sábado, 14 de noviembre de 2009

El tango y la cultura negra

El desarrollo de un camino propio. A diez años del impacto de Tango argentino, Plebs disfruta y hace lo que le sale.

MILENA PLEBS ESTE SÁBADO 14/11 ESTRENA TRAMATANGO

El nuevo espectáculo de la bailarina y coreógrafa es una obra integral donde sobresale la búsqueda de los componentes afro en el baile.

Irene Amuchástegui

Hace algo más de diez años, los bailarines y coreógrafos Milena Plebs y Miguel Ángel Zotto ocupaban el escenario del Alvear con una fascinante recreación de una noche de milonga, que hizo historia. Poco después de aquella temporada, la mítica pareja se desintegró para siempre, anticipando, de alguna manera, el fin de una tradición –aquélla según la cual las parejas de tango constituían, así en el escenario como en la vida, una unidad indisoluble.

Como se sabe, tras la separación, Zotto siguió al frente de Tango x 2, la celebrada compañía que había fundado con Plebs al abandonar el elenco de Tango argentino. Por su parte, Milena pareció optar por la introspección y el bajo perfil, con esporádicas y celebradas reapariciones en el escenario de Piazzolla Tango, el cine (el documental Milena baila el tango… con Ezequiel Farfaro, dirigido por Rodrigo Peiretti) o el 11º Festival de Tango de Buenos Aires.
Ahora Milena Plebs vuelve a la calle Corrientes, y al Teatro Alvear, después de más de una década de ausencia: es la creadora y una de las intérpretes de Tramatango, el espectáculo de danza que se estrena hoy.

Siete parejas y tres “episodios” integran Tramatango. Plebs baila con Roberto Reis, a quien –a tono con los tiempos– cuenta que contactó en Facebook. “Yo sabía que Roberto está bailando con Natalia Lavandeira, que están en pareja y embarazados. Entonces me tiré el lance, le mandé un tímido mensaje en Facebook y enseguida me contestó entusiasmado”.

–¿Cómo funciona la fórmula?

–Con Roberto tenemos lenguajes afines. Él tiene bastante influencia de la escuela de Copes. Yo soy la coreógrafa, pero en el momento de bailar el que lleva es él. Ambos nos amoldamos, no trabajamos sobre un estilo propio de la pareja, porque no es el objetivo. Además, cada bailarín tiene su identidad: no me interesa convocar a alguien sólo para que me sostenga. Roberto es un par: se para en el escenario y ya está expresando.

–Tramatango se anuncia como un programa de tres partes. ¿Funcionan como una obra integral?

–En su estructura, el programa se parece más a una velada de danza contemporánea que a un formato tradicional de espectáculo de tango. Está dividido en tres secciones: Sintonías, Pugliese Yumba –que es un homenaje al maestro– y Tango Congo, que es el núcleo original del espectáculo y está inspirado en el legado de la cultura negra.

–¿La cultura afro aparece vinculada al tango?

–Hace años que me apareció la inquietud, a partir de un libro del arqueólogo Daniel Schavelzon sobre lo que pasó en la Argentina con los afrodescendientes: cómo la cultura negra fue desapareciendo, cómo la fueron desapareciendo. Fue silenciada, muchas de nuestras costumbres tienen origen afro sin que lo sepamos. En el tango podría haber más de la cultura negra de lo que nosotros suponemos o de lo que los historiadores suelen decir. Existe la leyenda sobre el origen de la figura del ocho del tango, que vendría de la imitación hecha por los compadritos de los bailes negros. Tomé como inspiración creativa ese posible germen, que es hipotético. Aclaro que no pretendo probar ninguna teoría, aunque creo que en la rítmica del tango hay más componente afro del que se suele reconocer.

–¿Cómo percibís tu propia evolución como coreógrafa, desde Tango x 2 hasta aquí?

–Creo que fue decantando algo propio, que hubo un desarrollo y un camino. Pero sinceramente, siento que todo lo que hicimos con Miguel (Zotto) en Tango x 2 fue tan fuerte, hacia adentro y hacia afuera, que para mí la misión está cumplida. Ya está. Todo lo que hago ahora es porque me gusta, porque lo disfruto y porque me sale. Lo que tenía que hacer lo hice: lo demás es yapa.

Fuente: Crítica

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