El estado ambiental del arroyo del Gato puede agravarse. Expertos advierten que su nivel de degradación es cada vez mayor. Hace falta un plan de remediación y control que ayude a revertir la contaminación y promueva la concientización colectiva.
La situación ambiental del arroyo del Gato, cuya zona de cuenca es una de las más extensas y habitadas del Partido de La Plata, es desde hace tiempo alarmante. Encima, el grado de contaminación puede acentuarse si no se aplica un plan de remediación y monitoreo permanente de la calidad del agua, dijo a Hoy el geólogo e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Marcelo Manassero, que estudia el tema desde hace 15 años y acaba de presentar un informe sobre la problemática ante el VI Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental.
Para este especialista, remediación no es lo mismo que saneamiento. “Se habla de sanear el arroyo, que es ir con palas excavadoras y sacar el material de fondo que está contaminado. Hay que entender que hay metales que están en los sedimentos de fondo, si los removemos con una pala probablemente los pongamos en solución y salgan al agua”, sostuvo.
Hace mucho -en realidad muchísimo- tiempo este arroyo ofrecía naturaleza y los vecinos iban a bañarse, ahora representa un termómetro de la contaminación con tenores de concentración de plomo, cromo y zinc comparables con los hallados en la desembocadura del río Matanza-Riachuelo. Esto coincide con la ubicación geográfica, y en el caso del plomo, se vincula al intenso tránsito vehicular en rutas de acceso del sector norte del casco urbano de La Plata.
Según Manassero, es necesario controlar la zona porque los estudios de suelo muestran altas concentraciones de plomo en las calles 7 y 32 y 13 y 32. “Venís de Buenos Aires y bajás un cambio cuando entrás a la ciudad, entonces el motor cambia de circulación y libera más plomo, que se lava con la lluvia y va a los arroyos”, detalló.
Los desechos
El impacto ambiental en la región somete al sistema natural a un gran estrés y son varias las causas para enfocar el problema, entre ellas la presencia de residuos sólidos urbanos en los basurales y en el curso medio del arroyo, vegetación abigarrada, residuos industriales y estancamiento de aguas que propician el desarrollo de plagas y vectores.
Respecto del sector industrial, que se encuentra formalmente categorizado por la secretaría de Política Ambiental de la provincia de Buenos Aires, cerca del 70% se encuentra ubicado en la zona de cuenca del arroyo del Gato.
Asimismo, el vuelco de efluentes cloacales no tratados o con mínimo tratamiento constituye otra fuente importante de contaminación. A eso también se refirió alguna vez la Unidad de Investigación de Gestión Ambiental, perteneciente a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Este conjunto de actividades nocivas al medio ambiente ha producido también alteraciones en la extensión, estructura y composición de las comunidades vegetales nativas, al punto de ponerlas en jaque. A su vez, la fauna, principalmente el grupo de los mamíferos, se redujo considerablemente en el curso superior del arroyo donde se realizan actividades primarias intensivas, y desapareció en el curso medio.
Extensión urbana
La emergencia habitacional es un aspecto social muy ligado a la contaminación del arroyo del Gato. El crecimiento de la superficie urbana, según la Unidad de Gestión Ambiental, afecta e intensifica la impermeabilización del suelo y por ende se modifican las condiciones de escurrimiento superficial para el agua de lluvia.
En su mayoría, los habitantes de la ribera conforman un grupo social con necesidades básicas insatisfechas y construyen viviendas precarias en la planicie de inundación.
“Debería haber una autoridad que controle eso porque son espacios con un grado de peligrosidad grande, construyen las casas en un lugar que dentro de un mes o un año se va a inundar con dos metros de agua, eso también es una problemática difícil de resolver”, expresó el geólogo.
Así, los pobladores se encuentran expuestos a riesgos cada vez mayores debido al incremento de la vulnerabilidad del territorio y la peligrosidad de los eventos de precipitación. Otra de las afectaciones que padecen es el deterioro de la salud con la aparición de enfermedades endémicas, hay casos de asma, alergias y manchas en la piel. Los más receptivos son los chicos, cuya fortaleza para resistir una situación agresiva es mucho menor, opinó el investigador.
Educación y conciencia ambiental
Solamente un 3% del total del agua es dulce y posible de ser potabilizada, el resto es salada. Para el geólogo Marcelo Manassero, un motivo más que suficiente para tomar conciencia sobre el cuidado de ríos y arroyos. “Tenemos muchos esfuerzos pero dispersos, consensuemos una serie de principios para lograr una conciencia comunitaria sobre el problema”, alertó.
Fuente: Hoy
Para ilustrar la idea contó una anécdota “en una localidad de Colonia, alumnos de un secundario descubrieron a través de una prueba de calidad que el agua de la canilla no era totalmente potable. Se informó a las autoridades y así supieron que había un empleado de la planta potabilizadora que cuando se cortaba la luz a la noche, dejaba entrar el agua del río para evitar las quejas de los vecinos”. Un ejemplo tangible de cómo una acción comunitaria puede resolver un problema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario