viernes, 13 de noviembre de 2009

“Francia” se acercó a Mar del Plata

CINE › AYER SE PRESENTO LA NUEVA PELICULA DE ADRIAN CAETANO

“Hay gente que me dice que mi película no le rompió la cabeza, pero yo no quería romperle la cabeza a nadie”, señaló el director en el nutrido encuentro con la prensa posterior a la proyección de Francia, que exhibe su marca, pero también algunas dudas.

Desde Mar del Plata

Y el glamour llegó a Mar del Plata, por la vía más inesperada. No habrá habido una sola estrella en la ceremonia inaugural –es posible que tampoco la haya en el cierre–, pero ahora llegaron Natalia Oreiro y Mónica Ayos y provocaron marejadas de curiosos, apretujones, griterío. ¿Qué hacen por aquí? ¿Presentan una nueva telenovela, una marca de ropa, promocionan algo? Sí, promocionan, pero ninguna de esas cosas: llegaron acompañando Francia, la nueva película de Adrián Caetano, realizador no precisamente identificado con el glamour y la lentejuela. Presentada previamente en Venecia y San Sebastián, Francia es parte de la Competencia Internacional de este festival. Sección que en estos días –cuando el festival se acerca a su cierre– presenta también la española V.O.S., la griega Colmillos y la finlandesa Cartas al Padre Jacob.

“Hay gente que me dice que mi película está bien, pero que no le rompió la cabeza”, dijo Adrián Caetano en la conferencia de prensa posterior a la primera pasada de Francia, donde se presentó acompañado de ambas damas y el bastante menos bello Daniel Valenzuela. “Pero yo lo que quería hacer era eso, una buena película y nada más. No quería romperle la cabeza a nadie”, completó el director de Un oso rojo y Crónica de una fuga, uno de varios comentarios entre ocurrentes y ácidos que deslizó en la reunión, celebrada frente a una inusitada cantidad de público. Un poco a la manera de Brazil, el título de la película de Caetano representa ese lugar que siempre será para otros. Es que los protagonistas son gente trabajadora. La clase de gente cuya máxima aspiración es no perder el trabajo, que no falte la comida en la mesa, que los hijos lleguen más lejos que ellos.

Lo antedicho es parte de las preocupaciones de los protagonistas de Francia, un matrimonio separado y su hija de doce años. Oreiro es la mamá, que trabaja de mucama; el menos conocido Lautaro Delgado es el papá, obrero metalúrgico; y Milagros Caetano, hija del director, es la hija de ambos, Mariana. Escrita y producida por el realizador y filmada en digital, Francia representa, en términos de tamaño, un regreso a los tiempos de Bolivia, que Caetano también había producido por su cuenta. Sin embargo, Francia es menos homogénea que Bolivia. No sólo por el elenco, que combina actores amateurs con celebridades y rostros paradigmáticos del cine independiente con otros muy identificados con las tiras televisivas (Lola Berthet, Violeta Urtizberea, Agustina Lecouna), sino por ciertas discontinuidades y exabruptos dramáticos y narrativos, que no siempre parecen deliberados.

Como cuando Caetano inscribe en el cuadro, durante una única secuencia, ciertos poemas breves que rozan el kitsch. O el tono farsesco con que están narradas las escenas en casa de los patrones de Oreiro, burgueses bastante ridículos. O el personaje del psicólogo peronista que atiende al padre tras varios episodios de violencia familiar, y que parecería estar mucho más confundido que él. En otras ocasiones es el propio verosímil (uno de los fuertes del realizador, hasta el momento) el que aparece muy resentido, como cuando la maestra del colegio progre al que concurre Mariana (¿pueden una mucama y un operario hacer frente a la cuota de un colegio privado?) la agarra de la oreja y la zamarrea, como una “seño” de un siglo atrás.

Desde ya que más allá de ello la “mano” del ya mítico correalizador de Pizza, birra, faso se hace presente en cada encuadre, en algún deslumbrante plano secuencia y, sobre todo, en la utilización del fuera de campo visual y sonoro, materia en la que Caetano siempre les llevó varios cuerpos de ventaja a la mayor parte de sus camaradas. Pero el conjunto aparece como un puzzle, con algunas piezas de más, otras de menos y no pocos chirridos. No es eso, sin duda, lo que se le puede reprochar a V.O.S., la nueva película del catalán Cesc Gay, que dos años atrás había ganado aquí el Astor de Oro, con su anterior Ficción. Basada en una obra de teatro, V.O.S. es, más que una película, un dispositivo ajustadísimo, en el que dos parejas viven una historia, al mismo tiempo que la crean y representan. No se trata de cine dentro del cine sino más bien de un texto y la producción de ese texto, coexistiendo en el mismo plano de representación. Los cuatro protagonistas son gente del medio (¿fílmico, televisivo?) y todo tiene lugar en decorados de estudio (¿fílmico, televisivo?). Algo así como un cruce improbable entre Friends y un guión de Charlie Kaufman, más allá de ser un mero divertimento ingenioso, elegante y frívolo, el problema de V.O.S. es su mecánica de sitcom. Y el hecho de ser, antes que una película, un ejercicio metalingüístico, magníficamente actuado e irremediablemente fútil.

El dispositivo rige también la película griega Colmillos, ganadora del premio mayor en la sección “Un Certain Regarde” de Cannes. En este caso se trata de una familia entera que, a instancias del padre, vive encerrada dentro de su propiedad, sin autorización para salir de ella y sin otro contacto con el mundo que una empleada de vigilancia que, cada tanto, practica visitas “higiénicas” a los hijos (varones y mujeres, indistintamente). Todo obedece a reglas férreas, que incluyen rituales domésticos, juegos familiares y hasta un lenguaje alternativo. Como podía preverse, la puesta en escena digitada por el realizador Yorgos Lanthimos es tan rígida como las reglas del padre, haciendo que cada plano, cada encuadre, funcionen como ratas de laboratorio. La finlandesa Cartas al Padre Jacob luce, en cambio, tan anticuada como el hecho de tener por protagonista a un padre ciego y abnegado, que soluciona los problemas del prójimo por carta. Se las lee una ex presidiaria, tipa durísima a la que la beatitud de su anfitrión indefectiblemente ablandará. Aunque tenga veinte años menos que Aki Kaurismäki, el realizador Klaus Haro parecería tener veinte más. Por lo menos.

* Francia se verá hoy a las 16 en el Auditorium, y mañana a las 10 en el Teatro Colón. V.O.S., hoy a las 14.30 en el Auditorium. Colmillos, hoy a las 15 en el Ambassador 1. Cartas al padre Jacob, hoy a las 13.30 en el Ambassador 2.

Fuente: Página 12

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