Un clasico para los chicos
Se estrenó la obra teatral El hombrecito del azulejo, adaptación de Mimí Harvey y Fabio Prado González del cuento de Manuel Mujica Láinez, en el teatro Armando Discépolo de la ciudad de La Plata
El hombrecito del azulejo es una adaptación teatral del cuento Misteriosa Buenos Aires de Mujica Láinez, escritor argentino que supo relatar una radiografía de la ciudad de Buenos Aires que le tocó vivir, a través de cuentos, novelas y ensayos. Por medio de su obra logró llevar algunos a la pantalla del cine y la televisión, y el compositor Ginastera realizó una ópera basada en la novela Bomarzo. “Manucho”, como solían llamarlo, obtuvo múltiples premios por su obra
literaria, entre ellos el premio nacional de Literatura, en 1963, y la Legión de Honor del
gobierno de Francia en 1982. Sus libros fueron traducidos a más de quince idiomas.
A través de El hombrecito del azulejo el autor nos pinta a la perfección a la Buenos Aires de 1875, una sociedad a los pies de la luz que emanaba la Europa moderna. La ciencia y el progreso eran los elementos indicados para el nacimiento de una sociedad nueva. Con el paso del tiempo, y a la vista de las transformaciones sociales, el camino a seguir era iluminado por la modernidad. Así daría respuesta a los interrogantes por venir.
La acción transcurre en una vieja casona colonial, donde el pequeño Daniel crece en una soledad que le ha propiciado miles de estrategias para inventar los más diversos entretenimientos. Es así que un día descubre un hombrecito pintado en un azulejo del zaguán, a quien llamará Martinito y con quien mantendrá largas charlas y divertidísimos juegos, un amigo exclusivo al que nadie en la casa ha visto jamás.
Sin saber cómo ni por qué, un buen día el niño contrae una extraña y grave enfermedad que ni los notables doctores Pirovano y Wilde saben cómo curar. Cuando la ciencia anochece y las horas de oro comienzan a correr, la Muerte también espera en el patio de ladrillos la hora señalada. Pero cuando todos parecían resignarse, hay alguien tan diminuto como valiente que decide no darse por vencido, entonces salta de su escondite para detener a la espantosa señora, con el propósito de quebrar el destino injusto de su amiguito.
La historia que reflejan los actores arriba del escenario traslada al público hacia un mundo de fantasía propio de la etapa infantil, con elementos visuales básicos, como pelotas de
colores, vestimentas brillantes y el juego de los planos a través de las luces y la escenografía. Ese mundo infantil está claramente separado de lo lúgubre y real que representa el mundo exterior, construido en el personaje de la Muerte, oscuro y desentonado, una víctima en bandeja para el alegre y travieso Martinito, que con desopilantes conversaciones logra disuadir a Madame La Mort de su objetivo.
Esta obra de teatro es una propuesta que atrae al público infantil ofreciéndole un material que apela al ejercicio de su intelecto y sensibilidad. A su vez, involucra a los adultos sacándolos de la realidad y sumergiéndolos en el mundo de fantasía que hace algún tiempo transitaron. Si bien el relato está presentado con una lógica propia de un niño, sin matices y con personajes bien definidos, los adultos deberán acompañar y responder las preguntas que los más pequeños tendrán cuando se enfrenten con el mundo exterior, donde existen los puntos medios y no todo es tan definido y claro.
Verónica Córdoba
Fuente: Diario Hoy
Se estrenó la obra teatral El hombrecito del azulejo, adaptación de Mimí Harvey y Fabio Prado González del cuento de Manuel Mujica Láinez, en el teatro Armando Discépolo de la ciudad de La Plata
El hombrecito del azulejo es una adaptación teatral del cuento Misteriosa Buenos Aires de Mujica Láinez, escritor argentino que supo relatar una radiografía de la ciudad de Buenos Aires que le tocó vivir, a través de cuentos, novelas y ensayos. Por medio de su obra logró llevar algunos a la pantalla del cine y la televisión, y el compositor Ginastera realizó una ópera basada en la novela Bomarzo. “Manucho”, como solían llamarlo, obtuvo múltiples premios por su obra
literaria, entre ellos el premio nacional de Literatura, en 1963, y la Legión de Honor del
gobierno de Francia en 1982. Sus libros fueron traducidos a más de quince idiomas.
A través de El hombrecito del azulejo el autor nos pinta a la perfección a la Buenos Aires de 1875, una sociedad a los pies de la luz que emanaba la Europa moderna. La ciencia y el progreso eran los elementos indicados para el nacimiento de una sociedad nueva. Con el paso del tiempo, y a la vista de las transformaciones sociales, el camino a seguir era iluminado por la modernidad. Así daría respuesta a los interrogantes por venir.
La acción transcurre en una vieja casona colonial, donde el pequeño Daniel crece en una soledad que le ha propiciado miles de estrategias para inventar los más diversos entretenimientos. Es así que un día descubre un hombrecito pintado en un azulejo del zaguán, a quien llamará Martinito y con quien mantendrá largas charlas y divertidísimos juegos, un amigo exclusivo al que nadie en la casa ha visto jamás.
Sin saber cómo ni por qué, un buen día el niño contrae una extraña y grave enfermedad que ni los notables doctores Pirovano y Wilde saben cómo curar. Cuando la ciencia anochece y las horas de oro comienzan a correr, la Muerte también espera en el patio de ladrillos la hora señalada. Pero cuando todos parecían resignarse, hay alguien tan diminuto como valiente que decide no darse por vencido, entonces salta de su escondite para detener a la espantosa señora, con el propósito de quebrar el destino injusto de su amiguito.
La historia que reflejan los actores arriba del escenario traslada al público hacia un mundo de fantasía propio de la etapa infantil, con elementos visuales básicos, como pelotas de
colores, vestimentas brillantes y el juego de los planos a través de las luces y la escenografía. Ese mundo infantil está claramente separado de lo lúgubre y real que representa el mundo exterior, construido en el personaje de la Muerte, oscuro y desentonado, una víctima en bandeja para el alegre y travieso Martinito, que con desopilantes conversaciones logra disuadir a Madame La Mort de su objetivo.
Esta obra de teatro es una propuesta que atrae al público infantil ofreciéndole un material que apela al ejercicio de su intelecto y sensibilidad. A su vez, involucra a los adultos sacándolos de la realidad y sumergiéndolos en el mundo de fantasía que hace algún tiempo transitaron. Si bien el relato está presentado con una lógica propia de un niño, sin matices y con personajes bien definidos, los adultos deberán acompañar y responder las preguntas que los más pequeños tendrán cuando se enfrenten con el mundo exterior, donde existen los puntos medios y no todo es tan definido y claro.
Verónica Córdoba
Fuente: Diario Hoy
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