domingo, 8 de noviembre de 2009

Una despedida a lo grande con Nabucco

Se destacó la soprano norteamericana Susan Neves

Nabucco.
De Verdi, con Susan Neves (Abigail), Jorge Lagune (Nabucco), Homero Pérez-Miranda (Zacarías), Enrique Folger (Ismael), Cecilia Díaz (Fenena) y elenco. Régie: Marga Niec (reposición de María Concepción Perre). Coro y Orquesta Estables del Teatro Argentino. Dirección: Alejo Pérez. Teatro Argentino de La Plata. Próximas funciones: Hoy, y los próximos dos domingos, a las 18.30.

Nuestra opinión: Muy bueno

El Teatro Argentino de La Plata cerró su temporada 2009 con una ópera espectacular. Sin embargo, poniendo la lupa sobre cada detalle, podría afirmarse que en esta reposición de Nabucco hubo tareas admirables, momentos muy dignos y cierta reiteración en un tipo de concepción teatral muy efectiva y también poco novedosa.

Esta ópera, de libreto desparejo, sucesos inverosímiles y sin ningún rigor histórico, transcurre en la antigüedad, más exactamente, en Jerusalén y Babilonia de hace 2.500 años. Ante esta situación, se puede apostar por una puesta tradicional o por la aplicación de algún tipo de aggiornamiento, ambas, por supuesto, absolutamente lícitas. En esta ocasión, Marga Niec optó por la fastuosidad y el boato con los que, muchas veces, se concibe a la antigüedad. Todo es magnífico, imponente y absolutamente simétrico. En un ostentoso ambiente flanqueado por dos gigantescas columnas inclinadas, todo fue ampuloso y con marcaciones actorales de héroes irreprochables. Con todo, también hay que destacar que la rimbombancia estuvo fantásticamente plasmada, con multitudes sobre el escenario que entraban y salían con prolijidad y con un orden admirable.

En el aspecto estrictamente musical, habría que comenzar con quien menos se luce pero cuya eficiencia está absolutamente presente a cada instante. Alejo Pérez, desde el foso, condujo de maravillas a la orquesta -de cuyas escasos pero muy perceptibles pifies él no puede ser considerado responsable- y concertó como los dioses a los músicos con el coro y con cada uno de los cantantes cuyas arias pudieron ser cantadas en los tempi exactos y sin que ningún volumen inapropiado los obstaculizara.

Entre los cantantes, llamó la atención la soprano Susan Neves. El papel de Abigail debe ser uno de los más complicados de enfrentar dentro del terreno verdiano, con tremebundas exigencias vocales, desde las más dramáticas hasta las más ligeras. Y Neves sorteó todas las dificultades con un registro potente y parejo, con unos bajos profundos y una soltura y una musicalidad admirables. Más aún, su voz robusta y poderosa, en algunos pasajes, pareció provenir de alguna Isolda o Turandot extraviada que, con todo, no resultaron ajenas. Del mismo modo, Jorge Lagunes sorprendió con una voz intensa y gran capacidad interpretativa para construir el personaje de Nabucco, aún cuando fue mucho más conmovedor creando al Nabucco enfermo y desgraciado que al heroico y conquistador, momentos en los que la altisonancia tomó un lugar preponderante. Pérez-Miranda ofreció, como ya es conocido, su voz poderosa aunque su vibrato demasiado amplio le restó precisión y Cecilia Díaz volvió a demostrar que es una mezzosoprano fantástica con su única intervención importante en el último acto. Mayormente correcto fue el desempeño del resto del elenco.

Por último, los mayores aplausos de la noche se los llevó el coro, de profusa actividad en toda la ópera. El "Va pensiero", ese canto de dolor y esperanza del tercer acto, con los esclavos hebreos agobiados en el piso se llevó, merecidamente, la mayor ovación de la función. Y no sólo ahí. También fueron saludados con estruendos en el final, cuando uno a uno los cantantes se van presentando para recoger esos aplausos por los cuales tanto y tan bien habían trabajado.

Pablo Kohan
Fuente: La Nación

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