Expertos en hardcore. Guido Cantalupi, programador, y Verónica Diez, marketing de Venus, que celebra 15 años en el aire. Derecha: Jenna Jameson, máxima estrella actual.
Con 15 años en el aire, los productores de venus hablan del cambio de porno a “para adultos”
Leonardo M. D’Espósito
La pornografía pasó a llamarse hardcore. Y los cuerpos perfectos dejaron paso a la gente común. El nuevo rumbo en los contenidos habla de un cambio cultural subterráneo pero enorme. Las últimas tendencias en la materia según la señal más hot de la Argentina.
Que una señal para adultos llegue a cumplir quince años en la grilla del cable y, de paso, se transforme en una marca conocida que no avergüenza (aunque nadie admita mirarla) habla de un cambio cultural. Venus consiguió –en un país bastante más pacato de lo que la televisión de aire parece mostrar– generar una marca en una década y media. Y eso cuando, en realidad, no hay una legislación que ampare la difusión de imágenes de sexo explícito. “No hay un prejuicio como antes –explica Verónica Diez, marketing mánager de la señal–, básicamente por el crecimiento de la participación de la mujer en este tipo de contenidos, algo que antes no se daba. Nosotros trabajamos en eso: tratar de encontrar contenidos que enganchen a las mujeres y que se orienten al consumo en pareja. De hecho, desapareció de la señal la palabra ‘pecado’ y el asociar el sexo a algo oscuro. Ahora se juega más con la fantasía”. Guido Cantalupi, programador de la señal, avisa que su público es, cada vez, más participativo. “Estamos todo el tiempo chequeando los mails y los llamados de los televidentes, que te viven pidiendo que repitas alguna película, o que pongas más a tal o cual actriz”.
–¿Eso significa que se acabaron los prejuicios con el hardcore?
Diez: –Sigue habiendo algún tipo de prejuicios respecto del consumo de estos contenidos; es difícil que admitan abiertamente que tienen el canal. Aunque mucha gente lo tiene, o lo tienen un tiempo, lo dejan y después vuelven. Se usa mucho el pack premium, con Venus asociado a otros contenidos. También es cierto que el acceso de contenidos con internet cambió mucho la forma de consumo: ya no existe eso de ir al video, agarrar la película y juntarse a ver con amigos. Así que ese anonimato de poder ver en internet, o con la posibilidad de suscribirte a una señal así desde el teléfono, o con un SMS, hace que el consumo crezca sin pasar vergüenza.
–¿Hay tendencias o modas en el consumo de hardcore? ¿Qué es lo que más pide el público?
Cantalupi: –Ahora lo que más están pidiendo son los fetiches: ropas, disfraces y aparatos. Es lo que más creció. Como una moda: la idea de ver lo que pasa en el mismo momento que pasa. Además, y sobre todo, el reality. Como videos de castings sexuales, sobre todo de gente con cuerpos un poco más normales. Es como invertir una idea: antes la estrella porno era inalcanzable, cuerpos que no veías por la calle. Ahora se trata de espiar la vida de los otros o de ver personas en situaciones que te podrían tocar, en cosas también pueden pasarte a vos.
–¿Existen límites respecto de lo que se filma o de lo que se puede mostrar o no en la señal?
Diez: –En este campo, la propia industria se autorregula. De hecho hay límites respecto de lo que se puede mostrar o no. En principio, las cosas obvias que no debería haber en ninguna parte porque son delito, como la zoofilia. En realidad, salvo esos casos muy obvios, el límite aparece cuando miramos los materiales de las productoras con las que trabajamos. En películas de productoras muy chiquitas, es difícil que veas cosas de calidad. Nosotros trabajamos con los productores más grandes de Europa y Estados Unidos, eso también funciona como una regulación.
–¿Cuál es la máxima estrella del porno o la que más piden?
Cantalupi: –Siempre piden a Jenna Jameson. Porque tiene algo. Pero son las productoras las que generan fidelidad.
–Debe de ser difícil, en este campo, ver cuál es una estrella y cuál no...
Diez: –El carisma de una estrella adulta tiene que ver con la espontaneidad. Y eso se nota cuando ves en una película a una estrella y la comparás con el resto de las actrices. Se nota la naturalidad con la que trabaja: tiene un rol en la película y te creés que es ese personaje, más allá de su performance sexual frente a cámara.
–¿Y es difícil estar todo el día mirando cine hardcore?
Cantalupi: –Al principio te cuesta pero después lo empezás a ver desde el lado profesional, respecto de lo que querés mostrar del canal o de a qué público querés llegar. Uno se acostumbra a todo.
Fuente: Crítica
Que una señal para adultos llegue a cumplir quince años en la grilla del cable y, de paso, se transforme en una marca conocida que no avergüenza (aunque nadie admita mirarla) habla de un cambio cultural. Venus consiguió –en un país bastante más pacato de lo que la televisión de aire parece mostrar– generar una marca en una década y media. Y eso cuando, en realidad, no hay una legislación que ampare la difusión de imágenes de sexo explícito. “No hay un prejuicio como antes –explica Verónica Diez, marketing mánager de la señal–, básicamente por el crecimiento de la participación de la mujer en este tipo de contenidos, algo que antes no se daba. Nosotros trabajamos en eso: tratar de encontrar contenidos que enganchen a las mujeres y que se orienten al consumo en pareja. De hecho, desapareció de la señal la palabra ‘pecado’ y el asociar el sexo a algo oscuro. Ahora se juega más con la fantasía”. Guido Cantalupi, programador de la señal, avisa que su público es, cada vez, más participativo. “Estamos todo el tiempo chequeando los mails y los llamados de los televidentes, que te viven pidiendo que repitas alguna película, o que pongas más a tal o cual actriz”.
–¿Eso significa que se acabaron los prejuicios con el hardcore?
Diez: –Sigue habiendo algún tipo de prejuicios respecto del consumo de estos contenidos; es difícil que admitan abiertamente que tienen el canal. Aunque mucha gente lo tiene, o lo tienen un tiempo, lo dejan y después vuelven. Se usa mucho el pack premium, con Venus asociado a otros contenidos. También es cierto que el acceso de contenidos con internet cambió mucho la forma de consumo: ya no existe eso de ir al video, agarrar la película y juntarse a ver con amigos. Así que ese anonimato de poder ver en internet, o con la posibilidad de suscribirte a una señal así desde el teléfono, o con un SMS, hace que el consumo crezca sin pasar vergüenza.
–¿Hay tendencias o modas en el consumo de hardcore? ¿Qué es lo que más pide el público?
Cantalupi: –Ahora lo que más están pidiendo son los fetiches: ropas, disfraces y aparatos. Es lo que más creció. Como una moda: la idea de ver lo que pasa en el mismo momento que pasa. Además, y sobre todo, el reality. Como videos de castings sexuales, sobre todo de gente con cuerpos un poco más normales. Es como invertir una idea: antes la estrella porno era inalcanzable, cuerpos que no veías por la calle. Ahora se trata de espiar la vida de los otros o de ver personas en situaciones que te podrían tocar, en cosas también pueden pasarte a vos.
–¿Existen límites respecto de lo que se filma o de lo que se puede mostrar o no en la señal?
Diez: –En este campo, la propia industria se autorregula. De hecho hay límites respecto de lo que se puede mostrar o no. En principio, las cosas obvias que no debería haber en ninguna parte porque son delito, como la zoofilia. En realidad, salvo esos casos muy obvios, el límite aparece cuando miramos los materiales de las productoras con las que trabajamos. En películas de productoras muy chiquitas, es difícil que veas cosas de calidad. Nosotros trabajamos con los productores más grandes de Europa y Estados Unidos, eso también funciona como una regulación.
–¿Cuál es la máxima estrella del porno o la que más piden?
Cantalupi: –Siempre piden a Jenna Jameson. Porque tiene algo. Pero son las productoras las que generan fidelidad.
–Debe de ser difícil, en este campo, ver cuál es una estrella y cuál no...
Diez: –El carisma de una estrella adulta tiene que ver con la espontaneidad. Y eso se nota cuando ves en una película a una estrella y la comparás con el resto de las actrices. Se nota la naturalidad con la que trabaja: tiene un rol en la película y te creés que es ese personaje, más allá de su performance sexual frente a cámara.
–¿Y es difícil estar todo el día mirando cine hardcore?
Cantalupi: –Al principio te cuesta pero después lo empezás a ver desde el lado profesional, respecto de lo que querés mostrar del canal o de a qué público querés llegar. Uno se acostumbra a todo.
Fuente: Crítica
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