lunes, 23 de noviembre de 2009

Patrimonio platense: Los relojes monumentales

Los relojes monumentales son piezas únicas, de gran valor histórico. Pero muchas veces dejan de funcionar porque no se consiguen piezas, o un experto que los repare. La ciudad acaba de recuperar el del Banco Nación.

Es paradójico, pero en estos tiempos en los que se vive de manera acelerada -pendientes de las agujas-, sólo unos pocos reparan en los enormes relojes que -desde lo alto de edificios emblemáticos- marcan las horas de la ciudad. Imponentes testigos de la historia, algunos estuvieron detenidos durante varios años, y otros todavía lo están, a la espera de que alguien arregle las piezas desgastadas y les vuelva a dar cuerda. Lo nuevo es que han recuperado el del Banco Nación.

Muchos de ellos nacieron durante los primeros años de nuestra ciudad, y por eso se los considera históricos y legendarios. Algunos fueron traídos directamente de Europa con la tecnología de aquellos años; y otros son réplicas de famosas piezas de relojería, como es el caso del reloj del Palacio Municipal. Fue reciclado en 2004 y constituye una de las pocas copias fieles del Big Ben de Londres que existen en el mundo.

En ocasiones, uno de los motivos por los que muchos relojes permanecen detenidos en el tiempo es el alto costo que implica repararlos. Algunos repuestos son difíciles y costosos de conseguir. Además, y si bien casi todos los relojes tienen arreglo, las prioridades en tiempos de crisis suelen ser otras.

Pero otra razón para que se haya detenido su engranaje se debe a que escasean los relojeros monumentales, es decir aquellas personas que tienen un oficio que ya no es habitual.

“No encontrábamos quién lo reparara. Además había que tener en cuenta que muchos de los repuestos ya no se consiguen”, dijo a Hoy el gerente del Banco de la Nación sucursal La Plata, Néstor Kogan. El esfuerzo valió la pena, ya que -en los últimos días- el reloj ubicado en el histórico edificio de 7 y 48 volvió a dar la hora después de 15 años de inactividad. “Esta pieza es de los comienzos del banco, es histórica”, agregó.

El artesano que puso en marcha ese y otros relojes de la ciudad es Javier Ahumada, que al ser consultado por este medio explicó: “Ese reloj data de 1925, más o menos, es alemán, mecánico, funciona por contrapeso. Una reliquia. El trabajo que hice fue automatizar la cuerda para que no vuelva a detenerse más; aunque haya desperfectos eléctricos el reloj no se detendrá”.

En su currículum se encuentra haber reparado los relojes de la basílica del Sagrado Corazón de La Plata y el de ser el encargado de mantener los antiquísimos relojes del Arzobispado platense.

También hizo que volvieran a funcionar los relojes ubicados en la basílica de Venado Tuerto, el edificio municipal de esa ciudad, la iglesia de Magdalena y la de General Villegas. Aún lo espera la reparación del centenario reloj de la Universidad de La Plata.

Oficio de pocos

“Hoy mi oficio es muy buscado porque somos muy poquitos quienes nos dedicamos con pasión, orgullo y respeto. Debo ser uno de los pocos relojeros monumentales de la zona, sino el único”, dijo, y agregó que su interés por los relojes comenzó desde pequeño con la curiosidad de saber de dónde provenía el tic-tac de los despertadores.

“Eso me llevó a desarmar uno de los que mis padres utilizaban diariamente, luego de observar todos sus movimientos. Por supuesto, lo desarmé y no pude armarlo, fue una materia pendiente durante muchos años”, relató.

Esa materia pendiente creció con él hasta transformarse en un hobby y luego en un oficio. “A los 19 años vine a La Plata para estudiar en la facultad, luego de unos años concurrí a la relojería de un señor ya retirado que fue mi gran maestro. Me enseñó todos los misterios de la relojería antigua: relojes de péndulo, cucú, carillones; cuanto más antiguos, mayor era el desafío. En la facultad no me fue bien, pero me dediqué de lleno a la relojería”, apuntó con orgullo.

Su pasión por el tiempo lo llevó a interesarse por los relojes monumentales de La Plata, debido a que veía que muchas de esas grandes máquinas habían dejado de funcionar. “Veía la cantidad de relojes de edificios y paseos públicos que estaban sin funcionar”, dijo, y agregó que realizó un curso de relojes monumentales en México.

También estudió tornería para fabricar sus propias piezas. Hoy, a los 43 años, asegura que todo reloj que llega a sus manos “pasa a ser mío hasta que el dueño lo retire”, y añade que el “reloj es el patrimonio de un pueblo, no es una herencia de nuestros antepasados, sino un préstamo de nuestra descendencia”.

Las máquinas platenses

La mayoría de los relojes de La Plata fueron instalados en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, es decir, en los años fundacionales de la ciudad. Muchos ya fueron retirados de servicio, como los que formaban parte de la serie emplazada en 1913 en el parque Saavedra, plaza.

Rocha, plaza Italia y el Paseo del Bosque, entre otros.

Algunos esperan su turno para que los reparen como el de la Universidad, el de algunas iglesias y edificios públicos de la ciudad.

Los relojes monumentales son el símbolo de una época y también son representativos de los años actuales. En los primeros años de la ciudad, marcar el paso de las horas constituía una cuestión de elegancia y distinción, que se sumaba al estilo europeo.

Además, emplazar grandes relojes significaba seguir con la estética arquitectónica ideada por el fundador de La Plata, Dardo Rocha. Por esa razón, muchos de los principales monumentos tienen en sus torres antiguos relojes.

Se trata de piezas únicas, de un enorme valor histórico y cultural que forman parte del patrimonio platense, adornan los edificios, la diferencian de otras ciudades y remontan a otra época.

Fuente: Hoy

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Grande genio!!!!!!

Anónimo dijo...

Un Villeguense, en la cima, tenia que ser de mis pagos.