lunes, 16 de noviembre de 2009

Imelda May revoluciona el Womad de Las Palmas con su rock & roll de los años 50

PABLO MARTÍNEZ PITA | LAS PALMAS

Parecía un día de transición, pero en esto llegó una irlandesa y lo revolucionó todo. Porque todo apuntaba a que el día anterior fue un día demasiado intenso como para repetir los momentos vividos con Tinariwen o Laura Vane. Sin embargo, desde uno de los escenario secundarios, Imelda May ofreció un derroche de energía que perdurará por mucho tiempo en la memoria cuantos allí estaban.

Podía resultar chocante que el rock & roll de inspiración “años cincuenta” ocupara un lugar en un cartel dedicado eminentemente a las músicas étnicas. No tanto, sin embargo, como otras propuestas que por aquí han desfilado y que podrían tener mejor acomodo en cualquiera de los muchos festivales dedicados al pop-rock. Acompañada de cuatro fornidos músicos (con tupé los que todavía tenían pelo suficiente para ello), salió la chica al escenario como un huracán, vestida al estilo pin up, y dispuesta a desgañitarse y dejarse la piel.

Sus canciones se introducen descaradamente en el rockabi lly, con versiones incluidas, y felizmente nos muestra lo que debía ser una actuación, por ejemplo, de Wonda Jackson. Sólo había que ver el foso del escenario, normalmente ocupado por fotógrafos y periodistas concentrados en su trabajo. Ayer no. Ayer era una fiesta donde hubo baile desatado, y nadie podía dejar de mover, como mínimo, cintura, cadera y hombros.

Utilizó hasta un pequeño truco para encender aun más los ánimos: antes de acabar su tiempo se marchó del escenario para salir de nuevo espoleada por los gritos desesperados del respetable. Fue en ese momento cuando hizo su versión “torpedo” de “Tainted love”, la canción que popularizó Soft Cell en los 80, pero que tiene un origen soul –es de 1964- más cercano a Imelda.

Con un único disco en el mercado, “Love tatoo”, se está convirtiendo con rapidez en una estrella por méritos sobrados. La mejor forma de describirla fue como hizo alguien del público: “Vaya cacho hembra”.

Antes, por el Womad pasó una peculiar propuesta, la que protagonizaron la cantante india Najma Akhtar y el guitarrista y Gary Lucas. El segundo tiene ya su rincón asegurado en la historia del pop-rock por haber compuesto, junto a Jeff Buckley,, la canción “Grace”. Sin embargo, en esta ocasión su buen hacer de bluesista no acababa de cuajar junto a la exótica voz de su compañera. Resultaba extraño y quizás merezca una escucha más relajada. Sí que logró conectar con el público el cantante español Zenet, que con mucha chulería puso en escena su álbum “Los mares de China”. Canciones de arrabal que él interpreta con gracia y sobrado de egocentrismo, lo que provoca innumerables piropos por parte del encendido sector femenino.
Le siguió un artista brasileño, Márcio Local, que, curiosamente, compartía varios de los gestos de Zenet. Fue el encargado de ofrecer la ración de samba modernizada, género en el que demostró un gran dominio y buena capacidad de llevar el ambiente festivo a los espectadores, pero que a estas alturas ya no sorprende.

El encargado de cerrar la tercera jornada del Womad Las Palmas fue un histórico del jazz y el groove, el vibrafonista Roy Ayers. Acompañado de grandes músicos, lo suyo fue un menú elaborado con mucho humor y con el objetivo de agradar a toda costa. Mucha simpatía y mucho soul, funky, partes de jazz... y demostraciones exageradas y circenses de virtuosismo que fueron recibidas con vítores y aplausos.

Fuente: ABC

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