martes, 17 de noviembre de 2009

De paseo por un nuevo Festival de Videodanza

Larumbe Danza - "Con permiso"

Lo que pasó y lo que sigue

La señora que salió a hacer los mandados y, como vio luz, entró (con las bolsas) al Teatro 25 de Mayo, se acomoda en la fila cinco. Su vecina (de butaca, de barrio) mira el programa y le pregunta cuál es Aniceto , film anunciado para el próximo viernes, y ella responde enseguida: "¡La de Piquín!". Al micrófono, Silvina Szperling, directora de VideoDanzaBA recibe al público en general y, en particular, a los habitantes de un Villa Urquiza donde vive desde hace 22 años. La realizadora y coreógrafa presenta así la primera función del festival que sostiene hace once años y que, en esta edición, recupera un espacio para los espectáculos multimedia. Como los de las compañías de Madrid que se sucedieron el fin de semana.

Más o menos un día , del grupo Larumbe, cuenta la historia de amor real, de más de 20 años, de los coreógrafos y directores del elenco. De ropa interior y zapatos, el primer cuadro aborda la cotidianidad de la pareja e introduce como elemento para su danza un carrito de supermercado. En el segundo, el conflicto entre ambos deja a él coqueteando con una mujer de la primera fila y a ella cantando en un italiano rabioso Confusione. Esta escena funciona como puente de sentido hacia el último fragmento: dúo de reencuentro e intimidad que saca lo mejor de Juan de Torres y Daniela Melo como bailarines y que levanta la gran caja de madera que, desde el principio, estaba allí, como tarima. Espejo y pantalla, el dispositivo integra el video y las imágenes que se generan son de gran belleza.

Por su parte, tras una intro con megáfono que lleva al 50 por ciento masculino de Los Dedae a compartir champagne con la platea, el segundo par español emplea en Veintisiete un cubo, cuyas caras sirven de soporte a proyecciones de trabajos anteriores, con los que los bailarines interactúan. Desprenderse es la pieza corta que presentan como novedad, en una suerte de popurrí de bailes contemporáneos.

Al final, la señora de los mandados se va encantada, no sin antes averiguar si el champagne era de verdad.

Constanza Bertolini
Fuente: La Nación

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