lunes, 9 de noviembre de 2009

Mujeres en riesgo, con creatividad y desenfado

Programa Puentes 2, integrado por las obras Ballet para un regimiento, con coreografía de Luciana Acuña, y Puente La vaca, con coreografía de Silvina Grinberg. En el Centro Cultural Rojas (Corrientes 2038). Funciones: los martes, a las 21. Duración: 60 minutos.

Nuestra opinión: Bueno

Dentro del Ciclo de Danza del Centro Cultural Ricardo Rojas dos propuestas, enmarcadas con el título Puentes 2 , posibilitan que los alumnos que se forman en el lugar participen de un proceso creativo, guiado por dos destacadas coreógrafas. El programa que acaba de estrenarse incluye las obras Ballet para un regimiento y Puente La vaca, coreografías de Luciana Acuña y Silvina Grinberg, respectivamente.

En ambos casos, el mundo de un grupo de mujeres (14 en el primer proyecto y 16 en el segundo) aparece relacionándose con mundos que sólo parecerían destinados a los hombres.

En Ballet para un regimiento, las intérpretes deben sortear la difícil situación de bailar marchas militares. Y, si en un comienzo esto parece planteado como un juego de improvisación en el que los cuerpos se dejarán atravesar, simplemente, por la música, al poco tiempo, ellas intervendrán esas músicas con pasos del ballet y el juego se tornará más que desestabilizador. Una buena dosis de humor posibilitará reconocer una feminidad dispuesta a todo para sortear el desafío.

En Puente La vaca, ellas se establecerán en un ámbito de campo. El escenario se habrá cubierto de pasto, elemento que promoverá ciertas dificultades a la hora de los desplazamientos. Entonces, serán los propios cuerpos de las bailarinas los que asomarán en primer plano y generarán formas de encuentro en las que una sumatoria de actitudes -casi siempre ligadas con las pasiones- permitirán comprender la manera que ellas tienen de habitar ese lugar. Quedará claro que cierta hostilidad y espesura del paisaje habrá desatado las más intensas conductas del grupo.

Acuña y Grinberg desarrollan con mucha seguridad esas ideas primeras que, aunque parecen pequeñas, encuentran sobre el acotado espacio de la sala Batato Barea la posibilidad de concentrar energía y unos niveles de exposición para las intérpretes que revelan mucha riqueza, sobre todo teatralmente. Ambas coreógrafas saben resaltar las cualidades personales de esas bailarinas, muy dispuestas a entregarse a esos procesos y potenciarlos con creatividad y con cierto desenfado.

Carlos Pacheco

Fuente: La Nación

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