martes, 15 de septiembre de 2009

Entre susurros y megáfonos

EMPIEZA EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESIA DE ROSARIO

En distintos espacios de la ciudad, desde el Centro Cultural Bernardino Rivadavia hasta la Unidad de Detención No3, habrá charlas, debates y talleres. Participarán 60 poetas invitados, y el cierre, el sábado, consistirá en una maratónica sesión de lectura al aire libre.

Por Silvina Friera

“La poesía prefiere el susurro, pero a veces necesita del megáfono”, dice el poeta guatemalteco Alan Mills, uno de los invitados al Festival Internacional de Poesía de Rosario, que comienza mañana en distintos espacios de la ciudad, el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, el Centro Cultural Parque España, museos, centros municipales y la Unidad de Detención Nº 3. En este último sitio, los 60 poetas invitados, Diana Bellessi (ver aparte), Elvio Gandolfo, Juana Bignozzi, Daniel Durand, Darío Canton, Ariel Williams, el cubano José Kozer, el uruguayo Roberto Appratto, la peruana Tilsa Otta y la española Chus Pato, entre otros, participarán del “Taller de Soledades”, dirigido por la poeta y activista cultural Susana Valenti, que ha conseguido ganar una de las mejores pulseadas que se juegan en la arena cultural: promover la presencia de la palabra en el lugar más desolado del mundo. A golpe de versos y voces que se cruzan y entreveran en la atmósfera rosarina desde 1993, de susurros y megáfonos, de lecturas, diálogos, charlas, debates y talleres, Rosario se ha convertido en una de las grandes capitales latinoamericanas de la poesía mundial junto a Medellín, cuyo emblemático festival empezó en 1991. En esta edición, la número XVII, el homenajeado será el poeta santafesino Francisco “Paco” Urondo con paneles de discusión sobre su obra, una muestra fotográfica con archivos de la familia y la proyección del documental La palabra justa (ver aparte). Esta extraordinaria y multifacética movida poética se potencia en esta ocasión con la música de Palo Pandolfo y Rosario Bléfari, que ofrecerán recitales gratuitos, y un ciclo de cine documental en el que se proyectarán tres largometrajes del poeta y cineasta colombiano Víctor Manuel Gaviria, quien también será entrevistado públicamente. Para el cierre, el próximo sábado, en una maratónica sesión de lectura ininterrumpida al aire libre, todos los poetas les regalarán a los habitantes de la ciudad un último poema.

Espacio de encuentro e intercambio, el festival fue la primera ocasión en Argentina “de escuchar a poetas que podían estar muy próximas, pero que habían pasado casi inadvertidas, como Marosa di Giorgio o Circe Maia, o que siguen siendo inadvertidos, como el salteño Jacobo Regen, o a escritores que tenían una obra poética y no habían sido casi interpelados en ese sentido, como Juan José Saer”, recuerda el escritor Osvaldo Aguirre, a cargo de la curaduría y la programación del festival junto con Daniel García Helder y Pablo Makovsky. “Pensamos en una programación dirigida a un público amplio: no simplemente a los poetas ni a los lectores de poesía, sino a un público que puede llegar a la poesía de modo indirecto, a través del cine, la fotografía, el periodismo, la música, incluso a un público que no lee poesía pero al que tal vez podamos interesar de alguna manera. La poesía no circula ni se produce en una isla, y la misma práctica de los escritores exige tenerlo en cuenta a la hora de programar. Si invitamos a Víctor Gaviria, tenemos que hacer una muestra de su obra cinematográfica, que apenas se ha visto en Argentina y es de una gran riqueza y complejidad.” Los rosarinos podrán disfrutar de los films Rodrigo D. No futuro (1990), La vendedora de rosas (1998) y Sumas y restas (2005).

“Nos gustaría que el festival fuera un lugar de contacto, de diálogo, y por eso tratamos de tener en cuenta la diversidad estética y generacional. Nos interesa remover los consensos establecidos, que son consensos un poco forzados por la inercia, por las antologías un poco descuidadas que a veces se hacen, y apostar a los jóvenes poetas y también a los grandes poetas que, tal vez inexplicablemente, permanecen en un sitio marginal respecto de los reconocimientos académicos y periodísticos, como Darío Canton”, subraya Aguirre. Elvio Gandolfo califica al Festival de “hecho extraordinario, sobre todo por su persistencia, pero también por su capacidad de cambio a través del tiempo”. De su participación el año pasado recuerda el impacto que le provocó escuchar a James Fenton recitando en inglés una serie de poemas que comparaban el tsunami con una ruptura amorosa. “Su lectura era rítmica, lírica, hamacando su corpachón enorme, y la muy buena traducción simultánea al castellano de Mirta Rosenberg le daba al conjunto un tono trágico que el ejercicio del ritmo original disolvía en la magia de la lengua”, rememora Gandolfo.

Daniel Durand participará por primera vez en el festival. “Será una excelente oportunidad para conocer nuevos poetas y para mostrar toda mi actividad editorial, tallerística, y también mi poesía”, admite el autor El cielo de Boedo. En el taller “Escuela de Poesía y Edición”, Durand trabajará con autores atípicos como Ricardo Carreira, con la imagen en la poesía de Elizabeth Bishop y con autores contemporáneos como José Villa. “La poesía del ‘90 en el ‘90 era un movimiento emergente que se oponía a la lírica y a las restricciones del canon; hoy esa poesía es hegemónica, está agotada y hay que revitalizarla”, propone el poeta que fundó la editorial Deldiego, la revista 18 Whiskys y actualmente codirige la Colección Chapita. Durand también analizará algunas ideas sobre la autoedición y el mundo editorial alternativo. “El fenómeno FLIA (La Feria del Libro Independiente) es algo emocionante, es la utopía hecha realidad, y funciona sobre las bases de la autoedición. La industria de las grandes editoriales muestra un iceberg en su estado natural de flotación, haciendo visible siempre la punta, es decir, sólo un puñado de autores por década. Con el fenómeno de la autoedición, este iceberg se eleva y logra mostrar todo su volumen.”

Ante la deserción de las grandes editoriales que poco o nada apuestan por la poesía en sus catálogos, ¿el poeta está condenado a editarse a sí mismo?, pregunta Página/12. “El término condenado te lo voy a invertir –responde–. La industria editorial grande o ‘pesada’ es la que está condenada a ser cada vez más lenta, obtusa, repetitiva y con menos poder de modificar su rumbo descendente. En cambio la incipiente industria editorial liviana o portátil se ha liberado de este peso, está siempre lista para saltar, mutar y tomar distancia de los caballeros de la muerte que permanentemente la acechan y corrompen: la política, el dinero, el marketing y los medios. ¿Cuál es la condena de autoeditarse si en cada feria presentación o evento vendés todo el material producido, y tenés que ir corriendo feliz a tu casa a reimprimir para seguir vendiendo y difundiendo sin que ningún intermediario se quede con tu trabajo, tu imaginación y tu dinero?”

“La lectura de poemas ante el público es una experiencia muy emocional”, revela Ariel Williams, poeta que reside en Puerto Madryn, autor de Los fronterantes. “La escritura es un trabajo tan solitario, que el hecho de estar ante un público leyendo poemas es muy fuerte, y creo que esto es así para muchos poetas: de una u otra forma, a todos nos atraviesa, nos conmueve. Cuando uno lee ante un público determinado, no sólo se está ante oyentes concretos, sino que uno mismo es un cuerpo concreto; los textos que uno lee ya no son recibidos en ausencia. No sé si la lectura en voz alta completa el sentido de los poemas, pero creo que es una oportunidad de mostrar cómo suenan para uno, y desde ese punto de vista la lectura agrega un plus de sentido.”

Alan Mills es la primera vez que viene a la Argentina. “Mis expectativas son tan inconmensurables que sería ridículo evidenciarlas. Como lector he viajado desde el Sabato de mi adolescencia hasta el Piglia que hoy me ayuda a organizar ciertas nociones; además de que me han interesado muchos poetas argentinos a lo largo del tiempo, de acuerdo con distintas etapas: Roberto Juarroz, cuando me obsesionó cierto ritmo; Alejandra Pizarnik, en momentos cruciales; Néstor Perlongher, por el cruce de fronteras. Espero alcanzar, in situ, una visión más completa y profunda sobre la poesía que se escribe hoy en las tierras del Martín Fierro.” El autor de Los nombres ocultos, entre otros poemarios, afirma que “la poesía prefiere el susurro, pero a veces necesita del megáfono, que soluciona la tensión creada por la acumulación de silencio”.

“Quizá vivimos una época en que la poesía funciona como un catalizador entre la cultura audiovisual y la cultura literaria, pero también, usando otro binarismo, entre las culturas populares y las culturas letradas –sugiere el poeta guatemalteco–. Los festivales y encuentros propician un escenario para la ritualización de esa realidad poética, acelerando a través de la oralidad y/o la representación el acceso a esas obras que muchas veces encuentran dificultades para circular en forma de libro por este territorio global. Estos espacios han sido importantes para mí, pues me han permitido recorrer varios rincones del mundo, conocer y aprender a un ritmo vertiginoso. Digamos que lo que hago es poner mis susurros momentáneamente en el megáfono, para que luego los lectores puedan volver a la tranquilidad virtual de reencontrarse con mis poemas desde el silencio.” Mills, que mantiene el blog Revólver, ha dicho que presentarse como poeta puede ser contraproducente. “Cortázar decía en aquel libro sobre John Keats, que el poeta es siempre un individuo desagradable. Y creo que muchas veces lo es porque indaga en los rincones más oscurecidos de la lengua, haciéndolos brillar: este brillo en ocasiones acarrea dolor. El poeta es igualmente rechazado cuando muestra la fragilidad de nuestros valores e ideales, o incluso cuando se atreve a develar la fragilidad de la cultura que legitimamos. La poesía es la subversión de lo imaginario en un mundo que simula ser contundentemente real; sería mucho más cómodo usar un idioma pragmático, correcto y beneficioso para la polis. La poesía genera rechazo porque muchas veces entorpece la consolidación de ciertas retóricas, porque limpia y ensucia las palabras de la tribu, mostrándolas vivas, hermosas.”

Al uruguayo Roberto Appratto le interesan las tendencias que acentúan la reflexión sobre el lenguaje en relación con el acto de escritura. “Sin dar nombres, y sin centrarme en lo ‘joven’, lo más significativo es el manejo escritural de registros diferentes de habla, a partir de lo cual la escritura se convierte en un acto concreto. Eso es lo que trato de hacer, con éxito variado, desde hace treinta años. Mi origen como poeta está en el coloquialismo de Parra, pero también en la verbivocovisualidad de los poetas concretos brasileños: especialmente, Décio Pignatari. Lograr la concreción es siempre mi objetivo, por las vías que sean.” La joven limeña Tilsa Otta confiesa que estar en el festival “es un reconocimiento a mis breves e incurables jornadas de experimentación en busca de piezas de belleza e ingenio”. La autora de Mi niña veneno en el jardín de las baladas del recuerdo, que fue presentado en Buenos Aires en 2004, asegura que esta invitación es también un desafío personal “ya que me cuesta terriblemente hablar en público, pero soy consciente de que es algo que debo superar, sobre todo si persiste en mí el deseo de ser en el futuro estrella de rock”.

El cubano José Kozer, que reside en Estados Unidos desde 1960, espera encontrarse con una fuerte variedad de voces, mucha divergencia y pluralidad, “prueba del magnífico estado de salud en que se encuentra la poesía en lengua española”. El autor de La garza sin sombras (publicado en la Argentina por Bajo La Luna) precisa que leer en voz alta es una experiencia doble. “Por un lado, me permite ‘explicar’ desde mi inconsciente al inconsciente del público, mis ‘difíciles’ textos, y por otro lado lo considero una entrega religiosa, un modo de cántico comunitario, una manera de estar en el coro de un lugar sagrado participando desde el curioso anonimato de la presencia, apareciendo para desaparecer, perdiéndome en el poema que leo, perdido de un público presente que acoge o no el poema que leo, y que durante un corto espacio de tiempo me acompaña en la ardua y solitaria tarea de la escritura.”

* Se puede consultar la programación en www.festpoesiarosario.com.ar

Imagen: Alan Mills, gran poeta guatemalteco
Fuente: Página 12

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