jueves, 26 de noviembre de 2009

El hombre del principio

Litto Nebbia

Talentoso, virtuoso y prolífico, Litto Nebbia llega mañana a La Plata para repasar toda su carrera. Una cita imperdible con el verdadero padre del rock.

Litto Nebbia llega el viernes, a las 20, a La Plata para actuar en el Salón Auditorio del Pasaje Dardo Rocha (50 e/ 6 y 7, 1º piso), en el marco del ciclo Locales y visitantes.

Polifacético, su desembarco en la ciudad no estará enmarcada en la presentación de un CD, aunque en los últimos meses editó dos y se encuentra preparando uno doble para el año próximo. Así que serán sus canciones las que lo movilicen hasta el Pasaje Dardo Rocha.

Su nombre resulta insoslayable a la hora de narrar el nacimiento del rock nacional, sin embargo como le confesó a Diagonales le causa gracia, que en los afiches cuando toca en el exterior lo referencien como “el pionero del rock, eso puede llevar a que muchos piensen que soy como Bill Halley”.

–¿Por que caminos transita un show de Litto Nebbia?

–En el show toco una cosa muy variada, me río cuando se habla de cantautor. En mi caso es más de un compositor que improvisa y mezcla música de toda su época, voy pasando por todos mis trabajos. El estar con un piano y un teclado me permite ir cambiando la armonía de muchas de ellas y hay mucho lugar para la improvisación, voy tocando lo que se me va ocurriendo. Así puede pasar una canción que escribí a los 16 años con una que compuse la semana pasada.

También busco desempolvar un poco la música y buscar canciones que por ahí no tuvieron tanta difusión y que por ahí se ignoran de los discos. Pero me gusta combinar todo esto e improvisar. Después, lo que hago es tocar, lo mismo que hago desde los 8 años. Salgo y toco.

Acabo de llegar de una gira por Europa y estuve tocando en España, Inglaterra y París. Y es distinto. En cada lugar que toco en esos países por ahí no me conocen tanto, pero van argentinos, uruguayos y de otros países latinoamericanos. Después el hecho de ir todos los años a tocar hace que te conozcan un poco más.

–Este año se cumplieron 40 años de la edición de Litto Nebbia, su primer LP…

–Sí, en esa época se los denominaba long play. Ese trabajo en marzo de este año apareció en Europa en formato vinilo. Así que se reeditó. Lo que pasa es hay mucha música de esa época que se escucha en otros lados. Por ejemplo, en Estados Unidos y en Europa se editaron en vinilo los primeros trabajos discográficos de Los Gatos Salvajes. Es material que le interesa a coleccionistas, a jóvenes que no habían tenido la posibilidad de escucharlo y otros que los tenían pero quizás los han perdido. Se está editando mucho en esas ediciones conjuntas de vinilo y CD, que me gustan mucho.

–El año 2009 lo encontró editando varios discos…

–En abril musicalicé el libro La virtud del día del poeta (rosarino) Hugo Diz, que se editó unos días antes de ir a España. Y cuando estaba desembarcando allá apareció Soñando barcos con letras del poeta salmantino Juan Mari Montes y músicos españoles. Además, después de eso estoy trabajando en un disco doble que va a salir el año próximo y es un trabajo más amplio que permite ciertas grietas instrumentales, con varios matices. Todavía me faltará grabar un veinte por ciento del disco que se va a llamar La canción del mundo. Es un CD que está lleno de arreglos, música y cuestiones que hago de chico. Cuando voy a tocar afuera del país aparecen afiches con leyendas como “pionero del rock”. Y lo mío va más allá de eso. Tengo afinidad con el tango, el folclore, la bossa nova, el jazz. Esa mezcla responde un poco a la inmigración que se dio en el país, con gente que fue llegando con su música. Y yo soy medio así: rosarino con un abuelo andaluz y otro piamontés.

–¿Qué no lo termina de convencer de que lo definan “pionero del rock”?

–Me refiero a que por ejemplo antes de tocar en Londres en un boliche aparecen esos afiches con lo de "pionero del rock", salgo a escena y un tipo que no me conoce por ahí se piensa que soy Bill Halley. En algunos países están muy acotados al género y si se habla de pionero del rock te encasillan a eso.

–¿Qué siente de haber puesto el mojón inicial del rock nacional?

–Y fue un momento muy particular que nos tocó vivir y una reacción ante eso. Fue una apuesta generacional frente a la sociedad, no hacíamos puramente eso. Pero para definirnos en contra de lo que no estábamos de acuerdo decíamos que éramos rockeros.

En mi caso personal yo hago música de películas, toco con tangueros, me parece piola que uno pueda mostrar otras cosas

–¿Cómo recuerda aquellos primeros años?

–Uno siente que tuvo un inicio muy feliz. Hoy hay gente que graba su primer disco y con el tiempo no lo puede ni oír. Yo las cosas que he hecho las hice más allá de buscar un éxito comercial, las realicé con mucha calidez y una calidad impresionante. Son canciones que suenan sinceras, espontáneas.

–¿Y cómo ve la escena actual del rock?

–La veo completamente al revés de lo que pasaba cuando nosotros empezamos. Ahora todo es un negocio. Todo el mundo quiere ser famoso, vender 2 millones de discos y meter miles de personas en los conciertos.

Dedicarse tan fieramente a eso opaca cualquier posibilidad de hacer algo más original, que quizás sea eso lo que resulte más duradero. Por eso muchas veces no entiendo determinadas actitudes que tienen cuando se quejan de la piratería. ¿Querés ser conocido? ¿Querés ser famoso? Quieren ser todo eso en vez de ser músicos.

–¿Ese cambio pasa por los medios de comunicación?

–Pero no solo por ahí. Es el mercado, no pasa sólo por el entertainment. Es un giro que se produjo en todo el mundo por ponerle una fecha hace 10 o 15 años, donde todo esta relacionado y gira en torno a la guita. El que no tiene porque no tiene y quiere tener; y el que tiene quiere más. Cuando todos hablan de eso es muy difícil hacer algo. La esencia debería pasar por otro lado, por que haya una mayor diversidad para que la gente pueda elegir. Después están los jóvenes que son consumistas y no eligen nada.

–Y también está el sello Melopea…

–En este momento estamos cumpliendo 20 años. Tenemos un catálogo de más de 600 discos, lo que es un verdadero milagro para un sello pequeño. Y sigue adelante con lo que voy ganando en la música. Después está igual que en los comienzos, nunca fue un sello pensado para competir, sino pensado artísticamente como un registro documental de formas musicales.

Por suerte en los últimos años el sello comenzó a tener un reconocimiento en el exterior, se reeditan álbumes históricos, ya hay 60 discos de Melopea publicados afuera, lo que nos equilibra un poco económicamente y da una enorme satisfacción.

–¿Cómo se compite desde un sello como Melopea con las grandes discográficas?

–Yo vivo del arte, de la música. Todo lo demás va de acuerdo a la publicidad. Nosotros no tenemos un planteo de enfrentamiento con las grandes discográficas. Hacemos lo que nos gusta y supongo que ellos estarán haciendo lo mismo. Si ellos no están haciendo lo que les gusta es un aburrimiento.

Fuente: Diagonales

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