martes, 3 de noviembre de 2009

Bailar en una senda más social

La obra Charanda le puso color, formas y emociones al SUM de la cárcel de Ezeiza Foto: LA NACION / Andrea Knight

La Compañía de Danza Contemporánea Cultura Nación actuó en la cárcel de Ezeiza

De los 6 a los 12 años, estudió danza clásica en Olivos. Después, le dio por el folklore y, más tarde, se metió en otros bailes. "Quería ser bailarina, pero me desvié", dice Lorena, presa por robo, cuando termina de darle la mamadera a su nena de siete meses. "Desde que tengo a ella, el tiempo pasa más rápido." Las dos parecen encantadas con el espectáculo que acaban de ver. La Compañía Cultura Nación, joven ensamble de danza contemporánea, está en la cárcel de mujeres de Ezeiza frente a decenas de presas -procesadas y condenadas, con hijos o sin ellos, jóvenes y más maduras, aunque el promedio de edad es de 30 años- para cumplir con el primer paso de una senda de trabajo ligado a lo social que sus integrantes imaginaron desde que empezaron a andar, en febrero de este año.

El salón de usos múltiples del penal es, periódicamente, sede de las actividades del programa Arte en las Cárceles. Así lo refiere el director de esta Unidad 31, Juan Carlos Beltramo ("Beltramo significa «buen camino»", acota él, espontáneamente), cuando invita a recorrer los pasillos que van de la desangelada postal de acceso que supone toda cárcel al SUM. Al paso, con un dejo de orgullo, comenta algunos aspectos de la institución: que las instalaciones están preparadas para una población mayor que la actual; que el delito más común es por drogas, "lo que se conoce como mulas"; que de las 182 internas, 56 son madres con hijos; que estas últimas tienen una planta exclusiva y tan nueva que la Presidenta todavía no la inauguró, pero pronto lo hará. Tal vez por el preámbulo, cuando se llega al salón grande y frío en cuestión -en el contexto de calor abrumador del viernes último estas características podían volverse hasta amables-, no sorprende la presencia de cochecitos de bebe entre los largos bancos de madera que dibujaban la platea para el espectáculo.

Como aperitivo de bienvenida a la actuación del grupo de danza, algunas presas participantes del taller de guitarra que coordina Raúl Malosetti ofrecen un breve recital. Tocan "Vasos vacíos", cantan aquello de "Flaca, no me claves tus puñales en la espalda", y después toman el camino del folklore. El mismo rumbo que, tras el dúo 8 pies , siguen las parejas principales de la compañía Cultura Nación.

Un movimiento, un mundo

Charanda se pone de relieve por impregnar de color el mediodía, con sus músicas tan de acá para palmear. Pero con el transcurso de la coreografía el color pierde protagonismo frente a las formas. Como le sucede a la mayoría, la mujer de la primera fila que pedía "que entren los bombones en escena" no puede ahora contener su risa nerviosa ante un abrazo, una levantada, un encuentro cercano entre los cuerpos. Cada movimiento se resignifica allí, genera nuevas emociones, devuelve otras impresiones. "Espontáneas impresiones", remarcará una bailarina, después.

Desde su banco, Bendita estira el cuello para no perderles pisada y no deja de aplaudir. Cuando no es con las manos, lo hace con los ojos. A ella le "tiraron" 25 años por homicidio y robo calificado. Doce los pasó en su provincia, Río Negro, donde quedaron sus siete hijos, y ya lleva dos en Ezeiza. Cuenta que hizo muchas cosas en la cárcel, que entró analfabeta y que dentro de tres materias termina el secundario. Tal vez, salga abogada.

Constanza Bertolini

Fuente: El Día

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