Concierto En la misma Salta donde nacieron Los Redondos, el Indio Solari se presentó el sábado ante 30.000 personas.
Por: Gustavo Ruiz
Fuente: Especial para Clarín
Tocar en Salta es para mí algo especial, en esta ciudad debuté hace treinta y picos de años", tiró desde el centro del escenario el Indio Solari, develando un dato no tan conocido. La historia dice que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota nacieron en esta ciudad, en el año 1978, donde realizaron la primera gira cuando el Indio decidió acompañar a Skay y un grupo de músicos independientes que darían vida al grupo.
Por eso la noche del sábado fue especial para el público, que desató las ansias de verlo, y para él, que despertó las ganas del reencuentro en el único recital del año, realizado en la tierra que vio nacer al mito que hoy es el Indio.
El recital se encendió a las 21.45 del sábado con un clásico: Fuegos de octubre, que tuvo en más de 30 mil personas un coro gigantesco que inundaron de voces la noche salteña y que no dejó a la vista ni un centímetro cuadrado de césped del estadio Padre Martearena: un mar de gente. Con poco más de dos horas de show y un repertorio de 26 temas, el Indio hizo temblar a una Salta que se vio convulsionada con este fenómeno que convoca a gente con la sagrada condición de mezclar a todos en una misma caldera, sin diferenciaciones de edades ni clases sociales.
"Llenar un estadio en el interior no es fácil, por eso les agradezco a todos que hayan venido, de verdad", dijo en el inicio del show para arrancar la primera gran ovación de una noche excitante, pero tranquila, y así lo demuestran los apenas 6 detenidos que hubo, dos de ellas mujeres que fueron denunciadas por arrebatar celulares, y los cuatro restantes por desórdenes.
Jijiji elevó la temperatura de la marea que saltaba en el césped del campo de juego, mientras que en las tribunas todo era fervor para acompañar a las 15 canciones de Los Redondos que tocó, entre las cuales estaba Todo un palo, que no la tocaba desde 1998 en cancha de Racing. Dicen que fueron sus músicos quienes se la pidieron. El Indio agradeció también la labor de su médico. "Gracias, Javier", dijo en medio del show, ya que el doctor lo alivió de la angina con la que había arribado a Salta el pasado jueves, para hospedarse en la misma habitación que lo hizo Ricardo Montaner mientras estuvo en esta capital, donde el miércoles brindó un recital.
Los 120 minutos que duró el espectáculo se consumieron rápidamente, mientras los más de 350 micros de todo el país que vinieron a Salta calentaban motores para el regreso. Inexplicable es la palabra que define el sentimiento que tiene la gente con el mito viviente. Recorrer más de 8 mil kilómetros (ida y vuelta) en micro desde Ushuaia hasta Salta, como Marcela Cardozo, una veinteañera que vino a decir presente por dos horas, y "eso me basta para recargar las pilas hasta el año que viene. Estar en el templo que representa un escenario con el Indio, para mí no tiene precio", le dijo a Clarín la mujer mientras buscaba en su mochila una campera que la cubra de la fresca noche de una Salta que irá retomando su tranquilidad, porque la locura, que la invadió por 24 horas, está trepada a cada uno de los micros que llevan de regreso a sus hogares a los ricoteros.
Fuente: Clarín
Fuente: Especial para Clarín
Tocar en Salta es para mí algo especial, en esta ciudad debuté hace treinta y picos de años", tiró desde el centro del escenario el Indio Solari, develando un dato no tan conocido. La historia dice que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota nacieron en esta ciudad, en el año 1978, donde realizaron la primera gira cuando el Indio decidió acompañar a Skay y un grupo de músicos independientes que darían vida al grupo.
Por eso la noche del sábado fue especial para el público, que desató las ansias de verlo, y para él, que despertó las ganas del reencuentro en el único recital del año, realizado en la tierra que vio nacer al mito que hoy es el Indio.
El recital se encendió a las 21.45 del sábado con un clásico: Fuegos de octubre, que tuvo en más de 30 mil personas un coro gigantesco que inundaron de voces la noche salteña y que no dejó a la vista ni un centímetro cuadrado de césped del estadio Padre Martearena: un mar de gente. Con poco más de dos horas de show y un repertorio de 26 temas, el Indio hizo temblar a una Salta que se vio convulsionada con este fenómeno que convoca a gente con la sagrada condición de mezclar a todos en una misma caldera, sin diferenciaciones de edades ni clases sociales.
"Llenar un estadio en el interior no es fácil, por eso les agradezco a todos que hayan venido, de verdad", dijo en el inicio del show para arrancar la primera gran ovación de una noche excitante, pero tranquila, y así lo demuestran los apenas 6 detenidos que hubo, dos de ellas mujeres que fueron denunciadas por arrebatar celulares, y los cuatro restantes por desórdenes.
Jijiji elevó la temperatura de la marea que saltaba en el césped del campo de juego, mientras que en las tribunas todo era fervor para acompañar a las 15 canciones de Los Redondos que tocó, entre las cuales estaba Todo un palo, que no la tocaba desde 1998 en cancha de Racing. Dicen que fueron sus músicos quienes se la pidieron. El Indio agradeció también la labor de su médico. "Gracias, Javier", dijo en medio del show, ya que el doctor lo alivió de la angina con la que había arribado a Salta el pasado jueves, para hospedarse en la misma habitación que lo hizo Ricardo Montaner mientras estuvo en esta capital, donde el miércoles brindó un recital.
Los 120 minutos que duró el espectáculo se consumieron rápidamente, mientras los más de 350 micros de todo el país que vinieron a Salta calentaban motores para el regreso. Inexplicable es la palabra que define el sentimiento que tiene la gente con el mito viviente. Recorrer más de 8 mil kilómetros (ida y vuelta) en micro desde Ushuaia hasta Salta, como Marcela Cardozo, una veinteañera que vino a decir presente por dos horas, y "eso me basta para recargar las pilas hasta el año que viene. Estar en el templo que representa un escenario con el Indio, para mí no tiene precio", le dijo a Clarín la mujer mientras buscaba en su mochila una campera que la cubra de la fresca noche de una Salta que irá retomando su tranquilidad, porque la locura, que la invadió por 24 horas, está trepada a cada uno de los micros que llevan de regreso a sus hogares a los ricoteros.
Fuente: Clarín
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