Nuestra opinión: Muy buena
Cualquiera que haya visto alguna de las obras que pergeñó y dirigió Deby Wachtel (Pestañas como agujas, Las chicas de Flores y Siesta, entre otras) puede imaginar el rumbo que toma este Bondi que tiene parada en la Ciudad Cultural Konex.
Es un viaje repleto de humor y poesía (de hecho, la obra está inspirada en bellísimos poemas de Katherine Mansfield), pero con el sello de esta directora, lo que se traduce en un equilibrio perfecto de estos dos componentes. Wachtel tiene la fina sensibilidad de combinar humor y poesía, de tal manera que es difícil saber cuándo empieza uno y dónde la otra. Y desde allí se disparan las historias más desopilantes, las más tiernas, las más mágicas. Así es, precisamente, este viaje alocado de un colectivo con destino a La Boca que se desvía, toma vida propia y se transforma en una trampa más cercana al delirio que al miedo.
Los pasajeros de ese "bondi" son un grupo de jovencísimos actores que les dan deliciosa vida a sus curiosas criaturas. Cada uno tiene una particularidad que lo hace único y querible. Ellos viajan en ese colectivo bocetado apenas con unos caños y unas sillas; nada más, hace falta para imaginárselo en su loca ruta hacia la nada. Es un viaje de apenas 50 minutos, en el que hay romance, fiesta, peleas, canciones, toda con una sutileza y una delicadeza que evita fáciles estridencias. Un encanto, de punta a punta: la obra, los actores, la directora y su puesta. Uno se va con una sonrisa en el corazón.
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