Arturo Diemecke fue el primordial artífice de una lectura serena y carente de trazos gruesos
Concierto de la Orquesta Filarmóncia de Buenos Aires . Director: Arturo Diemecke. Programa: Sinfonía Nº 5, de Tchaikovsky. Mozarteum Argentino. Concierto del Mediodía. En el teatro Gran Rex.
Nuestra opinión: excelente
Fue un mediodía aleccionador. Se ofreció un programa conformado por una única partitura; la divulgada Quinta sinfonía de Tchaikovsky. Y a lo largo de su desarrollo se escuchó una estupenda versión que la redimió de la crítica adversa de los eruditos e hizo justicia a una obra inspirada y, por sobre todo, despojada de efectismo superficial.
Artífice primordial de una lectura serena, carente de trazos gruesos, fue la labor de preparación de Arturo Diemecke, y como la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires cumplió una tarea poco menos que impecable, el deleite auditivo fue compartido por el público porque una vez más se produjo ese misterio inescrutable referente a la probidad que tienen las multitudes para valorar y retribuir.
Resulta interesante que el compositor, en carta a Nadjda von Meck, su famosa protectora, le confesó alguna vez tener muchas dificultades al escribirla. Es que, efectivamente, se trata de una composición marcada por el signo del fatum , que no es otra cosa que el tema que aparece de manera obsesiva dentro de una inagotable riqueza melódica, aquí más acabada por la sabiduría del autor en la ciencia de la armonía y del contrapunto. Entonces, penetrar en ella como lo hizo Diemecke y lograr un rendimiento tan efectivo de la orquesta, no ha sido usual.
Y en este sentido, el pasaje solista de la trompa de patética nobleza y el diálogo con el oboe en el Andante cantabile fueron impecables, así como placenteros el equilibrio y la calidad de los bronces, en especial al encarar el tema que se escucha con frecuencia y en el tempo de vals del Allegro moderato , elegante y contenido. Una verdadera lección de pulcritud por parte de las cuerdas.
Por último, el concierto se coronó con el Andante maestoso , grandioso, pero contenido, en una entrega que bien puede situarse entre los mejores momentos sinfónicos de la actual temporada. Y pese a ello no hubo agregado alguno. Es que nada hubiera sido atinado. Todo había sido dicho con calidad en la clausura de un ciclo como Conciertos del Mediodía, con cincuenta años de historia.
Juan Carlos Montero
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