Después de 10 años, la prestigiosa dupla de coreógrafos franceses vuelve al país y presenta "Dúo", gratis, en el Coliseo
Claude Brumachon y Benjamin Lamarche, una de las duplas de coreógrafos más respetadas en el mundo, vuelven al país después de 10 años y para iniciar la gira que tienen pautada en Argentina, los artistas eligieron hacerlo en nuestra Ciudad. Así, el miércoles a las 20 en el Teatro Coliseo Podestá, 10 entre 46 y 47, presentan "Dúo", un espectáculo que, a modo de retrospectiva, recorre ocho piezas de su larga trayectoria.
Con más de veinte años trabajando en conjunto, los directores del Centro Coreográfico Nacional de Nantes lograron imprimir en sus obras una gestualidad característica, teniendo como objetivo acercar la danza contemporánea a todo público.
La presentación local incluye ocho obras que narran ocho historias de cuerpos entre la escultura y el romanticismo de la carne, el vagabundeo y la rebelión. En las que, además, se dibujan la ternura y el desgarro, el fervor y el deseo, la vivacidad de las luchas y del cuerpo a cuerpo.
Claude Brumachon despierta así la curiosidad y la sensibilidad del público hacia la danza, ese arte de vida y de éxtasis.
SOBRE ELLOS
Después de cursar de noche la Escuela de Bellas Artes de Rouen, Claude Brumachon descubrió la danza. Su primer trabajo importante fue en los Ballets de la Cité de Rouen en 1978 adonde permaneció durante dos años. En 1980, empezó sus investigaciones con Benjamin Lamarche quien se volvió su intérprete privilegiado y cómplice en todas sus creaciones. Desde esta época, compone sus primeras obras coreográficas, "Niverolles Duo du Col" (1982), "Il" y "a engoulevents sur la branche d'à côté" (1983).
La compañía Claude Brumachon fue fundada oficialmente en 1984. En cuatro años, el coreógrafo creó diez obras dentro de las cuales se destacan dos que le dieron el impulso al éxito: Texane (también premiada en el concurso de Bagnolet) y Le Piédestal des Vierges que imponen su estilo a una gestualidad particular. Se suceden rápidamente secuencias de movimientos seccionados, incisivos, que cortan el cuerpo y el espacio.
Cada día, sin parar, Claude Brumachon y Benjamín Lamarche escuchan las diferencias, son vigilantes, investigadores de movimientos poéticos y energéticos. Transforman los vagabundeos de Moliere en un espectáculo luminoso y chistoso en homenaje al artista. Transforman la sociedad de consumo en un festín carnal y sensual donde la proximidad estalla a la cara del público.
En fin, los coreógrafos crean a partir del cuerpo, para el cuerpo y con el cuerpo. Dieciocho personas en el escenario, en solos, sextetos, dúos. sus danzas son tantas historias de grupos que comparten el espacio de vida y soledad frente al mundo.
Fuente: El Día
Con más de veinte años trabajando en conjunto, los directores del Centro Coreográfico Nacional de Nantes lograron imprimir en sus obras una gestualidad característica, teniendo como objetivo acercar la danza contemporánea a todo público.
La presentación local incluye ocho obras que narran ocho historias de cuerpos entre la escultura y el romanticismo de la carne, el vagabundeo y la rebelión. En las que, además, se dibujan la ternura y el desgarro, el fervor y el deseo, la vivacidad de las luchas y del cuerpo a cuerpo.
Claude Brumachon despierta así la curiosidad y la sensibilidad del público hacia la danza, ese arte de vida y de éxtasis.
SOBRE ELLOS
Después de cursar de noche la Escuela de Bellas Artes de Rouen, Claude Brumachon descubrió la danza. Su primer trabajo importante fue en los Ballets de la Cité de Rouen en 1978 adonde permaneció durante dos años. En 1980, empezó sus investigaciones con Benjamin Lamarche quien se volvió su intérprete privilegiado y cómplice en todas sus creaciones. Desde esta época, compone sus primeras obras coreográficas, "Niverolles Duo du Col" (1982), "Il" y "a engoulevents sur la branche d'à côté" (1983).
La compañía Claude Brumachon fue fundada oficialmente en 1984. En cuatro años, el coreógrafo creó diez obras dentro de las cuales se destacan dos que le dieron el impulso al éxito: Texane (también premiada en el concurso de Bagnolet) y Le Piédestal des Vierges que imponen su estilo a una gestualidad particular. Se suceden rápidamente secuencias de movimientos seccionados, incisivos, que cortan el cuerpo y el espacio.
Cada día, sin parar, Claude Brumachon y Benjamín Lamarche escuchan las diferencias, son vigilantes, investigadores de movimientos poéticos y energéticos. Transforman los vagabundeos de Moliere en un espectáculo luminoso y chistoso en homenaje al artista. Transforman la sociedad de consumo en un festín carnal y sensual donde la proximidad estalla a la cara del público.
En fin, los coreógrafos crean a partir del cuerpo, para el cuerpo y con el cuerpo. Dieciocho personas en el escenario, en solos, sextetos, dúos. sus danzas son tantas historias de grupos que comparten el espacio de vida y soledad frente al mundo.
Fuente: El Día
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