lunes, 16 de noviembre de 2009

Rubén Blades: "Vengo a ocupar mi espacio"

Después de cinco años, volvió a la música. Estuvo dedicado a la función pública de la que, dice, salió con deudas que aspira pagar con los conciertos en vivo. Critica a las compañías discográficas: su último disco, "Cantares del subdesarrollo", lo sacó por Internet. El martes 17 de noviembre a las 21 hs actúa en el estadio Luna Park.

Por: Gaspar Zimerman

Hace cinco años, Rubén Blades anunciaba que abría un paréntesis en la música y la actuación para asumir como ministro de Turismo de Panamá. Pocos creyeron que cumpliría, pero así fue: salvo por algunos conciertos vinculados a la promoción turística de su país, nada se supo artísticamente de él hasta julio pasado, cuando concluyó su mandato. Entonces publicó en Internet su nuevo disco, Cantares del subdesarrollo y, un poco a su pesar, emprendió la gira Todos vuelven con su antiguo grupo, los Seis del Solar. "Las giras -dice desde Los Angeles- no me gustan: no hay tiempo para nada. Me da una gran satisfacción el contacto con la gente en los shows, pero son tres horas de placer versus 21 horas de enredos. Pasa que necesito ganar plata, y esta es mi actividad. Generalmente, cuando salen del gobierno los políticos compran: yo estoy vendiendo mi casa y mi carro. Mi gran problema es la liquidez".

¿Cómo fue volver a la música?

Tengo distintas facetas, por eso se concilia que haya estudiado Derecho y haya escrito Pedro Navaja:son dos vocaciones distintas. Eso sí: cuando fui a hacer el trabajo público, nada de canto, cine ni giras. Nada: en mi casa no había ni guitarra. Me dediqué exclusivamente al trabajo. No le dije que no a la música, le dije que sí al país. Pareciera difícil mantener la disciplina en cosas que son excluyentes, pero yo pude.

¿Qué aprendiste como ministro?

Generalmente la gente sale del gobierno decepcionada, amargada. Yo, al contrario, salí convencido de que se pueden lograr cambios a través de la política. Y me alegro, porque si no la alternativa son las armas. Claro que se necesita tener apoyo estatal: la administración pública se tiene que mover como una mano, no como una pila de dedos. Nosotros por momentos llegamos a formar la mano, por eso salí satisfecho. Además, fue una experiencia importante en lo personal, porque hace tiempo que sentía una contradicción obvia, la misma de todos los que cantan canciones sociales. Pablo Pueblo la escribí en el '67 y a los diez años, con los discos Metiendo mano y Siembra, empecé a saber lo que era el éxito económico. Y se creó esa contradicción: había salido de la condición de Pablo y estaba haciendo plata cantando sobre él. Para ser coherente, decidí salir a la calle a cambiar las cosas, con responsabilidad social. En el '90 formé el partido Papa Egoro y en el '94 me postulé para presidente, pero fui muy estúpido: no entendí que para ser político tienes que meterte 24 horas al día en eso. Por eso ahora nadie en Panamá pensaba que me iba a quedar estos cinco años en la función pública. Esto me ha hecho mejor persona: tengo una paciencia que no te puedo explicar. Lo que más me agrada es que me gané el derecho a hablar. Por cinco años dejé de ser egoísta. Y salí del gobierno con deudas que no tenía.

¿Hay posibilidades de que vuelvas a postularte para presidente?

Tengo claro que con la política se pueden cambiar las cosas, pero no sé si existe la voluntad popular de elegirme a mí. Y no voy a postularme sólo por una cuestión de ego, para perder. Pero no descarto nada, veremos cómo está la gente en los próximos tres, cuatro años.

La política, por lo menos en la Argentina, está desprestigiada. ¿No afectó tu imagen artística?

No, al contrario: me respetan más ahora que antes. Eso me enternece mucho. La gente sabe que hay una coherencia entre lo que escribo y lo que hago, ve que terminé la función pública y vuelvo a mi música, y sabe lo que significó para mí profesionalmente hablando: en cinco años, no tener discos ni películas es la muerte. Ahora regreso y vengo a ocupar mi espacio, un espacio que nadie me estuvo guardando.

¿Cómo lo estás recuperando?

Con calidad, seriedad y enfoque. Al principio, la gente y los muchachos de mi banda estaban preocupados. "A este se la habrá ido la voz", pensaban. Porque es un músculo: si no lo usas, lo pierdes. Pero me escucharon y vieron que lo mantuve. Y tengo la energía para hacer un show de dos horas. Ahora la gente le pone más atención a la letra que nunca. Y aprendí algo: se paran enfrente de ti con una vaina en la mano que parece una vela y es el teléfono. Te están filmando el show completo y enseguida está en Youtube. Como tú hagas un show de mierda o te la des de divo, te jodiste. Por lo demás, en el escenario están los mismos de siempre: Serrat, Sabina, Gieco...

No ves una renovación.

Hay artistas nuevos, pero las compañías no los impulsan. Antes había una oportunidad para que lo no comercial pudiera existir. Ahora lo único que permite esa originalidad es Internet, pero el problema es que es tan grande que no sabes a quién buscar. Hay gente buena pero pareciera que no, porque las compañías de discos buscan las formulitas del tipo bien parecido, etcétera.

¿Por eso la decisión de publicar tu disco en Internet?

Te soy franco: a nadie le interesó. No tengo distribuidor porque a nadie le importa un carajo distribuir mi disco. Ellos quieren ser dueños de las cosas, y yo digo que no. Pero sólo los piratas están vendiendo discos; las compañías no.

¿Tu música ya no es vista como un negocio viable?

No, porque tengo 61 años. Pero estos tipos no saben qué pasa en la calle, ignoran que hay un público pendiente de lo que hacemos.

Sabina, que tiene 60, confesó que está sin inspiración. ¿Vos sentís cierta fatiga compositiva, después de tantos años de carrera?

Es cierto: llega un momento en que no tienes más nada para decir, y eso no tiene nada de malo. Pero a mí no me pasa. Al haber estado cinco años fuera, me he renovado. Las canciones que he estado escribiendo en este tiempo están conectadas; toda mi obra está conectada. Mis 200 y pico de canciones están amarradas, y eso me alegra.

En tu página decís que la muerte de Mercedes Sosa te hizo pensar en tu propia mortalidad. ¿Te preocupa?

A esta edad se empiezan a ir los amigos, la gente que admiras, los que fueron tus héroes. Cuando llegas a los 60, no lo puedes creer. Pero ¿cuál es la alternativa a ponerse viejo? Morirse. Y yo no me quiero morir, así que bienvenida la vejez. A los 61 años, tú sabes que tienes más pasado que futuro. Entonces tienes que ordenar tu tiempo, si es que quieres hacer cosas. Y yo todavía tengo mucho por hacer.

Fuente: Clarín

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