jueves, 17 de septiembre de 2009

Balance en rojo

Ministro de Trabajo Carlos Tomada
El cine sin fondo

Da trabajo a miles de personas, pero los números no cierran a la hora de producir. Hoy, el cine nacional parece presentar dos opciones antagónicas: recurrir a inversiones extranjeras (perdiendo independencia) y la autogestión (postergando la profesionalización)

Siempre ha significado un gran esfuerzo la realización de largometrajes en el cine nacional. La situación históricamente ha tenido altibajos. Actualmente, a pesar de los numerosos lanzamientos de películas argentinas, el proceso cinematográfico es complicado hasta para las producciones industriales, que necesitan financiamiento extranjero.

Para los directores más consagrados también es dificultoso llevar adelante sus filmes. Juan José Campanella, el creador de las exitosas Luna de Avellaneda y El hijo de la novia, habló con Hoy y fue contundente: “Está mal en cine argentino”. Su nueva película en cartel, El secreto de sus ojos, es una de las más vistas. A pesar de ello, Campanella desconfía de los números. “Esta película se filmó el año pasado. No sé si este año la podemos levantar, aún con este elenco”. Y con “este elenco” se refiere al taquillero Ricardo Darín y Guillermo Francella. “Contaba Olivera una vez que en los ‘70 sólo con las entradas de La Plata y Capital, recuperaban la plata de la película. Es casi imposible financiar una película con plata argentina solamente. Y eso ya te hace perder la independencia”.

Campanella, además, contó cómo tiene que hacer artilugios para que los subsidios lleguen, al igual que los actores que como Darín, pasan por españoles. El realizador reflexiona sobre las producciones de este año que verdaderamente son industriales. A su película se le suma la recién estrenada Las viudas de los jueves de Marcelo Piñeyro y Papá por un día (aunque aclara que Telefe antes hacía más de dos películas como esa en un año). Para él, el cine “industrial” implica aquel que permite pagar los sueldos que establece el sindicato, que los actores puedan vivir del cine.

Para poder saldar los costos y obtener ganancia, según Campanella, las películas tienen que convocar a 1.300.000 espectadores, teniendo en cuenta que al productor del filme le quedan 5 pesos por entrada en películas que suponen al menos 2 millones de dólares. Sin ayuda, se vuelve imposible.

“La gente del Incaa tiene un interés en destrabar esto”, afirma el director argentino. Otras posturas apuestan a la calidad antes que la cantidad, porque entienden que en este contexto es mejor hacer menos cine pero con más subsidios. Pero esta mirada no contempla a todo ese mundo de gente que queda afuera. Cuestión que es muy cierta; el pasado lunes 7 de septiembre, el ministro de Trabajo Carlos Tomada, en el acto de conmemoración del Día del Trabajador de la Industria Cinematográfica, anunció en un informe que la actividad alcanza a 50 mil puestos de trabajo anuales en el país.

“El trabajo fue, es y deberá seguir siendo el principal factor de inclusión social en nuestro país”, subrayó Tomada en el evento que se desarrolló en el Espacio Incaa Km 60 en el barrio porteño de Congreso. Según las palabras del ministro, la situación laboral del cine ha mejorado de manera notable: “Entre 2003 y 2008 los puestos de trabajo aumentaron un 68% en la Argentina”.

Un dato importante lo aportó Liliana Mazure, titular del Incaa, cuando explicó que el organismo que encabeza también suscribió un convenio colectivo para sus empleados. Sin embargo, hay números que no cierran. Según un estudio realizado por el abogado Oscar Marcos Azar de los datos oficiales del Instituto Nacional de Cine y Artes Audioviduales sobre la producción cinematográfica del año 2008 y lo que va de 2009, la asignación presupuestaria que en 2007 era del 50%, se redujo en la actual gestión al 43% en 2008 y al 38.71% en 2009. Y algo más, la producción de películas nacionales de largometraje de ficción se redujo de 78 anuales en 2007 a 36 anuales en 2008 y lo que va de 2009.

Fuente: Hoy

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