Discípulo Phillipe Genty, el francés Nicolás Gousseff pasó por Buenos Aires con una obra que reseña la batalla de un hombre solo para conciliar el sueño.
Por: Guido Carelli Lynch
La comedia se repite todos los días. Sucede en todas partes, en todo el mundo, desde que el lenguaje, la cultura y ¿la naturaleza? misma del hombre convirtieron las actividades más elementales –más animales– en decisiones calibradas o en simples manías para ordenar el caos. Comer, defecar, tener relaciones sexuales y dormir concienzudamente: tiene gracia y tiene tragedia. "Todos decimos 'bueno, me voy a dormir'. Nos ponemos la mano en un lugar o debajo del cuerpo, giramos una, dos veces. Y luego ocurren esos momentos preciosos que a mí me interesan, como el último gesto que hacemos antes de dormirnos definitivamente. Ponemos en marcha el despertador, que al final es como una bomba, lo último que vemos a la noche y lo primero que vemos a la mañana", explica, con acento francés en un castellano plagado de italianismos, Nicolás Gousseff.
Este actor, director, mimo y marionetista de formación ecléctica y maestros de la talla de Marcel Marceau y Phillipe Genty, desembarcó otra vez el sábado en Buenos Aires con su obra Dormir , luego de una primera y más tímida experiencia junto a Ernesto Torchia.
En Dormir todo es claro y directo. El lenguaje es corporal y el conflicto, uno solo: la batalla de un hombre en escena –el propio Gousseff– que se dispone a descansar y que debe lidiar con su propio insomnio. Tiene gracia, tiene tragedia y produce empatía en cualquier espectador, también en los chicos. "Quise hacer una obra bastante ligera en la que la angustia aumentara progresivamente. El sueño y la cama despiertan un universo agradable, pero el insomnio tiene una fuerza para angustiar que es muy inquietante", agrega Gousseff, al tiempo que reconoce que semejante profundidad de análisis sólo puede provenir de alguien que ha transitado demasiado tiempo el tortuoso limbo del sueño inalcanzable. "Sufrí bastante de insomnio, pero me interesa mucho, porque es como una isla en la mitad de la noche. Las cosas que se escriben durante el insomnio, suelen estar muy ligadas a la locura y al inconsciente. Una idea muy profunda a la madrugada puede ser muy estúpida por la mañana", larga este admirador del argentino Daniel Veronese y su Periférico de objetos.
Precisamente del teatro de objetos y de su pasado como mimo y marionetista se nutre Gousseff para entusiasmar y perturbar (como debe ser) a grandes y a chicos y crear "una esquizofrenia a través de los objetos" que tiene a su alcance, una cama, una sábana, sombras y no mucho más. "Me encantan las obras que son para todos. En la obra hay angustias que los chicos conocen muy bien y que los adultos pueden recordar y recuperar. Hay un cruce de miradas", se entusiasma.
–A Phillipe Genty, uno de sus mentores, también le gustaba trabajar con el sueño y el inconsciente...
–Después de la gira mundial con No me olvides , que dirigía Phillipe necesité separarme de él, como un hijo de su padre, cuando necesita espacio. En Dormir no hay nada más que una cama, un vaso de agua y un despertador. El mío es teatro pobre, pero el contacto con Phillipe me dio la magia y el placer de regalarle la ilusión al público, porque no hay que frustrarlo siempre. La diferencia es que Phillipe es como un mago, crea la ilusión y la gente no entiende cómo lo hace, conmigo el público ve todo, no hay trucos; los espectadores crean la ilusión.
– Marcel Marceau fue su otro gran maestro. ¿Cómo lo recuerda?
–Pasaron treinta años. Fue el mimo más grande de todos. Tenía una conciencia muy grande del ritmo escénico. El hablaba de la música del silencio, porque el arte del mimo es como las esculturas, que tienen un tiempo más lento, más profundo, más interno. Marcel era siempre el modelo perfecto, ideal para imitarlo, pero era difícil hacer algo distinto a su lado.
–Y buscó su propio camino.
–Exacto, la marioneta se volvió muy importante, igual que el teatro japonés y el barroco. Siempre estoy buscando cosas nuevas, trabajando con textos contemporáneos, buscando un lenguaje. Esa es mi preocupación.
Entre la pantomima y el clown , Gousseff escenifica sus divagaciones sobre el inconsciente, el sueño cotidiano y las pesadillas del mundo diario. " Dormir es una regresión, pero si en política dormimos, despiertan las dictaduras, la guerra, el éxodo, y el exilio", termina. Tiene razón, tiene gracia y tiene tragedia.
"Dormir", por Nicolás Gousseff
El Cubo (Zelaya 3053)
Días y horarios: Sábado 14 y Domingo 15/11
Fuente: Revista Ñ
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