El jueves pasado se estrenó Los Fantasmas de Scrooge, en muchas salas, como es habitual en las películas fuertes de Disney, pero esta vez salió en unas 25 salas digitales en formato 3D, y además estará en el Imax, también en 3D.
¿Hasta ahí cuál es la diferencia? En parte será un nuevo récord en salas digitales, además de que se suman Mar del Plata, Bahía Blanca y Santa Fe para un estreno 3D. Pero no es lo más importante.
Los fantasmas de Scrooge, además de estar en castellano en todas las salas normales y en las 3D, se puede ver en inglés con subtítulos en las salas digitales. Lo importante es que está la opción. Además los cines siempre tenían el problema de que estas películas por la noche vendían poco… ahora pueden vender más. Resultado: espectadores y cines con más opciones.
Si bien éste es un estreno de Disney, y como casi siempre llegan a todo el país en simultáneo, si fuera otra película con una salida más chica, tiene asegurado su estreno en simultáneo en ocho ciudades más, además de Buenos Aires.
La tecnología digital achica la brecha de la calidad y de la simultaneidad por sobre todas las cosas en el cine. Avatar será vista de la misma manera en Tucumán, en Adrogué o en Río Grande (Tierra del Fuego) en la misma semana… y en los dos idiomas.
El día de mañana, una película nominada al Oscar, pero “complicada”, no tardará meses en llegar a todo el país. Este año, El curioso caso de Benjamin Button tardó mucho, porque era una copia cara. Con la tecnología digital, podría llegar a todo el país de manera rápida y sin esperar que le manden una copia rayada por el uso en muchas salas.
Los proyectores digitales sirven para pasar cualquier película, mientras una distribuidora así mande la copia, que puede ser la misma para todo el país, ya que un disco rígido se manda a todos los proyectores, se copia y se devuelve.
Las distribuidoras todavía tienen que aprender a “pensar” en digital y saber cómo sacarle el mayor provecho. Falta bastante, pero van encaminadas en mayor o menor medida.
En la Argentina aún no se están haciendo las copias de estas películas extranjeras en disco rígido, pero es cuestión de tiempo. En Brasil ya las hacen, las codifican y les ponen las “keys” de seguridad.
Y no importa que sólo se proyecte una semana una película 2D. Porque quizás con eso alcanza en ciertas ciudades, pero fundamentalmente los cines podrán vender más, no se tentará a la piratería y todo el país podrá ver una película como corresponde.
El anuncio de que Río Grande tendrá su sala digital 3D es para que en otras ciudades le hagan un seguimiento a sus números. Si a Río Grande la va bien, el resto de las ciudades de similar o mayor tamaño seguramente avanzarán con sus proyectos.
Impacto económico
Es necesario que aparezca la financiación de estos proyectos, porque esto es mover la economía. Cuando hay un estreno interesante, la gente va al cine. Cuando tiene opciones nuevas, se llenan las boleterías. Eso genera trabajo, pago de impuestos, movimiento de la economía. El Incaa con las entradas de las películas 3D, que son más caras, aumenta sus ingresos notoriamente, lo que se transforma en mayor cantidad de dinero para subsidios para hacer películas argentinas. El Incaa recauda más, cuando más gente va al cine, ya sea para ver Batman o La mujer sin cabeza.
En estos momentos, los proyectores digitales tienen impuestos extras, como si fueran bienes de uso personal, y no parte de una etapa económica intermedia. Eso no sólo grava demasiado la compra de los mismos, sino que encarece todos los insumos que necesita a lo largo del tiempo, desde la lámpara hasta los repuestos.
El Gobierno no tiene que poner dinero para esto… pero sí tiene que lograr bajarle los impuestos porque sirve para reactivar la economía, lo que genera mayor ingreso de impuestos que los que se puedan eliminar. El Incaa podría lograr que se financien estos proyectores.
Hay proyectores más baratos que los de 2K que están poniendo los cines, y que permiten pasar las películas que no son súper producciones. Eso achicaría los costos de estrenar muchas películas argentinas y les permitiría una llegada a todo el país en simultáneo, aprovechando que las publicidades en el cable, las de la tv abierta y en internet son vistas en todo el país siempre.
Así se podrían potenciar las buenas e interesantes películas argentinas y quizás queden al descubierto los filmes que son subsidiados y quizá no hacen méritos artísticos para ellos La primera revolución del cine del siglo XXI ya arrancó y está en marcha. Esperemos que se le dé el impulso que se necesita.
Fuente: Hoy
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