Illia (¿Quién va a pagar todo esto?) De Eduardo Rovner. Dirección: Alberto Lecchi. Con Arturo Bonín, Patricia Viggiano, Mercedes Funes, Alex Benn, Fabián Rendo, Miguel Dao, Hernán Jiménez y Daniel Roncoli. Escenografía: Clara Notari. Luces: Hugo Colace. Música original: Raúl Parentella. Teatro 25 de Mayo, Triunvirato 4444. Duración: 75 minutos. Gratis.
Nuestra opinión: buena
Fuera del registro habitual de su producción autoral, con excepción tal vez de su último estreno - La sombra de Federico -, Eduardo Rovner aborda en esta obra el género histórico con mucha solvencia. Parte de datos muy concretos sobre la vida del doctor Arturo Illia -ex presidente de la República- y traza, sin apelar a golpes bajos ni recursos de retórica grandilocuente, un emotivo retrato de la personalidad de ese gran demócrata, que perteneció al radicalismo.
Desde luego, Illia fue un político de una honestidad a toda prueba y de una firmeza de principios digna de recordar. Y, en ese sentido, al evocar su admirable austeridad, es imposible evitar las asociaciones con la actualidad, en la que ese rasgo de la vida privada y la probidad pública son valores que no abundan. Del mismo modo, la experiencia de su gestión muestra una oposición cuyo salvajismo -incluido el de los medios- no parece haberse perdido del todo en el país. Pocas veces se escarneció tanto como en esa época la figura de un presidente y se mintió tanto sobre el estado real en que se encontraba la nación.
Todas estas circunstancias hacen, pues, muy valorable el texto, ya que nos obliga a que pensemos como sociedad cuánto hemos cambiado o no. Junto con ello, hay que rescatar una sobria puesta en escena, que utiliza una pantalla y un panel vertical sobre los cuales proyecta imágenes de los sesenta que ilustran las situaciones que relata la obra. Los demás episodios ocurren sobre dos espacios bien delimitados: una cama en un hospital, que es donde murió Illia en 1983, y su despacho presidencial.
Las actuaciones acompañan con mucha justeza a la puesta. Bonín compone un Illia bastante próximo al hombre templado que fue en la realidad, si bien no carente de gestos de humana cólera y fortaleza anímica. A su lado, realizan dos labores muy conmovedoras Mercedes Funes, como su hija (Emma), y Patricia Viggiano (su mujer, Silvia Elvira Martorell), designada aquí como la "Chunga". El resto de los actores sostienen con idoneidad sus apariciones en diversos roles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario