En el Museo de La Plata existe una importante colección de ofidios. Los ejemplares, entre ellos víboras de coral, yararás y de cascabel, representan gran parte de las especies de Argentina. Algunas fueron traídas por el perito Moreno.
Desde los primeros tiempos, el hombre siempre ha sentido una cierta fascinación por las serpientes. Ya en las sagradas escrituras aparece como el ser que tentó a Adán y Eva en el Jardín del Edén. Astuta, más que todos los animales de la naturaleza, sigue despertando diversas sensaciones como temor, impresión y hasta respeto. En Argentina existen diversas especies de ofidios, contándose entre las más peligrosas las de coral, las yararás y las de cascabel.
En nuestra ciudad, el Museo de Ciencias Naturales conserva un lugar destinado a “las bichas”. El espacio en cuestión es la colección de Herpetología, cuyos ejemplares representan gran parte de las especies que están presentes en la Argentina y en los países limítrofes.
Ahora bien, muchos se preguntarán: ¿qué tienen que ver las víboras con la herpetología? “La herpetología es el estudio de los herpes o de algo que se arrastra. Es la rama de la zoología que se dedica al estudio de los anfibios y reptiles -como culebras, ranas, sapos y lagartijas- incluidas su taxonomía, ecología, comportamiento, fisiología, anatomía y paleontología”, explicó a Hoy el jefe de la sección Herpetología del Museo, Jorge Williams.
Dicha colección es de la época fundacional del Museo de La Plata. Tiene ejemplares de 1896, algunos colectados por el propio perito Francisco Pascasio Moreno, y otros que fueron comprados por la institución o donados por personas particulares que los conservaban con fines científicos. También hay material nuevo ingresado recientemente.
Pero, como su nombre lo indica, la colección no es sólo de serpientes. También hay lagartijas, sapos, ranas y yacarés de diferentes especies de todo el país. “Entre anfibios y reptiles tenemos más de 6 mil individuos. En otros museos hay colecciones más grandes. Pero los ejemplares que tenemos acá representan gran parte de las especies que están presentes en Argentina y en los países limítrofes, como en Chile, Uruguay, Paraguay y algo del sur de Brasil”, detalló Williams, que además de estar al frente de esa sección, es profesor titular de Herpetología en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y profesional principal del Conicet.
Todo ese valioso material se encuentra en el subsuelo del centenario edificio del Bosque platense y se utiliza con fines científicos y didácticos de la unidad académica. Y una parte está en exposición en las salas del Museo.
Una de las características de esa sección es que se trata de una colección húmeda, a diferencia de otras de la misma institución, porque las serpientes están dentro de tarros de plástico y frascos de vidrio, cubiertos con líquidos conservantes. “Es alcohol al 70%, diluido. Los animales pueden estar eternamente en ese estado si no se permite que se evapore el alcohol”, aclaró el profesor.
Es por eso que, al sacar de unos tachos (como los de pintura) a una culebra ñacaniná y una boa curuyú para ser fotografiadas por Hoy, ambas se conservaban intactas, como si estuvieran con vida.
Williams se hizo cargo de la colección en los años ‘70 y es un especialista en el estudio de las serpientes que habitan en nuestro país. Según explicó, hay muchas especies de culebras y serpientes venenosas, como yararás (grandes y chicas), de cascabel, de coral. También boas, pero afortunadamente no son las grandes anacondas del Amazonas que pueden llegar a medir 10 metros y alimentarse de grandes animales y de chicos pequeños.
Fuente: Hoy
Desde los primeros tiempos, el hombre siempre ha sentido una cierta fascinación por las serpientes. Ya en las sagradas escrituras aparece como el ser que tentó a Adán y Eva en el Jardín del Edén. Astuta, más que todos los animales de la naturaleza, sigue despertando diversas sensaciones como temor, impresión y hasta respeto. En Argentina existen diversas especies de ofidios, contándose entre las más peligrosas las de coral, las yararás y las de cascabel.
En nuestra ciudad, el Museo de Ciencias Naturales conserva un lugar destinado a “las bichas”. El espacio en cuestión es la colección de Herpetología, cuyos ejemplares representan gran parte de las especies que están presentes en la Argentina y en los países limítrofes.
Ahora bien, muchos se preguntarán: ¿qué tienen que ver las víboras con la herpetología? “La herpetología es el estudio de los herpes o de algo que se arrastra. Es la rama de la zoología que se dedica al estudio de los anfibios y reptiles -como culebras, ranas, sapos y lagartijas- incluidas su taxonomía, ecología, comportamiento, fisiología, anatomía y paleontología”, explicó a Hoy el jefe de la sección Herpetología del Museo, Jorge Williams.
Dicha colección es de la época fundacional del Museo de La Plata. Tiene ejemplares de 1896, algunos colectados por el propio perito Francisco Pascasio Moreno, y otros que fueron comprados por la institución o donados por personas particulares que los conservaban con fines científicos. También hay material nuevo ingresado recientemente.
Pero, como su nombre lo indica, la colección no es sólo de serpientes. También hay lagartijas, sapos, ranas y yacarés de diferentes especies de todo el país. “Entre anfibios y reptiles tenemos más de 6 mil individuos. En otros museos hay colecciones más grandes. Pero los ejemplares que tenemos acá representan gran parte de las especies que están presentes en Argentina y en los países limítrofes, como en Chile, Uruguay, Paraguay y algo del sur de Brasil”, detalló Williams, que además de estar al frente de esa sección, es profesor titular de Herpetología en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y profesional principal del Conicet.
Todo ese valioso material se encuentra en el subsuelo del centenario edificio del Bosque platense y se utiliza con fines científicos y didácticos de la unidad académica. Y una parte está en exposición en las salas del Museo.
Una de las características de esa sección es que se trata de una colección húmeda, a diferencia de otras de la misma institución, porque las serpientes están dentro de tarros de plástico y frascos de vidrio, cubiertos con líquidos conservantes. “Es alcohol al 70%, diluido. Los animales pueden estar eternamente en ese estado si no se permite que se evapore el alcohol”, aclaró el profesor.
Es por eso que, al sacar de unos tachos (como los de pintura) a una culebra ñacaniná y una boa curuyú para ser fotografiadas por Hoy, ambas se conservaban intactas, como si estuvieran con vida.
Williams se hizo cargo de la colección en los años ‘70 y es un especialista en el estudio de las serpientes que habitan en nuestro país. Según explicó, hay muchas especies de culebras y serpientes venenosas, como yararás (grandes y chicas), de cascabel, de coral. También boas, pero afortunadamente no son las grandes anacondas del Amazonas que pueden llegar a medir 10 metros y alimentarse de grandes animales y de chicos pequeños.
Fuente: Hoy
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