viernes, 13 de noviembre de 2009

Marta Carrasco hace protesta con Mozart

Escena de la obra Dies Irae

Llega Dies Irae al Teatro de La Abadía

La coreógrafa Marta Carrasco presenta del 19 al 21, en el Festival de Otoño, su obra Dies Irae; en el Réquiem de Mozart. La artista se ha servido de una de las más grandes piezas de música sacra y de textos de la escolástica para criticar la visión antifeminista, que según dice, mantiene la Iglesia.

La fuerza de Mozart le sirve a Marta Carrasco para ajustar cuentas con la Iglesia Católica. La potencia y belleza del Dies Irae, una parte de su Réquiem que el genio austriaco compuso pensando que creaba la música de su propio funeral, es la base sobre la que descansa el último trabajo de la coreógrafa catalana, a la que no le importa que su obra Día de ira pueda ser polémica.“No es un trabajo provocador, no es blasfema, irreverente o antirreligiosa”, advierte la coreógrafa. “Sí es una obra contra la Iglesia Católica”, afirma rotunda Carrasco, por el trato que ha dado y da a la mujer.

“Nos han marginado, postergado y maltratado desde el principio. Lo siguen haciendo, tratándonos como si fuéramos imbéciles”. Por eso Carrasco ha tomado como diana a la Iglesia, ya que considera que “el teatro tiene que servir para algo más que alimentar las vanidades de los que lo hacen”.

Y nada mejor para ello que partir de la mejor música sacra de Mozart, y de textos de algunos de los príncipes de la Iglesia para mostrar esa realidad que denuncia la bailarina. “Santo Tomás de Aquino y San Agustín dicen verdaderas barbaridades de las mujeres. Pero lo malo no es eso, lo malo es que esa idea de que somos seres inferiores sigue estando presente en la Iglesia todavía hoy”. Esa idea es el hilo conductor de un montaje donde la estética remite al cine en blanco y negro, a un mundo grotesco de difuntos que puede confundir a los espectadores sobre la visión de la vida de la propia artista: “Me molesta que la gente piense que lo que he hecho es sacar mis demonios o algo así”, explica Carrasco. “No, no tengo un mundo oscuro dentro, una vida muy profunda ni nada parecido. Al contrario, vivo frente al mar, tengo una perra y trabajo en lo que me gusta por lo que no tengo de qué quejarme”, puntualiza. “Ocurre que como es una mujer la que hace esto todo el mundo piensa que se debe a su torturado mundo interior, porque si fuera un hombre el que lo hace a nadie se le ocurriría preguntarle sobre ese asunto”.

La idea de trabajar con el Dies Irae le rondaba a Carrasco desde que hace años se le metió en la cabeza la composición de Mozart. “Es una música feroz que me engulle, que no me da respiro”. Como no se lo da a los intérpretes del montaje ni llevaba camino de dárselo a los espectadores, por lo que decidió introducir algunos cambios que permitieran respirar a todos. “He introducido pausas. Por ejemplo, no hacemos el Réquiem seguido, sino que lo troceamos e intercalamos otras músicas de Mozart, de Haendel, Bruckner o el canto de la gran Cecilia Bartoli, aunque sin cargarnos la estructura original”. A ello añade algunos textos como es habitual en sus trabajos, aunque con Dies Irae Carrasco empieza un nuevo ciclo tras enterrar el anterior con J'arrive.

Considerada como una de las representante más destacadas de nuestro país de la corriente del teatro-danza, Carrasco inició su andadura en solitario al dejar la compañía de danza de Ramón Oller. Tras un exitoso bautizo como coreógrafa y bailarina con el solo Aiguardent, ha ideado otros seis espectáculos. El de ahora, sin embargo, supone para ella entrar en una fase de “más riesgo”. No sólo por la dificultad de llevar a un escenario la ira de Mozart ni por la polémica que pueda generar el montaje. Carrasco añade a esas dos circunstancias los problemas de levantar una producción con 13 intérpretes que, asegura, la ha dejado “tiritando”económicamente.

Madrileños y barceloneses.
El otro es la propia dificultad de coordinar a unas personas procedentes de Madrid y Barcelona como ocurre en el montaje. “Quería desde hace tiempo juntar a integrantes de mi compañía con gente que yo conocí en los talleres que había hecho en Cuarta Pared”. Y que, además, procedían en algunos casos del teatro o del canto más que del campo de la danza. La mezcla le ha gustado, aunque señala que una de las mayores dificultades de los ensayos ha sido la de “conseguir que los madrileños se callaran”.

Ahora lo presenta en Madrid en el Teatro de La Abadía, un templo desafecto. “Espero que pase como en Girona, donde a la mayoría de los espectadores les gustó mucho y a otros no, pero sin que ocurriese nada”.

Rafael ESTEBAN

Fuente: El Cultural

No hay comentarios: