La ópera experimental de John King se basa en Vida de Galileo, de Bertolt Brecht
Galileo Galilei, estreno mundial de la ópera experimental de John King, basada en Vida de Galileo, de Bertolt Brecht, para dos actrices, coro, cuarteto de cuerdas y sonidos electrónicos. Elenco: Analía Couceyro (Galileo Galilei), María Inés Aldaburu (actriz para varios personajes). Diseño visual: Maguna/Bainbrige. Vestuario: Pablo Bernard. Sonido: Jorge Chikiar. Cuarteto Brûlée. Dirección: John King. Sala del Centro de Experimentación y Creación. Teatro Argentino de La Plata. Ultima función: hoy, a las 17. En Avenida 51, entre 9 y 10, La Plata.
Nuestra opinión: buena
Por encargo del Teatro Argentino, y en coincidencia con el Año Internacional de la Astronomía, en consonancia con los 400 años del uso del telescopio, quedó inaugurado un nuevo espacio en el enorme edificio del Argentino, mole arquitectónica inacabada, susceptible de albergar muchísimas más actividades artísticas y de desarrollo cultural.
Por esa razón, resulta ser un aporte laudatorio la inauguración y primer espectáculo de ópera de cámara, fundamental para autores jóvenes, aquellos que de otro modo no podrían medir el grado de su imaginación y evolución creativa frente a un público. Es que se ofreció un trabajo atractivo por la índole del libreto, inspirado en la figura de quien logró el primer telescopio refractor en 1609 y descubrió los accidentes de la superficie lunar y los planetas mediceos (satélites mas grandes de Júpiter).
De ahí el atractivo que se mantuvo a lo largo de toda la acción, enriquecida por efectos lumínicos, proyecciones de toda índole, diseños actuales y futuristas, pantallazo de textos para recordar el paso de la peste, sumado a que Galileo continúa con sus investigaciones, o cuando en 1616 se confirma la razón del científico, que se trató de ocultar porque Roma los consideró desatinos, para luego sí, asentir por voluntad de Dios. Es el tiempo del pontífice Urbano VIII.
La versión resultó muy buena por la tarea de Analía Couceyro como protagonista que debe afrontar ser en todo momento el centro de las miradas. Por la ductilidad de María Inés Aidaburu, que da vida con pinceladas breves a diferentes personajes esbozados con efectos de luces, sombras y múltiples esfumados. Por el buen resultado musical a partir de un coro de seis voces femeninas, sobrias y exactas en su entonación y como sostén principal los integrantes del cuarteto de cuerdas Brûlée, conformado por Lucía Herrera y Carlos Brítez (violines), Mariano Malamud (viola) y Adrián Speziale (violonchelo) de magnífico desempeño, pues ofrecieron con seguridad los pasajes musicales de un lenguaje que obliga a aplicar todos los recursos sonoros de que son capaces los instrumentos de cuerdas.
Un reparo podría hacerse por el predominio de la faz visual, a la extensión del texto y las imágenes sobre los tiempos musicales de la propuesta de King, aspecto que estaría justificado por el concepto de experimental y, gracias a eso, es posible esperar de este equipo nuevos y más ricos aportes para que la ópera del siglo XXI tenga la perennidad del primer pilar del género: Claudio Monteverdi.
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