miércoles, 17 de junio de 2009

La danza oficial se pone en movimiento

Backstage del Colón. Alejandro Parente será el primero de los tres Albrecht (con Edgardo Trabalón y Gerardo Wyss) que tocarán a la puerta de Giselle Foto: LA NACION / Julián Bongiovanni


Detrás de escena: las compañías del Colón y del San Martín

Cómo llegan a escena el Ballet Estable y el Contemporáneo, elencos que esta semana levantarán el telón de sus respectivas temporadas de cosecha tardía

Por Constanza Bertolini
De la Redacción de LA NACION

Clásica y contemporánea, la danza oficial de Buenos Aires pondrá en movimiento esta semana a sus dos naves insignia. El Ballet del Teatro Colón y el del San Martín comenzarán sus temporadas -"más vale tarde...", dice el refrán-con la revisitada Giselle y un programa mixto de obras nuevas, respectivamente. Así, paradojas mediante (como que los elencos de más valía trabajan a diario en condiciones adversas), estos espectáculos llegarán para aplacar las ansias de los balletómanos, que no querrán perderse la ocasión, subrayada por la singularidad de la coincidencia.

Con el estreno para el Colón de su propia versión del ballet romántico -se vio en el Argentino de La Plata en 2002-, Lidia Segni concretará pasado mañana aquellas palabras que repetía hace tres meses, cuando iniciaba su gestión en el Estable: "Hay que levantar el telón". Una meta que puede sonar simple y hasta obvia, pero que en el estado actual del Colón (conflictuado y acotado extramuros) para nada lo es.

En verdad, la temporada de ballet iba a comenzar con El corsario. Pero ese título, del cual no existe en la casa escenografía ni vestuario, se cayó días después de ser anunciado oficialmente porque ni la Opera de Roma ni la de Munich ni el ABT pudieron ofrecer en alquiler o préstamo sus producciones. Con esto, la visita de la repositora Anne Marie Holmes, que iba a montar la obra basada en el poema de Lord Byron, quedó en la columna del haber y, rápidamente, Segni apostó a una carta segura: Giselle. "La solución es buscar algo de lo que sepamos que existen partituras, vestuario, escenografía, para tener a la gente trabajando, que es lo principal -pensó en su momento la directora-. Si estuviera en el Colón, subo un piso, bajo dos, abro placards, y ahí esta todo, pero es responsabilidad mía que la gente baile y tenga lo que precisa para bailar. ¿Es duro? Sí, es difícil. A mí, lo que me levanta es ver cómo trabaja la gente, la buena onda."

Así es como el año comienza en junio, con la historia de la campesina de salud frágil que se enamora hasta la muerte del duque Albrecht. Durante la primera jornada de trabajo del Ballet Estable en el Coliseo, que La Nacion presenció, una concurrida clase de técnica clásica sobre música no necesariamente clásica (si hasta se oyó "I Will Survive" y un tema de Radiohead al piano) dio paso al ensayo. Se midieron telones y movieron escenografías corpóreas; el maestro Carlos Calleja ajustó los ritmos de la Orquesta Estable a los pies de los intérpretes, y "los varones" y "las señoras" reconocieron su territorio, poniéndole signos de pregunta a un piso con desniveles que algunos leyeron como las huellas que deja El hombre araña, que se da allí los fines de semana. Todo esto, frente a la mirada de Pedro Pablo García Caffi, máxima autoridad del Ente Autárquico Teatro Colón, sentado en primera fila.

"¡Voy a bailar! ¡Voy a bailar!", exclamaba la primera bailarina Karina Olmedo, y esa conmoción tiene que ver con que ya pasaron 8 meses (¡ocho!) desde que el Ballet Estable presentó su último programa. Con traje de aldeana, Olmedo posó para algunas cámaras junto con las otras dos Giselles: Maricel De Mitri y Gabriela Alberti. Es que para hacer rendir las tres magras funciones de Giselle y cumplir con un ideal, "que bailen todos", Segni preparó igual cantidad de repartos. Más allá de las primeras figuras, habilitó roles a bailarines muy jóvenes: por ejemplo, Gerardo Wyss (23) tendrá su oportunidad de ser Albrecht.

Fuente: La Nación

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