miércoles, 11 de noviembre de 2009

"Quiero filmar con Almodóvar"

Fotos: Roberto Castro y Luciana Granovky.

Julieta Cardinali

Llegó de Madrid, estrena película y evalúa proyectos para el año próximo. “No me desespero por trabajar, la paso muy bien en mi vida”, dice. Elogios para Calamaro como padre y pareja: “somos un buen equipo”.

Por Lila Jara

Disfruta tanto del trabajo como del ocio. Julieta Cardinali quiere hacer teatro, pero no aparece la obra que la regrese a las tablas. Selecciona los guiones que le ofrecen a la espera del llamado de directores como Pedro Almodóvar y Lucrecia Martel. La última motivación artística la tuvo al recibir el libro de la ópera prima Tres deseos, el filme que se estrena esta semana. Mientras tanto, la actriz escribe cortos, lee clásicos y pasea a Charo, su hija de tres años, por las plazas de Madrid y Buenos Aires. “Llegué hace unos días. En España tengo amigos con hijos, así que nos juntamos con todos los niños. Vamos y venimos, la pasamos muy bien. La ciudad es muy familiar, las costumbres son muy parecidas a las nuestras. Me siento como en casa”, cuenta la mujer de Andrés Calamaro.

–¿Qué hizo dos meses en Madrid?

–Mi vida allá es muy cotidiana, mucho más que acá porque no trabajo.

–¿Qué cosas hace allá que no puede hacer acá?

–Acá hago de todo.

–¿También lleva a la plaza a Charo?

–Voy a la plaza allá y acá. Nunca sentí que no pudiera hacer una vida cotidiana normal en Buenos Aires. No tiene por qué ser diferente a la vida de los otros.

–Hace poco me dijo que se consideraba una madre obsesiva, ¿mejoró o empeoró su rol como madre?

–De Charo prefiero no hablar nada. Porque la nota la hago para hablar de un estreno de una película y después sale un título sobre mi hija. Si no fuera así, hablaría tranquilamente.

–Entonces, volvamos al filme, ¿cómo lograron la intimidad que se transmite en la película Tres deseos?

–Hay varios factores que influyeron. En primer lugar, fue filmarla en Colonia, lejos de casa. Logramos concentrarnos en la película, vivimos el mundo real del filme, porque no te suena el teléfono, no tenés que irte a comer a lo de tu papá, ni tu hermano pasa a decirte no sé qué cosa. Nos aislamos del mundo exterior.

–¿Se ve reflejada su experiencia como actriz en este filme?

–La seriedad que me tomo para contar el personaje tiene que ver con la experiencia. Con tomártelo en serio y con la afinidad que logro con el resto de equipo.

–¿Acepta hacer óperas prima por-que no la convoca un director como Juan Campanella, por ejemplo?

–Nunca trabajé con Campanella, pero sí con directores de mucha experiencia. Se dio la casualidad de que las últimas dos películas fueron óperas prima, porque la anterior la hice bajo la dirección de Fito (Páez), con Esteban Sapir. Cuando me llegó el guión de Tres deseos, en seguida la quise hacer. Me encantó, después todo cerró cuando conocí a los directores y cuando me enteré del resto del elenco. Mi primera sensación fue querer contar esta historia. Hay directores con mayor experiencia, y que uno desea trabajar porque ya conocés su trabajo.

–¿Con cuál le gustaría trabajar?

–Con (Pedro) Almodóvar (ríe). También con Lucrecia Martel, con los ojos cerrados le diría que “sí”. Fijate que las protagonistas de Lucre son más grandes que yo, está buenísimo eso. Me encantaría trabajar con ella.

–¿A qué propuestas laborales dijo que no?

–Últimamente me tocó decir que no a obras de teatro. Sin embargo, es lo que más tengo ganas de hacer.

–¿No le gustaron las obras que le acercaron?

–No me engancharon las historias. La última vez que hice teatro fue hace dos años, “Eva y Victoria” con Leonor Benedetto. Sin embargo, siempre le digo a mi representante que quiero hacer teatro. Me entusiasmo cuando llegan los libros y después nada…

–¿Hay alguna obra que quiera hacer?

–No tengo claro cuál, sólo quiero leer un guión y que me cierre. Hay que hacerlo todo los días, te tiene que gustar lo que estás contando. Por suerte puedo ser fiel y no hago aquello que no me gusta. Estoy agradecida de poder elegir. No voy a agarrar cualquier cosa para seguir trabajando. No soy workaholic. No tengo que estar veinticuatro horas trabajando.

–¿No tiene ganas de trabajar más?

–¿Quedo como una vaga? (ríe). No me desespero por trabajar, la paso muy bien en mi vida. Tengo cosas que hacer. No es que si no trabajo, no sé qué hacer.

–¿Tiene algún hobby?

–Me gusta escribir y leer.

–¿Qué escribe?

–Empiezo a escribir cortos y no los termino. A veces empieza con forma de cortos, otras como cartas, como Alejandra Pizarnik que elegía cartas. Pero es algo que pertenece a mi intimidad. Jamás lo muestro.

–¿Hizo algún curso de escritura?

–En algún momento voy a hacerlo. Por ahora tiene que ver más con mi intimidad, también saco fotos. Por suerte me interesan un montón de cosas. Nunca me aburro. Además, soy madre, tengo un montón de cosas para no aburrirme. Antes porque no era madre y ahora porque lo soy (ríe). La verdad que me gusta el ocio, tirarme en un sillón y ponerme a mirar tele.

–¿Escribe sobre el amor?

–No, soy poco cursi.

–¿Pero está enamorada?

–Sí, claro.

–De eso sí tenemos que hablar, ¿cuánto hace que está en pareja con Andrés?

–Hace cinco años, mi hija va a cumplir tres.

–Dicen que si la pareja supera el primer año de haberse convertido en padres, pasa la primera crisis de separación, ustedes ya superaron esa prueba…

–Es que durante ese período, la energía se te va toda al bebé, tu concentración, tu cuerpo. Hay hombres que lo pueden aceptar y otros que no.

–¿Andrés supo manejarlo?

–Pudo acompañarme muy bien, pudo aceptar las reglas del juego. Por eso estamos juntos. Si un hombre quiere tener un hijo, va a pasar eso con la madre. A la que no le sucede, hay algo raro. Tu energía va hacia el chico. Y está genial que sea así, porque después crecen. En ese sentido, mi pareja me acompañó muy bien, me sigue acompañando. Pero ese momento fue el más crítico y lo hizo bien, fue muy sabio.

–¿Se meten en sus respectivas carreras artísticas?

–Siempre con amor. Opinamos, compartimos sería la palabra correcta, de todo lo nuestro. Nos comprometemos el uno con el otro, él conmigo y yo con él.

–¿Respeta su opinión?

–A veces coincidimos y a veces no (ríe). No es que todo lo que decimos es palabra santa. Compartimos todo, lo que hacemos, lo que somos.

–Sus allegados aseguran que usted le hizo muy bien al músico, ¿lo cree así?

–Ojalá que sí, estamos muy bien. Tenemos una linda vida. Es fundamental compartir, acompañarse, respetarse. Tiene que ver con eso, con todos los problemas que puede tener una pareja. Está bueno, somos un buen equipo.

Fuente: 7DIAS

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