viernes, 14 de agosto de 2009

Un Brecht, con títeres, objetos, música y video

Personajes bien pensados por el dramaturgo alemán, en el cuerpo de marionetas

En la propuesta de Ana Alvarado fallan las actuaciones

El cachorro de elefante, de Bertolt Brecht. Traducción: Miguel Sáenz. Versión argentina: Rubén Szuchmacher. Intérpretes: Guillermo Aragonés, Gustavo García Mendy, Ema Peyla, Federico Aguilar. Iluminación: Ricardo Sica. Música original: Gustavo García Mendy. Escenografía: Julieta Potenze. Diseño y realización de títeres, objetos y máscaras: Alejandra Farley y Juan Benbassat. Vestuario: Rosana Bárcena. Asistente de dirección: Federico Aguilar. Dirección: Ana Alvarado. En Elkafka (Lambaré 866). Viernes, a las 21. Duración: 50 minutos.
Nuestra opinión: buena

Un texto breve y de fuerte elocuencia, en el que Bertolt Brecht propone unas sabrosas reflexiones sobre la representación teatral, la actuación, la recepción del público, y donde concentra buena parte de su capacidad de analista del fenómeno escénico, no sin dejar afuera, además, ciertas cuestiones sociales.

En El cachorro de elefante -versión de El pequeño elefante , donde un grupo de soldados representa frente a sus compañeros- la directora Ana Alvarado hace muy propio el material y lo trastoca -con ciertos logros- a través de una estética particular, propia para, en algunos tramos, engrandecerlo y tornarlo más potente a la hora de entregar al espectador buenos materiales para que se vaya pensando.

Títeres, objetos, música y hasta un video apócrifo irán completando la representación, dándole un sentido más espectacular. El ensamble de las distintas disciplinas que consigue Alvarado en la escena, es bueno. La música de Gustavo García Mendy aporta poesía; es muy bello Jack y está muy bien manipulado por Ema Peyla; y el video reconstruye el mundo brechtiano con humor y hasta sorpresa.

Pero, el punto más débil de la propuesta está en las interpretaciones. Los actores no terminan de reconstruir el mundo interno de sus personajes, asoman como por afuera del espectáculo, como si en vez de completarlo buscaran desarticularlo. Entonces, en muchos momentos se los ve dudosos, casi indefensos y esto quiebra cierta tensión que el trabajo va construyendo. Emiten sus discursos pero no engrandecen la acción, simplemente la guían, la acotan.

Aún así la experiencia tiene sus logros. Resulta una investigación atractiva y moviliza la atención de quien participa de ella. Es inevitable que Bertolt Brecht no lo haga.

Carlos Pacheco

Fuente: La Nación

No hay comentarios: