Día internacional contra la explotación sexual y el tráfico de mujeres, niñas y niños. Ese delito mueve 32 mil millones de dólares al año, y en la Argentina contabiliza cerca de medio millón de víctimas. El flagelo crece y nuestra región no está ajena.
Es uno de los delitos más siniestros que se conocen. Sin embargo, sigue creciendo. En nuestro país, cerca de 450 mil mujeres y niñas son explotadas sexualmente, y en todo el mundo esta “actividad” mueve 32 mil millones de dólares al año, ubicándose sólo por detrás de otras aberraciones: la venta de armas y el narcotráfico.
La Argentina (una vez más, y van...) se destaca tanto por la positiva como por la negativa.
Por un lado, el 23 de septiembre de 1913 se promulgó la ley 9.143. Impulsada por el diputado socialista Alfredo Palacios, se erigió en una norma pionera por excelencia para reprimir la rufianería. Esa fecha quedó instaurada, en enero de 1999, para recordar el flagelo y promover la lucha contra el mismo, por decisión de la Conferencia mundial de la coalición contra el tráfico de personas.
Pero, por otra parte, en ciertas regiones del territorio nacional se trata de un flagelo en crecimiento, según denunció este martes la diputada provincial neuquina Graciela Castañón.
El fenómeno no es nuevo. No obstante, teniendo en cuenta que su caldo de cultivo se encuentra en la pobreza y la marginalidad y en los bajos niveles de escolarización, se ha redoblado el alerta en las provincias del Norte argentino, las más castigadas por el empobrecimiento del país.
De Norte a Sur
En tal sentido, se puede trazar un “mapa del espanto”. El lunes último, durante la jornada “No a la trata”, organizada por la legislatura chaqueña, la titular de la Comisión provincial multisectorial de la mujer, María del Pilar Doti, denunció que además de esa provincia la zona de mayor reclutamiento de mujeres y niñas se completa con Entre Ríos, Misiones, Corrientes, Santa Fe y Tucumán. En tanto -dijo-, Buenos Aires y Córdoba encabezan la lista de “destinos” elegidos por las redes mafiosas, junto con La Pampa y las provincias del Sur.
“Neuquén es considerada como un lugar de tránsito y colocación de las víctimas”, confirmó la diputada Castañón, para aclarar que se debe a que allí existen lugares de gran “concentración de hombres que trabajan lejos de sus grupos familiares por períodos prolongados. Además -dijo-, la ubicación geográfica (fronteriza con Chile) facilita el traslado de víctimas en las rutas de trata internacional”.
Nuestra región no es ajena al fenómeno. Hace tres años, el representante de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimó que el 30% de las muchachas paraguayas “cautivas” se encontraba “atrapado en La Plata y su área de influencia”.
También se conocen casos de peruanas, guatemaltecas y bolivianas que, engañadas mediante una oferta de trabajo en nuestro país, firmaron algún tipo de contrato. “La mayoría llega engañada y está convencida de que debe una suma al proxeneta, por los pasajes que usó para llegar, y que si no saldan su deuda, prostituyéndose, van a matar a su familia. Y nunca puede pagarla porque les cobran multas, que van de 150 a 500 pesos”, explicó la psicóloga Zaida Gatti.
Las organizaciones que denuncian y luchan contra el flagelo aseguran que la situación es muy compleja debido a la connivencia de miembros de distintas instituciones. Durante la jornada realizada en la legislatura chaqueña hubo duras críticas al sistema “por la escasez de acciones para investigar el delito”, en tanto que María del Pilar Doti denunció que la trata de personas “muchas veces crece al amparo de la complicidad policial y política”.
Las cifras del horror
Patricia Maistegui y Elizabeth Soto, profesionales del neuquino Consejo provincial de las mujeres, subrayaron que el 90 por ciento de las víctimas de la trata son mujeres y niños, y que cerca del 30 por ciento de esas mujeres son menores de edad.
Según la OIM, sólo en 2006 desaparecieron 476 mujeres de diferentes edades en la Argentina (70 de ellas en Tucumán). “El alquiler de mujeres vale mucho. Se calcula que una mujer explotada sexualmente puede generar una ganancia de 1.200 pesos por día, y cada vez aumenta más la demanda de jóvenes y hasta niñas”, dijo Nancy Sotelo, del Colectivo de mujeres Las Juanas, del Chaco.
Los informes de la OIM, que junto a la ONU y a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es de las pocas agencias que realizan informes en el país y llevan registros a nivel mundial, indican que 5.000 pesos es la cifra más alta que se pagó en la Argentina por una esclava sexual, y 150 pesos el monto menor, para explotarlas de por vida.
Cuando la víctima es una menor, ella sola puede generar una ganancia de 130 mil dólares al año, según la OIT. En tanto, la OIM estima que un grupo de siete mujeres menores esclavas sexuales le reditúa a sus captores unos 80 mil dólares mensuales. Es preciso multiplicar los esfuerzos para que los delincuentes terminen presos.
La legislación
En la Argentina del Centenario, el Reglamento de Prostíbulos -dictado en 1875- decía: “No podrá haber en los prostíbulos mujeres menores de 18 años, salvo que se hubieren entregado a la prostitución con anterioridad”. Norma hipócrita, si las hubo.
Tiempo más tarde, el diputado socialista Alfredo Palacios propuso una reforma al Código Penal para reprimir la rufianería con penas de hasta 15 años de prisión. La ley es recordada como uno de los hechos históricos en la lucha contra la siniestra actividad.
Hoy rige la ley 26.364, de “Prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus víctimas”, promulgada en abril de 2008.
Si bien se considera un avance, no son pocos los que critican ciertos aspectos. Muchas organizaciones de mujeres “disparan” sobre la diferencia que se establece entre quienes son explotadas “sin” consentimiento y quienes lo son “con” consentimiento.
Casi 400 víctimas de trata fueron rescatadas en distintos procedimientos realizados desde la sanción de la ley. Un tercio eran menores de edad: algunas, niñas de 11 a 17 años. En total, hubo 289 detenidos, entre proxenetas, reclutadores y madamas.
La “demanda”
La profesora Nancy Sotelo, del Colectivo de mujeres Las Juanas del Chaco, dice que “la inequidad de género, la pobreza, la falta de oportunidades, todo eso impulsa a muchas mujeres
a buscar alternativas de vida o a caer fácilmente en engaños”, pero remarca que “una de las causas para que existan mercados de servicios sexuales es la gran cantidad de demanda.
Fuente: Hoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario