viernes, 13 de noviembre de 2009

El humor en la escena

LOS TRABAJOS FUERON CREADOS POR DOCENTES, ALUMNAS Y EX ALUMNAS DEL ROJAS.

El Proyecto Puentes En el Rojas, obras de Luciana Acuña y Silvina Grinberg.

Por: Laura Falcoff

Alejandro Cervera, responsable de la programación de espectáculos de danza del Centro Rojas, y Patricia Dorín, que está a cargo del área pedagógica, confluyeron en el último proyecto del año: el montaje de dos piezas, creadas por coreógrafas y docentes del Rojas, con un grupo de alumnas y ex alumnas elegidas en una audición; el llamado Proyecto Puentes proporcionó a la mayor parte de estas alumnas la valiosa posibilidad de una primera experiencia escénica.

Luciana Acuña y Silvina Grinberg, creadoras de Ballet para un regimiento y Puente La vaca respectivamente, fueron las coreógrafas invitadas. Contando casi con las mismas intérpretes y con un elenco numeroso en los dos casos llegaron a resultados muy diferentes aunque tocados ambos de alguna manera por el humor. Acuña trabajó sobre marchas militares y las vinculó a un conocido pasaje del ballet de El Lago de los cisnes con una perspectiva que ironiza o ridiculiza al ballet académico tal como lo han hecho innumerables artistas, desde Niní Marshall hasta los Ballets Trocadero. Acuña dice que su obra reflexiona sobre los cuerpos disciplinados, domados y dóciles y menciona los cuerpos de baile y los cuerpos castrenses. La analogía es discutible, pero en todo caso Ballet para un regimiento aparece como la expresión de un gran esfuerzo físico por parte de las intérpretes (correr, caer, reproducir secuencias de movimiento agotadoras) de un carácter que resulta sí francamente militar.

Silvina Grinberg decidió el tema de su obra sobre la base de un elenco exclusivamente femenino y concibió así una especie de "fantasía vacuna", tan concreta en su sensualidad como irreal en la manera de presentarla: mujeres en un establo, un fuerte olor a forraje (atados de forraje verdadero se integran a la acción) y una secuencia de escenas humanas, levemente eróticas y con un cómico toque vacuno. Aunque un poco desconcertante, la obra de Grinberg tiene la marca tan personal que caracteriza a esta inquieta coreógrafa.

Fuente: Clarín

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