Foto: LA NACION / Emiliano Lasalvia
Sin fisuras, el Ballet del San Martín estrenó obras de Mercado, Lesgart y Wainrot
Nuestra opinión: excelente
En la rentrée a su escenario ideal, el de la sala Martín Coronado, el Ballet Contemporáneo del San Martín luce un irrefrenable ímpetu renovador. Con pareja calidad en lo grupal, la compañía que dirige Mauricio Wainrot acomete un atractivo programa, con dos estimulantes estrenos y una (relativa) reposición.
Con Rotonda , Edgardo Mercado da su primer aporte al elenco oficial, aunque ya había probado sus virtudes en el V Festival Internacional de Buenos Aires con Tierra de Mandelbrot . Mercado (ex Nucleodanza) lanza a los bailarines al ruedo a full , con una carrera en círculo en el generoso espacio de la Coronado; un ritmo intenso en el ostinato de la banda sonora (notable creación electrónica minimalista de Gabriel Gendín) acompaña a esta briosa concepción in continuum , con esporádicas detenciones y algunos giros y cruces hacia el interior de la cadena humana que circula. Una rigurosa coherencia interna, casi matemática, rige esta admirable composición: movimiento puro, danza despojada, gran exigencia física con buena respuesta del elenco, una fuerza que evoca -acaso por azar- a la energía que, 25 años atrás y en Nueva York, desplegaba Molissa Fenley.
En un clima opuesto transcurre Descubierto -otro estreno-, con la que Gustavo Lesgart pone una nota conceptual en su trayectoria (en la que, por lo demás, no faltan aciertos). Cuatro parejas, informales en sus evoluciones escénicas, prueban distintas calidades de roce. Lesgart desarrolla ideas de proximidad y rechazo de cuerpos, con nítidos recoveries y apoyos afines a la técnica del contact . Un trío masculino con una figura femenina y un dúo bajo un cenital ("contigo puedo imaginar un lugar donde ser fosfato de calcio es suficiente", advierte un texto proyectado) desgranan climas de sutil erotismo. A la sugerente atmósfera contribuyen la escenografía de Mariano Sivak y la luz de José Luis Fiorruccio.
La obra de Mauricio Wainrot imprime un giro más a este desfile de estilos variados. Desde lejos (1992), presentada en la Argentina en 1998 por el Ballet Argentino, ahora se incorpora al repertorio del San Martín: arranca (y se cierra) con doce bailarines que componen un tableau en bloque; esta fugaz inmovilidad deja paso a un derroche de desplazamientos en calidades fluidas y en fugaces constelaciones de dúos, octetos y tríos. La coreografía responde al irresistible andante de la partitura de Wim Mertens, que desemboca en un allegro, el del espléndido dúo de Sol Rourich -cada vez más versátil- con Nicolás Berrueta, y el de Ivana Santaella con Gerardo Marturano. Obra de seductora exaltación vital, Desde lejos cierra exultantemente un programa sin fisuras que pone a prueba el asentamiento de la compañía, así como el crecimiento de algunos de sus juveniles intérpretes.
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