Lito Cruz y Rubén Stella son San Martín y Bolívar en la obra de Pacho O'Donnell
Con una historia basada sobre un texto "Guayaquil" de Pacho O`Donnell, los prestigiosos artistas Lito Cruz y Rubén Stella representarán lo sucedido en la intimidad de la célebre entrevista realizada en Guayaquil. Así, y después de haber estrenado en el interior del país, "Guayaquil. El último abrazo americano" subirá a la escena de la Sala Andamio 90 -Paraná 660- de Capital, durante todos los jueves de junio y julio.
"Desde que el público comienza a entrar en la sala, ya estamos en escena y permanecemos allí todo el tiempo. Es para que el espectador pueda armar la imagen Rubén Stella-Bolívar, Lito Cruz-San Martín. Es que cada uno ya tiene una imagen de estos próceres en su cabeza. Por eso me pareció importante el tema de la escenografía y la luz, para que el espectador pudiera darse un tiempo y pudiera reconstruir aquel encuentro, aquella época y esos personajes. De ese modo, cuando se apagan las luces de la sala, aquel diálogo legendario, extraño y misterioso, donde hay muchas hipótesis de los historiadores, puede tener lugar", explicó Lito Cruz sobre el desarrollo en escena.
Durante la obra, el abrazo se vuelve conmovedor: San Martín y Bolívar sacuden sus palmas sobre las espaldas de felpa y, en ese mínimo y vital revuelo del aire, hay un aliento que sube hacia la respiración de la historia y, acaso, se esfuma como la vida de los hombres.
El relato se centra en la entrevista que compartieron los dos próceres el 24 de julio de 1822. Simón Bolívar desde el Norte y José de San Martín desde el Sur fueron venciendo a las fuerzas realistas que, a toda costa, deseaban continuar la dominación Imperial. Quedaba un solo bastión de 25 mil soldados leales a la Corona española en el ya moribundo Virreinato del Perú.
En ese contexto Bolívar y San Martín se encontraron en Guayaquil con un proyecto compartido: terminar con el enemigo pero también construir la Patria Grande, la unión de las flamantes naciones Hispanoamericanas que, sólo así, en estrecha comunión de ideales y de proyectos, tendrían la fortaleza suficiente para oponerse a la voracidad de las potencias de entonces. Pero la anarquía y las conspiraciones, fomentadas por la ciega ambición de no pocos jefes independistas y por la acción de los agentes extranjeros, terminarían haciendo inútil esa lúcida y épica inspiración de las dos mayores figuras de la Historia Americana.
Fuente: El Día
"Desde que el público comienza a entrar en la sala, ya estamos en escena y permanecemos allí todo el tiempo. Es para que el espectador pueda armar la imagen Rubén Stella-Bolívar, Lito Cruz-San Martín. Es que cada uno ya tiene una imagen de estos próceres en su cabeza. Por eso me pareció importante el tema de la escenografía y la luz, para que el espectador pudiera darse un tiempo y pudiera reconstruir aquel encuentro, aquella época y esos personajes. De ese modo, cuando se apagan las luces de la sala, aquel diálogo legendario, extraño y misterioso, donde hay muchas hipótesis de los historiadores, puede tener lugar", explicó Lito Cruz sobre el desarrollo en escena.
Durante la obra, el abrazo se vuelve conmovedor: San Martín y Bolívar sacuden sus palmas sobre las espaldas de felpa y, en ese mínimo y vital revuelo del aire, hay un aliento que sube hacia la respiración de la historia y, acaso, se esfuma como la vida de los hombres.
El relato se centra en la entrevista que compartieron los dos próceres el 24 de julio de 1822. Simón Bolívar desde el Norte y José de San Martín desde el Sur fueron venciendo a las fuerzas realistas que, a toda costa, deseaban continuar la dominación Imperial. Quedaba un solo bastión de 25 mil soldados leales a la Corona española en el ya moribundo Virreinato del Perú.
En ese contexto Bolívar y San Martín se encontraron en Guayaquil con un proyecto compartido: terminar con el enemigo pero también construir la Patria Grande, la unión de las flamantes naciones Hispanoamericanas que, sólo así, en estrecha comunión de ideales y de proyectos, tendrían la fortaleza suficiente para oponerse a la voracidad de las potencias de entonces. Pero la anarquía y las conspiraciones, fomentadas por la ciega ambición de no pocos jefes independistas y por la acción de los agentes extranjeros, terminarían haciendo inútil esa lúcida y épica inspiración de las dos mayores figuras de la Historia Americana.
Fuente: El Día
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