domingo, 8 de noviembre de 2009

Contando a mi abuelo Juan Bosch en Silencio de Negras.-

Con llamativo despliegue coreográfico, María Isabel Bosch llora a su abuelo a través del recorrido de tres de sus cuentos: "Dos pesos de agua", "Los amos" y "El algarrobo", que consiguen retratar la realidad sociocultural de la República Dominicana de mediados del siglo pasado.

Teatro Silencio de Negras (Luis Sáenz Peña 663) Domingos a las 18.45
Hasta el 29/11/2009

Por María Daniela Yaccar
Fotografía gentileza de María Isabel Bosch

Buenos Aires, octubre 26 (Agencia NAN-2009).- El título de la obra ya lo sugiere, pero la actriz dominicana María Isabel Bosch se ve en la necesidad de brindar una explicación al comienzo del espectáculo: “Vengo a contar a mi abuelo, no a narrar quién fue. Otros lo saben mejor que yo”. Con un unipersonal basado en tres cuentos de Juan Bosch, la misión queda cumplida desde cualquier ángulo: “Satisfacer un capricho de nieta” o “rendirle un homenaje” al cuentista, novelista, educador, ensayista, historiador y biógrafo fundador del Partido Revolucionario Dominicano y ex presidente de ese país, depuesto por una dictadura militar en 1963. “En Argentina, mi abuelo es más conocido por su veta política que por la literaria”, explicó Bosch sobre el motivo de presentar Contando a mi abuelo Juan Bosch en estas tierras.

Cada domingo a las 18.45, en una pequeñísima sala del teatro Silencio de Negras (Luis Sáenz Peña 663), Bosch logra convertir su cuerpo en una audaz herramienta para contar a su abuelo. Sin escenario, escenografía ni cambios de vestuario, lo que brilla es su mutación constante porque, además de oficiar de narradora, encarna personajes de lo más disímiles: hombres, mujeres, niños, viejos y viejas, con el sufrimiento y las esperanzas del campesinado dominicano como trasfondo común. De eso habla Juan Bosch en "Dos pesos de agua", "Los amos" y "El algarrobo", cuentos que reunió su nieta para rendirle este tributo por la vía teatral con la compañía Tibai. “Podría haberme sentado en una silla y contarlos. Pero actúo desde que soy chica y quería hacerlo a mi manera. El hecho de que sea un unipersonal tiene que ver con que es algo bien mío”, contó Bosch a Agencia NAN.

El detonante fue su fascinación por "Dos pesos de agua", que arrastra "desde pequeña". El año pasado comenzó la etapa de “trabajo sobre los textos y realización de la dramaturgia”. Y el paso siguiente fue el estreno oficial en el XI Festival Internacional de Teatro Hispano en Washington, Estados Unidos, en octubre de 2008. Luego la obra llegó a República Dominicana, en junio de este año, y dos meses más tarde a Argentina, en una “coincidencia mágica” con el que sería el cumpleaños número 100 de quien muchos califican como un maestro de la narrativa latinoamericana y hasta padre del realismo mágico, nacido en 1909 y fallecido en 2001. El 11 y 12 de noviembre el espectáculo viajará a Chile, a la Feria Internacional del Libro.

Con el fin de lograr un efecto de “in crescendo dramático”, los cuentos de Juan Bosch aparecen entrelazados. El que prevalece es justamente "Dos pesos de agua", una historia sobre la fe de la vieja Remigia ante la sequía que afecta al pueblo de Paso Hondo y que comienza a expulsar a sus habitantes. El maíz se consume y la tierra se endurece, pero Remigia está convencida de que la lluvia llegará algún día y no se cansa de prender velas a las ánimas para que le concedan su pedido. “Es el cuento que dio origen a mi capricho porque es muy escenificable y teatral. Además es bien caribeño porque remite a ese pensamiento mágico y religioso representativo de donde yo vengo”, recalcó la intérprete y también directora.

En "Los amos", lo que se narra es la explotación del hombre por el hombre. Aquí Bosch encarna las dos caras de la moneda, la crueldad y el sufrimiento, con un diálogo entre un patrón sin escrúpulos y un pobre peón maltrecho física y mentalmente que, así y todo, se ve obligado a buscar una ternerita para satisfacer a su empleador. Y en "El Algarrobo", un relato que se asoma brevemente, Lico recobra la fuerza para tumbar un árbol en consonancia con el nacimiento de su hijo. “El hilo conductor de los relatos es que reflejan algún tipo de lucha, ya sea del hombre contra el hombre o contra las fuerzas de la naturaleza”, argumentó la actriz sobre la selección de los textos.

Con juegos corporales y coreográficos, increíbles matices en la voz y una gesticulación desenfrenada, la actriz consigue hipnotizar a la platea. A ello se suman las acertadas musicalización e iluminación. Como resultado, si algo sucede en esa pequeñísima sala es que la imaginación trabaja, y mucho. De pronto parece que la lluvia finalmente llegó para la suerte de Remigia, también que Lico está hachando un árbol o que las ánimas se ríen maliciosamente de las esperanzas de la vieja en un ambiente infernal. Es que no es Bosch quien está ahí adelante: lo que consigue retratar es toda una realidad sociocultural, esa que su abuelo dejó en sus escritos y la que en algún momento lo impulsó a luchar.

“El 90 por ciento de la obra son los cuentos porque son atrapantes”, subrayó, sin embargo, Bosch, con cierto aire de modestia. Para ella, lo que hoy es la obra es el resultado de “un año de trabajo” y de ciertos cambios que surgieron con las presentaciones, para que la partitura de sus movimientos no actuara en detrimento de la naturalidad que emana de la obra: “Buscamos que no fuera una cosa tan fría y que estuviera primero el alma de los personajes, que comenzaran a despertarse y a vivir por sí solos”, manifestó.

Bosch también vive su experiencia como un aprendizaje personal. “El espectáculo es como un viaje”, definió. “En cada función le encuentro un sentido ligado a la idiosincrasia dibujada en cada uno de los personajes. Conozco de dónde vengo y cuáles son mis raíces”.

Hacia el final de la obra, una iluminación que apunta a la nada viene a dar cuenta de la presencia espectral de Juan Bosch en la sala. La actriz, a un costado y a oscuras, cede el protagonismo a quien es, para ella, el eterno dueño de estas historias. La voz en off de Juan Bosch inunda el espacio y su nieta ya no es ningún personaje del Caribe Antillano. Es sólo eso, su nieta y, como tal, no duda en ceder a los efectos lacrimógenos que le suscita aquella grabación.

“A mi abuelo le decían ‘El Loco’ porque iba contra viento y marea. También, porque era muy honesto y estaba lleno de valores”, recordó, aún emocionada. Con esas palabras sintetizó el espíritu de esta propuesta, que tiene algo de motivación íntima y personal, pero que también busca acercar la obra de Juan Bosch a quienes no la conozcan: “Por ser una isla y por la dictadura que reinó durante 31 años, la literatura de República Dominicana no tuvo mucha promoción. Acá los libros de mi abuelo no fueron publicados. Es un autor leído y universal, pero en Argentina se leyó en los ’60 y en los ’70. Y no más”.

Fuente: Agencia NAN

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