Marcelo Fernández Bitar
Siempre lúcido, frontal y polémico. Desde 1981, Pil es una de las voces más distintivas del rock argentino, letrista capaz de unir a Anthony Burgess y Stanley Kubrick con los Sex Pistols y The Clash.Pil, el legendario cantante del emblemático grupo pionero del punk local, disfruta del momento actual de la banda, que es eje de un documental que se dará hoy en Artecinema y tiene un CD donde critica a “la reina Cristina”.
Tan calmo, reflexivo y locuaz como siempre, Pil integra la pequeña lista de músicos de rock con los cuales una larga charla resulta interesante y lúcida. Salvo las palabras más filosas de su época más descontrolada, es una cualidad que se mantiene igual a través de los años.
Actualmente vive en Perú con su familia, pero con visitas desde la distancia mantiene viva la llama del legendario grupo Los Violadores, la banda que nació sobre el final de la dictadura y que marcó a fuego los años ochenta con hits como “Uno dos ultraviolento” y “Fuera de sektor”. No sólo acaba de sacar un nuevo álbum llamado Rey o reina, sino que también es el eje de la película Ellos son Los Violadores, de Juan Riggirozzi, un documental que se presentó a lo largo de este mes en la sala Artecinema (Salta 1620), siempre los días sábado, y que hoy y el próximo 5 de diciembre tendrá sus –por ahora– últimas exhibiciones, a las 22.30.
–¿Cómo surgió este film?
–Es un documental al estilo de los de Julien Temple con los Sex Pistols, con entrevistas actuales e imágenes de archivo. Son en ese estilo. Riggirozzi había hecho dos videoclips con nosotros, y nos preguntó si nos parecía interesante hacer un documental, y vía la web fue convocando a gente para que entregara material o estuviera dispuesta a hablar. Y se empezó así, desde diciembre de 2007, a buscar material y también a filmar el recital en Obras de los 30 años de punk.
–No aparece Stuka.
–Estamos casi todos los músicos, salvo Stuka que no contestó y está en su historia. Quizá sea una rebelión lejana o una manera de victimizarse. Pero hay opiniones de músicos como Cerati, los Cadillacs, La Renga y Catupecu, además de algunos periodistas. Hasta aparece Hari, que fue el motor iniciador del grupo.
–¿Qué te pareció?
–Primero la vi en la laptop de Juan y después en DVD, pero no vi el corte final, donde se agregaron los Toten Hosen. El principio es arrollador, después se marca bien cuando la banda pierde el rumbo y se ven shows que son malos. Y está la última etapa, que es la que más me gusta porque es la que estoy viviendo ahora. Lo otro es nostalgia o recordar con tristeza. Son muy lindas las imágenes del 83, pero son cosas que ya viví. Hay momentos de la película donde me sentí mal al verme y me da vergüenza haber estado así en un momento de mi vida, tan borracho. Me veo pasado de copas y me parece mal, pero lo hice y fue parte de mi vida. Por eso creo que la película también te desnuda. Hay intimidades que afloran. Parecen dos bandas con dos formaciones distintas, con un cantante que está desde el 81. En definitiva, son dos películas dentro de una y una banda que se transforma en dos.
–¿Te sorprendieron los elogios de los demás músicos?
–A Cerati lo conozco desde el 83 y a él le gusta mucho “Represión” y el primer disco. Sabía que podía hablar bien de eso. La gente de La Renga nos dio muchas satisfacciones de tenernos como referentes, invitarnos a sus shows, y el Chizzo grabó en este nuevo disco. Del pop-rock de Soda Stereo hasta el rock de O’Connor y Hermética hay un montón de núcleos que nos miran. ¡Salvo los músicos de reggae, que tienen la cabeza arruinada de tanta marihuana que fuman y no pueden escuchar rock, porque parece que tienen que escuchar siempre una misma cadencia! Los únicos que escapaban de eso eran los Clash, donde Paul Simenon le llevaba el reggae a los demás.
–Es muy sincera la frase donde decís que la resistencia a los militares no fue por valentía sino porque eran jóvenes.
–Hay una pregunta que siempre flota en la película, y es si volvería a hacer eso. Yo no sé si lo volvería a hacer y no sé si uno era valiente, porque uno no medía las consecuencias. Era joven y esas son las cosas que se hacen cuando sos chico. Supongo que sí lo volvería a hacer, pero valió la pena, sí. No es para nada despreciable haber hecho la carrera de una banda. Era muy difícil de imaginar grabar un disco en esa época, porque era muy complicado hacerlo, pero cuando estaba haciendo el primero ya me imaginaba que el cuarto o el quinto sería en vivo, como fue. Porque veía que teníamos talento. Y en esta formación también lo veo. Lo bueno es que hay armonía y hay momentos que no nos vemos, tocamos cada dos meses y se rompen los egos de bandas, Siempre hay egos en una banda, más si son argentinos los integrantes. No sé cuánto más durará, esto ya es un tiempo de yapa, porque es realmente milagroso caer de tal forma y volver a resurgir tan “fénixmente”, comerse un underground y seguir, tener una película, un disco nuevo, rock de buena calidad, con inspiración. Porque habitualmente una banda se separa y pierde el rumbo.
–Así como el rock te salvó del trabajo de oficinista, ¿quién te salvó del descontrol?
–Mi mujer, Claudia, tuvo mucho que ver con dejar la bebida. Es la única mujer en mi vida que me encontró y me dijo “Vos valés mucho, sos un tipo inteligente e hiciste muchas cosas, ¿por qué estás así?”. Lo bueno es que nunca entré en drogas. No me gustaron. En el grupo había marihuana y cocaína, que desgraciadamente vuelve mala a la gente, la torna egoísta, cerrada, egocéntrica. Por eso empecé a tomar alcohol, para anestesiarme.
–¿Sigue habiendo viejos punks en el público?
–Los más viejos están atrás, ¡o adelante de todo, en el escenario! La gente más grande va a consumir el DVD o la película. Y viene mucha gente jovencita.
La letra sobre “la reina Cristina”
En 1981, Los Violadores se animaron a cantar “Represión”, con frases como: “Fútbol, asado y vino, así es el pueblo argentino. Represión a la vuelta de tu casa, en el quiosco de la esquina, en la la panadería, ¡represión 24 horas al día!”.
Hoy, con su flamante y excelente nuevo disco Rey o reina, donde recuperan toda la energía y estilo de sus trabajos más clásicos, también vuelven a plasmar una letra dura, crítica y filosa, que dice: “¿Adónde irán, adónde diablos soplarán los vientos del sur, patagónicos? ¿Qué nos van a dejar, si es que hay algo por dejar, siete plagas más? Hegemónicos, pantagruélicos, van por el poder. ¡De república a monarquía va la reina Cristina! Sólo les importa su cabeza coronar”.
Al respecto, Pil cuenta que lo escribió poco antes de las elecciones: “Esto es un matrimonio donde no hay bastón de mando sino corona. No me parece apropiado. La letra me salió de adentro, como un rechazo a un gobierno soberbio y hegemónico, al que no le gusta que lo critiquen, que cree que todo lo hace bien. ¡Y las últimas elecciones las perdieron!”
Fuente: Crítica
Tan calmo, reflexivo y locuaz como siempre, Pil integra la pequeña lista de músicos de rock con los cuales una larga charla resulta interesante y lúcida. Salvo las palabras más filosas de su época más descontrolada, es una cualidad que se mantiene igual a través de los años.
Actualmente vive en Perú con su familia, pero con visitas desde la distancia mantiene viva la llama del legendario grupo Los Violadores, la banda que nació sobre el final de la dictadura y que marcó a fuego los años ochenta con hits como “Uno dos ultraviolento” y “Fuera de sektor”. No sólo acaba de sacar un nuevo álbum llamado Rey o reina, sino que también es el eje de la película Ellos son Los Violadores, de Juan Riggirozzi, un documental que se presentó a lo largo de este mes en la sala Artecinema (Salta 1620), siempre los días sábado, y que hoy y el próximo 5 de diciembre tendrá sus –por ahora– últimas exhibiciones, a las 22.30.
–¿Cómo surgió este film?
–Es un documental al estilo de los de Julien Temple con los Sex Pistols, con entrevistas actuales e imágenes de archivo. Son en ese estilo. Riggirozzi había hecho dos videoclips con nosotros, y nos preguntó si nos parecía interesante hacer un documental, y vía la web fue convocando a gente para que entregara material o estuviera dispuesta a hablar. Y se empezó así, desde diciembre de 2007, a buscar material y también a filmar el recital en Obras de los 30 años de punk.
–No aparece Stuka.
–Estamos casi todos los músicos, salvo Stuka que no contestó y está en su historia. Quizá sea una rebelión lejana o una manera de victimizarse. Pero hay opiniones de músicos como Cerati, los Cadillacs, La Renga y Catupecu, además de algunos periodistas. Hasta aparece Hari, que fue el motor iniciador del grupo.
–¿Qué te pareció?
–Primero la vi en la laptop de Juan y después en DVD, pero no vi el corte final, donde se agregaron los Toten Hosen. El principio es arrollador, después se marca bien cuando la banda pierde el rumbo y se ven shows que son malos. Y está la última etapa, que es la que más me gusta porque es la que estoy viviendo ahora. Lo otro es nostalgia o recordar con tristeza. Son muy lindas las imágenes del 83, pero son cosas que ya viví. Hay momentos de la película donde me sentí mal al verme y me da vergüenza haber estado así en un momento de mi vida, tan borracho. Me veo pasado de copas y me parece mal, pero lo hice y fue parte de mi vida. Por eso creo que la película también te desnuda. Hay intimidades que afloran. Parecen dos bandas con dos formaciones distintas, con un cantante que está desde el 81. En definitiva, son dos películas dentro de una y una banda que se transforma en dos.
–¿Te sorprendieron los elogios de los demás músicos?
–A Cerati lo conozco desde el 83 y a él le gusta mucho “Represión” y el primer disco. Sabía que podía hablar bien de eso. La gente de La Renga nos dio muchas satisfacciones de tenernos como referentes, invitarnos a sus shows, y el Chizzo grabó en este nuevo disco. Del pop-rock de Soda Stereo hasta el rock de O’Connor y Hermética hay un montón de núcleos que nos miran. ¡Salvo los músicos de reggae, que tienen la cabeza arruinada de tanta marihuana que fuman y no pueden escuchar rock, porque parece que tienen que escuchar siempre una misma cadencia! Los únicos que escapaban de eso eran los Clash, donde Paul Simenon le llevaba el reggae a los demás.
–Es muy sincera la frase donde decís que la resistencia a los militares no fue por valentía sino porque eran jóvenes.
–Hay una pregunta que siempre flota en la película, y es si volvería a hacer eso. Yo no sé si lo volvería a hacer y no sé si uno era valiente, porque uno no medía las consecuencias. Era joven y esas son las cosas que se hacen cuando sos chico. Supongo que sí lo volvería a hacer, pero valió la pena, sí. No es para nada despreciable haber hecho la carrera de una banda. Era muy difícil de imaginar grabar un disco en esa época, porque era muy complicado hacerlo, pero cuando estaba haciendo el primero ya me imaginaba que el cuarto o el quinto sería en vivo, como fue. Porque veía que teníamos talento. Y en esta formación también lo veo. Lo bueno es que hay armonía y hay momentos que no nos vemos, tocamos cada dos meses y se rompen los egos de bandas, Siempre hay egos en una banda, más si son argentinos los integrantes. No sé cuánto más durará, esto ya es un tiempo de yapa, porque es realmente milagroso caer de tal forma y volver a resurgir tan “fénixmente”, comerse un underground y seguir, tener una película, un disco nuevo, rock de buena calidad, con inspiración. Porque habitualmente una banda se separa y pierde el rumbo.
–Así como el rock te salvó del trabajo de oficinista, ¿quién te salvó del descontrol?
–Mi mujer, Claudia, tuvo mucho que ver con dejar la bebida. Es la única mujer en mi vida que me encontró y me dijo “Vos valés mucho, sos un tipo inteligente e hiciste muchas cosas, ¿por qué estás así?”. Lo bueno es que nunca entré en drogas. No me gustaron. En el grupo había marihuana y cocaína, que desgraciadamente vuelve mala a la gente, la torna egoísta, cerrada, egocéntrica. Por eso empecé a tomar alcohol, para anestesiarme.
–¿Sigue habiendo viejos punks en el público?
–Los más viejos están atrás, ¡o adelante de todo, en el escenario! La gente más grande va a consumir el DVD o la película. Y viene mucha gente jovencita.
La letra sobre “la reina Cristina”
En 1981, Los Violadores se animaron a cantar “Represión”, con frases como: “Fútbol, asado y vino, así es el pueblo argentino. Represión a la vuelta de tu casa, en el quiosco de la esquina, en la la panadería, ¡represión 24 horas al día!”.
Hoy, con su flamante y excelente nuevo disco Rey o reina, donde recuperan toda la energía y estilo de sus trabajos más clásicos, también vuelven a plasmar una letra dura, crítica y filosa, que dice: “¿Adónde irán, adónde diablos soplarán los vientos del sur, patagónicos? ¿Qué nos van a dejar, si es que hay algo por dejar, siete plagas más? Hegemónicos, pantagruélicos, van por el poder. ¡De república a monarquía va la reina Cristina! Sólo les importa su cabeza coronar”.
Al respecto, Pil cuenta que lo escribió poco antes de las elecciones: “Esto es un matrimonio donde no hay bastón de mando sino corona. No me parece apropiado. La letra me salió de adentro, como un rechazo a un gobierno soberbio y hegemónico, al que no le gusta que lo critiquen, que cree que todo lo hace bien. ¡Y las últimas elecciones las perdieron!”
Fuente: Crítica
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