jueves, 3 de septiembre de 2009

"LA TERCERA POSICIÓN DEL HUMOR"


Entrevista a Pedro Saborido, creador de "Peter Capusotto y sus videos"

Por Juan Manuel Fonrouge.

Hablar con Pedro Saborido es bucear en una de las mentes más creativas y originales del país, que junto a Diego Capusotto, han conformado una dupla humorística que logró romper con el apelmazado aire televisivo, generando un fenómeno que desde la risa permite pensar.

En este número abordamos como tema central el humor político, y nos pareció que no había nadie mejor para hablar del tema que vos. ¿Como conjugaste el humor y la política?

Por querer hacer periodismo y no lograrlo. Con Omar Quiroga empecé a hacer periodismo, primero éramos amigos, pero también compañeros de militancia, y el hecho de no poder terminar de hacer pie en el periodismo, hizo que tuviéramos que seguir buscando trabajo en los medios. Caímos primero en radio Mitre, trabajando como guionista y luego accediendo al aire, y a partir de querer darle un condimento periodístico a lo que hacíamos es que empezamos a hacer humor político. Esto fue a finales del gobierno de Alfonsín y principios del de Menem. Después fuimos descubriendo que el humor político nos permitía no tener que coincidir necesariamente con la línea editorial del medio, porque de alguna manera el humor te permite ser más salvaje. Pensá que en esa época todo era mucho más tímido, hace 20 años, todavía había seineldines, planteos militares, aldos ricos, semanas santas, y el poder de ciertas corporaciones como la Iglesia era mucho más fuerte. Todo era más cauteloso que ahora, todavía la metáfora tenía su lugar, hoy los niveles de la expresión se extienden más, entonces el humor político era más sutil, de doble lectura. Después de Mitre nos llamó Tato Bores para trabajar en su último ciclo. De ahí nunca más me definí a hacer humor político marcado por la agenda diaria, por la lectura del diario. Como una especie de liberación de todo eso después hice “Delicatessen” y “Todo x 2 pesos”. En radio hicimos un programa con el Negro Fontova. Sí hago humor más como dice Rep, ‘todo humor puede ser político’, porque estás hablando de una realidad, y estás exponiendo una forma de pensar, hacer una broma también es una forma de hacer política, pero no hice más chistes sobre la Carrió y todo eso.

Pero varios de tus personajes están marcados por una visión política…

Sobre todo Bombita Rodríguez y Micki Vainilla, principalmente Micki que es el personaje que más crítica tiene, en cuanto a que está hablando permanentemente de un pensamiento semi-nazi, que se va a convirtiendo en sentido común en la gente. Frente a eso tenemos una postura que es satirizarlo, y en el satirizarlo está nuestra oposición a eso. Aunque hay que pensar que el humorista ante todo tiene que hacer reír, muchas veces somos como una especie de anarquista que tirotea todo lo que está alrededor, y a veces parece un anarquista, pero no lo es, por que tirotea siempre a determinados lugares. Lo más sorpresivo fue que desde la revista Humor para acá, el humor siempre fue baluarte del centro a la izquierda, de la defensa de la democracia. En los últimos años, otros espacios humorísticos más derechosos o liberaloides pudieron aflojarse y convertirse en lo que algunos catalogan como la ‘derecha divertida’, viendo el valor que tiene el humor para llegar con algunas ideas y algunos mensajes, y el valor de destrucción que tiene también. Yo no creo que a De la Rúa lo haya volteado un chiste en Videomatch, pero de alguna manera esa sátira sobre el mono termina poniéndole una frutilla al postre, y en ese sentido no sé cuáles son los límites. Hoy no me interesa trabajar desde los diarios, no tengo una respuesta automática ante cada hecho que sucede en la realidad, me interesa trabajar más con temas generales o sociales, que me salen más genuinamente.

¿Cómo es tu relación con la política?

Fui militante de superficie, y es un tema que aún hoy me apasiona, pero el tema de la política tiene diferentes dimensiones. La política no es sólo lo que reflejan los medios sobre la actividad de los dirigentes, muchas actividades que son realmente políticas no aparecen todos los días en los diarios, y cuando aparecen no lo hacen en la sección política. A mí la parte de política de los diarios me remite más a la parte de espectáculos. Hay todo un gran tramado de acción política que no es reflejado por los medios, que muchas veces realmente contaminan la cabeza, y lo único que terminás observando son pequeños fragmentos de discursos, en donde van formando opinión los comentaristas… Cuando observo esa parte de la política no me dan ganas de hacer humor con eso, ni lo tomo en cuenta, es anecdótica y coyuntural. Para mí, estar en el día a día de esa política es como hacer la página de chismes en la parte de espectáculos.

¿Y qué pasó con la militancia?

En cuanto a la militancia perdí los lugares, y las pocas cosas que hago con cierta actitud militante tienen que ver con determinadas formas de trabajar con la gente que me rodea. Me gustaría recuperar algún espacio, no me ha sido fácil en los últimos años, porque creo que esos espacios se han profesionalizado, viví de cerca cómo se iban dividiendo las orgánicas, entre los operadores y la militancia, que tenia que ver con la colaboración más plana, hasta con el fomentismo. Entonces en determinado momento tenías que optar entre tratar de pelear una concejalía o ir a pintar escuelas. Mirá cómo se han reducido los lugares de encuentro político, las unidades y comités, antes un tipo se acercaba para tomar mate, entraba a la política de una manera casi natural, alguien que quería participar de algo, que por ahí no tenia experiencia ni herramientas, pero se las daban. Hoy o sos un cuadro que tiene acceso a ciertas herramientas por estar cerca de alguno o no podés aportar más que desde tu lugar. A mí me pasó eso, he visto tipos que son profesionales de la política sin ningún tipo de ideología, más que el hecho de aportar en una carrera de poder. Esto sin ser crítico a la disputa por el poder, que de eso se trata.

¿El contexto político influye para pensar los programas? “Todo x 2 pesos” era en muchos aspectos una parodia al menemismo…

Era el momento del final del menemismo, y con altos niveles de berreteada, muchas veces no es voluntario, no es que uno dice: ‘voy a hacer un personaje que va a reflejar tal cosa…’ Micki nace desde la concepción de tener un tipo que se hace el pelotudo ante determinadas cosas, y después el personaje empieza a crecer y ves que tiene un correlato real, que ese pensamiento semi-nazi se va convirtiendo en sentido común, de pronto tiene cosas bestiales como remontar en la plaza una bandera con la SS, pero también tiene comentarios que se los podés escuchar a un amigo tuyo, o en un café en un arranque de irreflexión. La realidad después hace que ese personaje tenga otras connotaciones, quizás no estaba tan agudizado este enfrentamiento entre excluidos e incluidos cuando parimos a Micki, los personajes no están planificados o diseñados para que digan ciertas cosas, pero después terminan opinando cosas que vos tenés encima, es como que nuestra visión de la realidad nos sale por ahí. Quizás lo que queríamos era hacer reír, pero cuando evoluciona el personaje decís: ‘es verdad, hay un montón de tipos que piensan así’, es lo que está pasando, estamos al borde de una guerra en donde los niveles de racismo empiezan a crecer, y no es sólo en la clase alta, es en el tachero, en el quioskero, todo este tema de la inseguridad, entonces empiezan a saltar las irreflexiones, lo primero que se te ocurre no es pensar un poco, sino decir ¡negro de mierda!. A veces pienso: ¿cuándo va a llegar el momento en el que digan ¡hay que matarlos a todos!? En ese sentido parece que es un monstruo de anticipo lo que hicimos con Micki.

Pero Bombita Rodríguez también es un personaje con una lectura claramente política…

Lo que aparece es toda una postura o una visión que tiene que ver con un humor que se va haciendo a partir de cierto descontracturamiento de la militancia, con la vivencia de una cultura de fines de los ‘60 y principios de los ‘70, que fue lo que vivimos con Diego de chicos, de ahí ese aire pipomanceresco, la TV en blanco y negro. Es una visión infantil de esa época, que mas allá de lo que vino después tenia una alegría, una esperanza, unas ganas de otro mundo. Es esa estructura de cosa política y peronista…muchas jodas que hacemos con Diego o con mis amigos de militancia, un humor interno que empezamos a compartir. Para nosotros Bombita es una sorpresa, creíamos que iban a ser militantes nada más los que lo iban a entender, por la terminología, y nos dimos cuenta de que lo cazaba más gente de la que imaginamos.

Algunos ven en Bombita una autocrítica al fierrerismo y al dogmatismo político…

Para mí los montoneros eran una realidad cotidiana, tenía un primo montonero, y los de la tienda de la esquina eran también montoneros, no eran Al Qaeda encerrados en una caverna, había manifestaciones y salían a la calle. Había muchos matices en el peronismo, y muchas cosas convivían todavía. Pensá que estuvieron 18 años para que vuelva un tipo, es muy fuerte todo lo que se armó, no eran una bandita de 4 boludos que tiraban piedras, ¡se armaban ejércitos!. Y las edades, por ponerte otro ejemplo, el Che entró a la Habana con 31 años, eran otras intensidades, con sus pro y sus contras. Muchos hoy tratan de conciliar, en el mejor de los casos, las aspiraciones individuales con las colectivas, y como supervivencia terminan primando las aspiraciones individuales. Pensá que eran épocas donde lo colectivo era la primera instancia, en el día a día, la cotidianeidad estaba atada a una causa, y Bombita quizás habla de eso, más allá de todo lo que pasaba, mi visión infantil de esos años es una visión primaveral, el país era un asado, Perón venía y se festejaba. En mi barrio los tanos de la esquina sacaron la mesa a la calle y se pusieron a hacer un asado para toda la cuadra, todo eso antes de que viniera lo peor, todavía se compartía esa efervescencia. Mi viejo era obrero y vivíamos bien con su sueldo, y si alguna vez hacía horas extras venía a las 7 de la tarde. Hoy hay gente quemada laburando, olvidate de la clase baja, la clase media baja, en los barrios, qué espacio hay para lo colectivo…Nada, llegar y mirar tele y olvidarte de todo. Obviamente hay acciones barriales, pero son laburos que casi no se ven, están encapsulados. Además muchas veces son parches, comedores, aplaudibles, pero no hay una visión para adelante, sino de paliar esto, las redes sociales están más para aguantar que no termine de caer todo.

Bombita aparece en un contexto de debate sobre la década del ‘70 …

Sí, y muchos pueden verlo como una falta de respeto, pero el personaje es tan imposible, que hace que tenga una mirada tierna sobre todo eso, algunos pueden encontrar también una critica o una auto-crítica, pero tiene que ver más con cierta nostalgia. Bombita en todo lo que hace siempre busca aportar al regreso de Perón, desde un disco, un jueguito, un pesebre, y lo hace con alegría. Quizás ahí se nos cuelan visiones nuestras sobre eso, pero no creamos al personaje pensando en hacer una observación del setentismo, es un tipo que canta esas canciones pedorras, alegres, que hablan del socialismo. No pega, y es ahí donde se produce la gracia, porque no es la sátira de un militante de los ‘70, para nada, es un personaje inexistente, pero que podría haber sido, y estamos diciendo todo el tiempo que existió, que sacó una película y que hizo la otra… Tiene pequeños elementos de la realidad, uno cuando hace una cosa, por ahí nace en bruto, y después viene gente y te hace una observación.

Pasa con el arte en general…

Sí, uno lo hace inconscientemente, y al otro le despierta algo, una manera de poder ver determinada época con cierta alegría, cuando es una época signada por la tragedia, lo sabemos, lo único claro de Bombita es que se va del país, pero nunca decimos que lo chuparon. Todo el tiempo laburamos sobre esa parte previa, ningún militante de la época tenía en su cabeza que iba a venir lo que vino después, nadie imaginó esa magnitud. Bombita es como veíamos nosotros la realidad con esa mirada de chicos, sin saber lo que iba a venir después. Entonces muchos toman a Bombita como una introspección, pero para nosotros fue totalmente natural la observación de eso y llevarlo al humor. A muchos les sorprende ese borde extraño, ese borde lo sentimos, porque ante todo no queremos lastimar, es como un humor hecho con pinzas.

Ese paréntesis que hay en la trama que lo sitúa después en Cuba…

Para nosotros es tácito, uno hace humor con lo que siente que puede hacer humor, después ya sería laburar por encargo, ‘ahora viene la parte en la que tenemos que contar cómo Bombita se va del país’. Cientos de personas me mandaban mails sobre lo que vino después, y yo no los leía, porque no me interesa, no quiero ni nombrarlos a esos hijos de puta, entonces hay un paréntesis, un salto de tiempo, y es el tipo que hoy está en Cuba, fuma y no habla. Cuando te quitan esa posibilidad de tener un proyecto colectivo y te largan solo como un pajarito, ¿desde dónde me reconstruyo primero a mí?, a tipos como nosotros nos cambian dos o tres cosas, y entramos en angustia (hace el gesto del “emo”) Imaginate estos pibes, te estoy hablando de los que sobrevivieron, los pararon, los cagan a trompadas, los torturan, les matan a los amigos y después los sueltan y tienen que seguir, es como muy fuerte, debe haber 5 mil fantasmas en la cabeza de los militantes, por eso Bombita quizás es como una postalcita de la época, que no incluye sólo a los militantes, sino a cosas de la época, hasta costumbristas.

¿Y cómo nace el humor desde la figura de Perón?

Pasa porque los dos somos de extracción peronista, culturalmente peronistas, pero el peronismo como hecho cultural, innegable, y tiene que ver con muchas bromas que hacemos. Perón es un personaje con tantas facetas y tanta fuerza en su iconografía que es muy referencial. Cuando murió yo tenia 10 años, y era como ver a un astro, omnipresente, esto hace que uno lo pueda compartir, sean peronistas o no. Para mí siempre fue como una cuestión cultural, como el rock, y todo ese folclore me pareció muy rico, y algunos lo pueden compartir en distintos niveles, los que militaron pueden entender más cosas y otros pueden no cazar de dónde viene tal otra. El peronismo ha dado formas de cultura, hay tantas lecturas, el peronismo laborista, el peronismo movimientista. El otro día leía en el blog de Artemio López que Pablo Unamuno se sumaba a la Coalición Cívica, y contaba lo que rescataba del peronismo y lo que no, y más allá de su decisión, es tan vasto que vos podés rescatar un 30, un 15, un 10, un 18 por ciento, y en esa vastedad está también su riqueza cultural, y sus miles de interpretaciones y usos.

Y mal usos…

Es como Dios, en el nombre del peronismo se ha hecho de todo, había un chiste que al final no pusimos donde los yankis observaban una pelea en el espacio entre los burócratas y la Tendencia, y se preguntaban quiénes eran los enemigos. ‘No sabemos, los dos gritan viva Perón’. Era un poco eso, imaginate semejante instrumento cultural, o teórico, y los miles de usos. Una maquinaria multifunción que puede ir para distintos lugares, y es genial, miles de variables tales, que el resto es de una pobreza conceptual enorme. Y aquellos que quieren construir poder lo necesitan, mañana si Macri quiere acceder a más poder tiene que buscar un poco de peronismo, porque no va a poder construir nada. Después tenés a tipos que se suben como De Narváez, yo lo escucho hablar y me causa mucha risa. Nosotros hacemos humor con el peronismo porque es un pedazo de cultura nacional gigantesco, estamos llenos de peronismo por todos lados, de obras de esa época, desde un corredor de clubes deportivos que eran de sindicatos, como toda la avenida Libertador, YPF, Obras Sanitarias, el Club Municipal…El peronismo es fundacional en muchos sentidos, por lo menos de los últimos 50 años, por eso es hacer humor sobre algo que es evidente, como hacer humor sobre el fútbol, sobre música, sobre mujeres, no es un hecho chiquito que está, es un hecho grandísimo.

El programa es por momentos nostálgico, tiene un aire bastante melancólico…

Hay como una barrida en el programa del hoy para atrás. Apelamos al tema de lo cronológico, como una manera de contar, porque hay cosas que sólo las podemos contar en el contexto de fines de los ’70. Es un humor ubicado en distintas épocas, porque son distintas cosas que tenemos en la mochila que llevamos, por ahí una mirada melancólica en lo que hace a la juventud, a la inocencia, a valores más colectivos, a momentos menos individualistas, menos materialistas, que es la mirada sobre uno mismo, pero tiene que ver con revisar épocas. Y con el tema de los videos, había un afiche del Bafici (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) que decía ‘ya viste a Fellini, ahora mirá lo nuevo’. Yo no sé si ya lo viste a Fellini como para decir ‘ya lo viste’, no es el programa de Tinelli que te lo repiten todo el día, anteponer a Fellini con lo nuevo… veamos qué es lo nuevo, porque por ahí lo nuevo no está bueno, como este rock montado todo el tiempo sobre lo nuevo, quizás esa mirada suene nostalgiosa, pero no es la idea. Cuando elegimos los videos no es porque decimos que lo que antes se escuchaba era mejor, sino porque estás todo el tiempo viendo la novedad, los canales te pasan la novedad, yo no quiero tener nostalgia, me gusta o no me gusta, vivimos la necesidad de la novedad como factor preponderante del avance.

Hacen un programa que es lo menos ‘minuto a minuto’ de la televisión…

Cuando uno hace algo que no necesariamente tiene que ser totalmente masivo, se da el gusto de decir: ‘vamos a hacer humor con esto’, no es que nos cagamos en la gente, ‘lo que tenemos para compartir es esto, ¿a ver cuántos hay?’ Es como si vos dijeras: yo hago la Revista 2010, y si ponemos un ojete en la tapa en vez de ‘Perón volvió’, y… vas a vender más, lo firmamos acá los dos, lo sabés… Ahora, vos decidís hacer esto. ¿Cuánta gente va a compartir esto? Seguramente mucha menos, quizás haya alguien que busque una síntesis superadora, que diga vamos a hacer una revista política pero con ojetes en la tapa, entonces los tipos compran la revista por los ojetes en la tapa y después leen otra cosa. No deja de ser un camino, pero hay también una elección, no sólo en base a una decisión, sino a lo que uno sabe hacer. Si yo te digo a vos: vamos a hacer una revista que venda 100 mil ejemplares con minas en pelotas, vos me vas a decir ‘Pedro, no sé si me va a salir, porque yo lo que sé hacer es esto’, y un poco lo que nosotros sabemos hacer es eso.

Fuente: revista 2010

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