lunes, 2 de noviembre de 2009

El bienestar occidental visto desde muy lejos

Nuri Bilge Ceylan. El director turco logra,con Lejano, su mejor película. Además de sus temas, uno de los mayores aciertos del film es su belleza formal, donde el realizador da rienda suelta a su pasión por la fotografía.

DIÁLOGO CON EL REALIZADOR TURCO NURI BILGE CEYLAN

Lejano es uno de los films más importantes de los últimos años, y su director se destaca entre los creadores cinematográficos recientes.

Entre los autores más importantes de la última década, aparece el turco Nuri Bilge Ceylan. Premiado internacionalmente, en nuestro país hemos conocido su segundo largo (Nubes de mayo) y el anteúltimo (Climas). Y recién ayer se estrenó en la Argentina la que muchos consideran su obra maestra, Lejano (Uzak). Aquí, los críticos franceses Michel Ciment y Matthieu Darras hablan con el director sobre el film que narra la relación entre un fotógrafo de clase media urbana, Mahmut, y su primo Yusuf, quien, tras el cierre de la fábrica donde trabaja, viaja a Estambul en busca de su salvación. Un film que no sólo retrata la Turquía contemporánea, sino las enormes diferencias sociales que se derraman en todo país periférico.

–¿Qué dificultades encontró en la escritura del guión, en particular para llegar a crear intensidad a partir de vidas monótonas?

–La escritura del guión me es en realidad siempre difícil. Escribir sobre una vida normal no es en sí más difícil. Me gusta eso. El guión de Uzak no es extraordinario. No es diferente de los otros tampoco. Algunos autores toman notas. Tienen siempre un cuaderno en su bolsillo. Yo no. Mis observaciones las guardo solamente en un rincón de mi cabeza. Y un día comienzo a escribir algo. Tras la primera frase, encuentro que es mucho más fácil. Pero la primera frase puedo esperarla durante seis meses. En realidad, no me gusta demasiado la etapa de la escritura: sentarse tanto tiempo…

–Su guión es muy preciso e implica numerosas elipsis. Por otra parte, su construcción es sólida, con una fuerte oposición entre largas secuencias casi mudas –generalmente en exteriores– y de cortas e intensas escenas dialogadas.

–Cuando terminé el guión, éste incluía numerosos diálogos. Dejé mi trabajo de lado durante 15 días, luego lo releí. Me dije que algo no iba. Entonces comencé a reescribir numerosas escenas, como tantas alternativas posibles. No tiré aquellas con largos diálogos. Deseaba poder elegir entre las dos en el rodaje. Para cada escena inicial de tres páginas, la alternativa sólo ocupaba un párrafo. Durante el rodaje, finalmente siempre he decidido rodar la versión más corta. Saben, cuando el rodaje comienza, se reflexiona de una manera nueva y más eficaz. Se ve mejor a qué se asemejará el resultado final. El cerebro se activa.

–En ningún momento explica cuáles eran los ideales de Mahmut: sólo se ve a sus amigos lo acusan de haberlos abandonado.

–Hasta donde yo entiendo, Mahmut tenía por ideales hacer películas y fotografía de arte. Pero al comenzar a hacer fotografía publicitaria, gana dinero, su vida se vuelve cómoda y se muestra perezoso. Pienso que a mi alrededor mucha gente está en la misma situación. El abismo que separa sus ideales de su verdadera vida aumenta cada vez más. Al final, renunciarán a todo esfuerzo en dirección de un ideal. Es una manera de protegerse. Mahmut organiza sus pensamientos de tal modo que le procuran comodidad.

–En cuanto a Yusuf, nos preguntamos a lo largo del film cuándo se detendrán sus sufrimientos. Sin embargo, lo deja sin decirnos qué le depara.

–No es importante. Intentará hacer alguna cosa. La parte fundamental es que desafió su orgullo. Al principio, se fija en lo que puede decirle Mahmut. Pero cuando éste lo acusa de robo, Yusuf cambia. Después de eso, es una persona diferente. Al partir de la casa, pienso que encontrará un trabajo o que él volverá con su familia aunque no creo en esta última posibilidad. Si empujan el orgullo de una persona hasta un determinado punto, este tipo de convulsión se produce. Yusuf pensaba que llegando a Estambul y ser familia de Mahmut le daría derechos. Generalmente, la gente de campo cuando llega a la ciudad, vive en casa de algún familiar y se quedan mucho tiempo. Raros son los huéspedes que se comportan como Mahmut: la mayoría de las familias tienen la práctica de ayudar, proporcionar de qué vivir. Pero para una persona sola como Mahmut, es más difícil.

–La vida de Mahmut se asemeja a la vida de mucha gente en Estambul, pero también a la vida de los occidentales, ¿verdad?

–Sí, Mahmut es una de las personas más occidentalizadas de Turquía. La diferencia es que no vive en un país rico. Turquía conoció una de sus más importantes recesiones en 1999-2000: numerosas fábricas cerraron, y el éxodo rural aumentó. Eso no afecta directamente a Mahmut, pero sí indirectamente, por la llegada de Yusuf, que viene a Estambul porque se hizo despedir. Yo creo también que la vida moderna y urbana crea personalidades como Mahmut. La vida intelectual igualmente crea este tipo de problema.

–Y usted, ¿tiene miedo de abandonar sus ideales?

–Vivo siempre al límite. En esta vida, perseverar es algo muy difícil. No tengo miedo de abandonar mis ideales, pero podría encontrarme en una situación donde debería tomar un compromiso. Lo que yo siento es que los vínculos entre el cine y la vida, y entre la vida y yo mismo no son muy sólidos. Me han pedido hacer publicidad, pero nunca he aceptado. No necesito dinero. Mis películas son de bajo presupuesto y yo mismo las financio. Anteriormente, antes de ser realizador, hice publicidad, pero ya no. La publicidad consiste esencialmente en mentir. Se deben presentar los productos mejor de lo que en realidad son. Pero para hacer publicidad es necesario, a pesar de todo, crear. Y prefiero guardar todas las ideas que tengo para mis películas y no para otra cosa. No deseo dilapidarlas en la publicidad.

Fuente: Crítica

No hay comentarios: