sábado, 19 de septiembre de 2009

Una joya llamada Ala de criados

Alberto Ajaka -en la piel de Pedro Testa- uno de los cuatro grandes actores que llevan adelante esta aventura imaginada por Kartun

Mauricio Kartun ofrece un trabajo minucioso, repleto de ideas y bella teatralidad

Ala de criados. Texto y dirección: Mauricio Kartun. Intérpretes: Alberto Ajaka, Esteban Bigliardi, Rodrigo González Garillo y Laura López Moyano. Escenografía: Graciela Galán. Vestuario: Gabriela Fernández. Iluminación: Alejandro Le Roux. Diseño de movimiento: Luciana Acuña. Diseño de sonido: Guillermo Juhasz. Asistente de dirección: Gabriela Fernández. Teatro del Pueblo. Duración: 100 minutos.
Nuestra opinión: excelente

Después de El niño argentino , Mauricio Kartun vuelve a hincarle el diente a la clase alta argentina de principio del siglo pasado. Y lo vuelve a hacer con una combinación deliciosa de gracia, ironía, crueldad y palabras exquisitas. Lo vuelve a hacer con maestría.

Con el marco incandescente de las huelgas y la represión de la semana trágica de enero de 1919, Kartun ubica a los finísimos y aristocráticos primos Guerra (Tatana, Emilito y Pancho) en un elegante club marplatense donde podían asolearse, jugar tiro al pichón y degustar Bloody Mary sin solución de continuidad.

Los hechos que conmocionan a Buenos Aires llegan primero como lejanos rumores hasta que se instalan en el cuerpo de estos tres primos que ven en la posible complicidad de uno de los empleados del club la oportunidad de pergeñar una suerte de venganza de clase que los reivindique frente a la estricta mirada de Tata, el patriarca familiar.

Con ambigüedad, cinismo y mucho conocimiento del paño que maneja, Kartun acerca el mundo de esta familia de clase alta al de este empleado, Pedro, que tiene aires de señor y bien podría pasar por uno de ellos. Pero, irremediablemente, esos mundos chocan y estallan. En el medio está todo ese universo que ayudan a pintar (y de qué manera) los cuatro actores que Kartun tuvo la fortuna de encontrar y el tino de elegir.

Grandes intérpretes

Laura López Moyano no hace otra cosa que lucirse en su arriesgado rol de narradora/partícipe de la historia. Su mirada es la mirada que llega a la platea; su Tatana -con una lengua culta y cruelmente incisiva- es una maravilla de mordacidad. Y esta gran actriz la pasea por escena con una comodidad y un desparpajo que crean una empatía inmediata, con sus consiguientes contradicciones. No se quedan atrás sus primos, Emilito y Pancho, magníficamente compuestos por Esteban Bigliardi y Rodrigo González Garillo, respectivamente; sólo timoratos y anodinos en apariencia. Los dos esconden una beligerancia que llega a asustar. El Emilito que construye minuciosamente Bigliardi tiene momentos de una hilaridad incontenible.

Y también está Alberto Ajaka o Pedro Testa, el empleado del Pigeon Club, que ansía más que nada emparentarse con el estilo de vida de sus patrones. Ajaka llena de vida a este personaje que transita estados límite; de ser admirado, envidiado y deseado por los primos Guerra llega a la desesperación y a la furia desbocada de quien ha aguantado y ha callado mucho tiempo. En definitiva, el cuarteto de actores que dirige Kartun con precisión logra mantener el interés, la tensión (también sexual) y el suspenso de una historia que comienza y termina como una postal bucólica y chejoviana.

Música, vestuario y escenografía están lejos de ser meros acompañantes de la narración, tienen valor en sí mismos y contribuyen concretamente a que ésta crezca y se disfrute aún más. Ala de criados es de esos raros espectáculos a los que dan muchas ganas de volver.

Verónica Pagés
Fuente. La Nación

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