Il Trovatore, que integra con La Traviata y Rigoletto la llamada Trilogía verdiana de los tiempos intermedios de la formidable producción del autor, es sin duda la más confusa en su argumento, la más compleja en su interpretación y la que exige un mayor esfuerzo del espectador pera entender y seguir la sucesión de escenas. Compuesta en tiempo muy breve, parece un empaste de dúos, tríos, cuartetos y grandes coros, para intentar convencer que es posible que la gitana Azucena, alguna vez, se equivocó - al ver morir en la hoguera a su madre - y se llevó consigo al hijo del Conde, el presunto matador, en lugar de su propio hijo. Pero si la obra carece de unidad temática, la variedad y calidad de las partes musicales y cantábiles que posee son de tal nivel que, rápidamente, aquel "detalle" pasa a un segundo plano. Extraña obra donde casi todo pasa de noche, donde las "confusiones" abundan aún en el previsible final.
La puesta del Teatro Argentino, similar en un todo a la del 2006, fue mejorada dentro de los actuales cánones minimalistas con un cambiante escenario único, correctamente adaptado a las necesidades de la obra. Musicalmente la férrea batuta de Carlos Vieu permitió que la orquesta tuviese un muy aceptable desempeño. En cuanto al coro, de tan relevante rol en esta ópera, se lució especialmente en sus dos formidables intervenciones: el coro de los gitanos y el de los soldados.
Gustavo López Manzitti fue un protagonista heroico que compuso adecuadamente su personaje en lo vocal. De tal manera la siempre célebre "Di quella pira", o la romanza "O si, ben mío" alcanzaron muy alto nivel. Haydee Dabusti, se lució como Leonora e hizo creíble un rol de por si, bastante difícil. Alejandra Malvino repitió su actuación como Azucena, la gitana centro de la acción y convenció con una actuación segura, alcanzando fuertes aplausos en su profunda "Stride la vampa" ("brilla la llama del fuego"). El papel del Conde de Luna, pasó por algunas dificultades en la primera función ante la indisposición de Luís Gaeta, reemplazado a partir del tercer cuadro por Luciano Garay, de adecuada performance. Sin dificultades, Ricardo Ortale como Ferrando y bien los comprimarios resto del elenco. Un Trovatore más, entre los muchos que adornan la historia del Teatro Argentino.
Una ineludible observación. Sorprendentemente, por tratarse de obra tan ponderada y conocida, fue notorio que las plateas y los palcos mostraron pronunciados claros en las veladas de los días 22 y 23, no así las de los días 24 y 31 (domingos). La Oficina de prensa del teatro consideró que al tratarse de un fin de semana "largo", mucha gente de la ciudad no se encontraba en ella y que en las próximas performances no existirán esos vacíos que tanto afectan una función.
La puesta del Teatro Argentino, similar en un todo a la del 2006, fue mejorada dentro de los actuales cánones minimalistas con un cambiante escenario único, correctamente adaptado a las necesidades de la obra. Musicalmente la férrea batuta de Carlos Vieu permitió que la orquesta tuviese un muy aceptable desempeño. En cuanto al coro, de tan relevante rol en esta ópera, se lució especialmente en sus dos formidables intervenciones: el coro de los gitanos y el de los soldados.
Gustavo López Manzitti fue un protagonista heroico que compuso adecuadamente su personaje en lo vocal. De tal manera la siempre célebre "Di quella pira", o la romanza "O si, ben mío" alcanzaron muy alto nivel. Haydee Dabusti, se lució como Leonora e hizo creíble un rol de por si, bastante difícil. Alejandra Malvino repitió su actuación como Azucena, la gitana centro de la acción y convenció con una actuación segura, alcanzando fuertes aplausos en su profunda "Stride la vampa" ("brilla la llama del fuego"). El papel del Conde de Luna, pasó por algunas dificultades en la primera función ante la indisposición de Luís Gaeta, reemplazado a partir del tercer cuadro por Luciano Garay, de adecuada performance. Sin dificultades, Ricardo Ortale como Ferrando y bien los comprimarios resto del elenco. Un Trovatore más, entre los muchos que adornan la historia del Teatro Argentino.
Una ineludible observación. Sorprendentemente, por tratarse de obra tan ponderada y conocida, fue notorio que las plateas y los palcos mostraron pronunciados claros en las veladas de los días 22 y 23, no así las de los días 24 y 31 (domingos). La Oficina de prensa del teatro consideró que al tratarse de un fin de semana "largo", mucha gente de la ciudad no se encontraba en ella y que en las próximas performances no existirán esos vacíos que tanto afectan una función.
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