza (UNLaM) tiene una de las menores tasas de deserción del país: el 15%. Su secretario académico, el Licenciado Gustavo Duek, asegura que esto se debe a "una política de acceso manifestada a través de un Curso de Ingreso". Allí se brinda a los estudiantes conocimientos sobre las áreas de estudios que eligieron y sobre la cultura universitaria. Y cuenta que la UNLaM es parte de la Red de Universidades del Conurbano Bonaerense (RUNCOB), que ha producido un documento en el cual se propone las siguientes acciones a los fines de mejorar el ingreso y la retención: servicios de Orientación vocacional, talleres de técnicas de estudio, gabinetes de pedagogía especializada, edición de material específico para el ingreso, grupos de articulación con el nivel medio educativo zonal y trabajos de recolección y procesamiento de información estadística.
En el ámbito privado se implementan técnicas semejantes. María Mass, secretaria académica de la UADE, señala que "se abandonan los estudios por razones económicas, vocacionales o sociales" y que es fundamental la detección temprana del problema para evitar la deserción. Ellos implementan becas para los problemas económicos, gabinete psicopedagógico para los vocacionales y contención y consejo para los sociales.
Orientación vocacional, contención y la mejora de la educación secundaria: no es pedir mucho cuando se trata de facilitarle a generaciones el ingreso a esos palacios de formación intelectual y ascenso social que son las universidades.
Fuente: La Razón
Por Gabriela Cabezon Camara
El sistema de estudios superiores argentino sólo logra retener al 40% de los alumnos en primer año. Y sólo se reciben 2 de cada 10. Las causas: desorientación vocacional y la floja formación de la escuela secundaria.
La deserción universitaria preocupa: es del 60% en el primer año de las carreras en todo el país, según datos del Ministerio de Educación de la Nación. Entre las causas, los expertos identifican una cierta "desorientación" vocacional y el abismo que existe entre la vapuleada educación secundaria y la superior.
El secretario de Políticas Universitarias de la Nación, Alberto Dibbern, aclara que este 60% que se define como deserción surge de la comparación de inscripciones entre el primer y el segundo año de las carreras: "incluyen también a los que migran de facultad. Por ley, no tenemos los números de documento de los alumnos: por eso no podemos saber cuántos son los alumnos que migran". De todos modos, la deserción es un problema, admite el secretario: "por eso estamos desarrollando políticas complementarias a las Becas del Bicentenario", -ayuda económica alumnos de las carreras prioritarias para el desarrollo nacional: ciencias aplicadas, naturales, exactas y básicas-. "Financiamos otros programas; en las facultades de Ingeniería, por ejemplo, hay un tutor cada 20 alumnos. Desde 2007, aumentó la retención de estudiantes en un 50%. Y la cantidad de materias rendidas por año pasó de 1,7 a 2,8", detalla.
Pero muchas veces el cambio de carrera precede al abandono de los estudios universitarios: se estima que de cada diez inscriptos, sólo dos llegan a terminar de estudiar. Alexis Genuth, director de Expo Universidad, afirma que los índices de deserción no han cambiado significativamente en la última década y que la brecha entre la educación secundaria y la universitaria sigue sumando abandonos.
En ese sentido funcionan diversas modalidades de cursos de nivelación e ingreso: eso es, por ejemplo, el CBC en la UBA. Pero allí también la deserción es mucha: según declaraciones periodísticas de Jorge Ferromato, su director, apenas el 35% lo aprueba en un año, el 20% en uno y medio y el resto tarda más de dos años. Y los que abandonan, el 18%.
Otras universidades tienen otras políticas. La Universidad de La Matanza (UNLaM) tiene una de las menores tasas de deserción del país: el 15%. Su secretario académico, el Licenciado Gustavo Duek, asegura que esto se debe a "una política de acceso manifestada a través de un Curso de Ingreso". Allí se brinda a los estudiantes conocimientos sobre las áreas de estudios que eligieron y sobre la cultura universitaria. Y cuenta que la UNLaM es parte de la Red de Universidades del Conurbano Bonaerense (RUNCOB), que ha producido un documento en el cual se propone las siguientes acciones a los fines de mejorar el ingreso y la retención: servicios de Orientación vocacional, talleres de técnicas de estudio, gabinetes de pedagogía especializada, edición de material específico para el ingreso, grupos de articulación con el nivel medio educativo zonal y trabajos de recolección y procesamiento de información estadística.
En el ámbito privado se implementan técnicas semejantes. María Mass, secretaria académica de la UADE, señala que "se abandonan los estudios por razones económicas, vocacionales o sociales" y que es fundamental la detección temprana del problema para evitar la deserción. Ellos implementan becas para los problemas económicos, gabinete psicopedagógico para los vocacionales y contención y consejo para los sociales.
Orientación vocacional, contención y la mejora de la educación secundaria: no es pedir mucho cuando se trata de facilitarle a generaciones el ingreso a esos palacios de formación intelectual y ascenso social que son las universidades.
Fuente: La Razón
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