lunes, 16 de noviembre de 2009

El Barrio Rojo de Amsterdam entra en la National Gallery

El barrio rojo de Amsterdam llega a la National Gallery

Es la primera vez que la pinacoteca acoge una exposición de este tipo

Efe / EL MUNDO.es | Amsterdam. El Barrio rojo de Amsterdam ocupará desde el próximo miércoles 18 de noviembre de 2009 la National Gallery londinense. Allí, una instalación de la pareja de artistas estadounidenses Ed Kienholz (1927-1994) y Nancy Reddin Kienholz (1943)recreará el distrito de la prostitución de la capital holandesa.

La instalación, elaborada entre 1983 y 1988 y titulada 'The Hoerengracht' (en holandés, 'El canal de las putas'), convierte una de las salas de la pinacoteca de la calle de Trafalgar en una reproducción de un par de callejuelas de ese famoso barrio donde las mujeres se exhiben en escaparates a potenciales clientes y simples mirones.

Esta instalación, la primera de este tipo que se exhibe en la National Gallery de Londres, es una de las piezas más importantes realizadas por los Kienholz antes de la muerte de Ed.

No es la primera instalación dedicada por Ed Kienholz al tema de la prostitución. Otra anterior, de 1961-62, titulada 'Roxys', reproducía el interior de un burdel del Estado norteamericano de Nevada que Ed había visitado en los años 40.

Veinte años después, Ed, casado ya con Nancy, viajó a Amsterdam y, como tantos turistas antes y después que ellos, fue a ver el barrio de las putas.

Tras aquella primera visita, los Kienholz regresaron en varias ocasiones, hablaron con algunas de las mujeres dedicadas a ese oficio y recogieron todo tipo de información visual sobre sus lugares de trabajo, que iba a servirles para la nueva instalación, según explicó Colin Wiggins, comisario de esta exposición.

El realismo de la instalación es extraordinario: las figuras de tamaño natural fueron creadas por los Kienholz en su estudio de Berlín a partir de modelos de carne y hueso que se exhiben en los escaparates medio desnudas mientras esperan a que se decida a entrar algún cliente.

En su aspecto se diferencian diametralmente de las grotescas y a veces monstruosas muñecas que poblaban el salón de 'Roxy'.

Sus cabezas tienen, sin embargo, la artificialidad de los maniquíes de tienda y llevan además un marco metálico con un cristal que puede abrirse y cerrarse, lo que parece implicar que aunque están dispuesta a vender su cuerpo, sus pensamientos y sentimientos están en otra parte.

Con todo detalle

Los Kienholz recrearon con todo lujo de detalles los sórdidos interiores de esas minúsculas habitaciones con sus viejos aparatos de radio, el reloj, las perchas para colgar la ropa, los ramilletes de flores artificiales, las pequeñas lámparas y el imprescindible lavabo para después del coito.

No todas las mujeres están esperando en sus pequeñas jaulas sino que algunas están ya ocupadas con algún cliente, como indica la cortina corrida en la planta superior, mientras que otras aguardan fuera, vestidas con ropa de invierno y fumando algún cigarrillo.

A diferencia también de lo que ocurría con 'Roxy', en este caso, el visitante no puede entrar en el espacio privado de las prostitutas, sino que se queda fuera, reducido al papel de 'voyeur'.

Intensas y a menudo impactantes, este tipo de instalaciones desarrolladas por Ed en los 60 y continuadas en colaboración con su mujer Nancy desde 1972 conectan el arte de tiempos pasados con desarrollos más contemporáneos, explican en el museo. Artistas como Mike Kelley, Paul McCarthy, Mike Nelson, los hermanos Chapman, Tracey Emin y Damien Hirst han producido obras influidas directamente por Kienholz.

El comisario Wiggins explicó que la exposición enlaza muy bien con muchas pinturas de género de maestros holandeses que se conservan en la pinacoteca.

Algunas de esas pinturas representan a prostitutas, como ocurre por ejemplo con el cuadro de Dirck van Baburen titulado 'La Celestina', de 1622, que curiosamente aparece reproducido como fondo de la famosa pintura de Vermeer 'Dama al virginal', donde aparece una joven tocando ese instrumento musical.

Fuente: El Mundo

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