En los años 60 viajaban semanalmente a La Plata para dar clases y formar actores. Gené, Gandolfo, Fernández, Alezzo, Fessler y Javier
Cuesta creer hoy, cuando "la soledad que implica la lectura es actualmente un hecho transgresor", al decir del español Juan Angel Juristo, y cuando también "la transgresión pasa por ser romántico", según Renata Shusheim, que hubo momentos distintos y no muy lejanos, en donde la persona disponía de su tiempo para formarse y para la tertulia con polémica incluida, en una suerte de comensalísmo que también alimentaba el espíritu y la inteligencia.
Y eso pasaba aquí, en nuestra ciudad de La Plata, cuando los horarios no presionaban de manera tan intensa sobre el hombre, el consumismo no había echado el ancla desde la pantalla chica y se sobrevivía al menos, con un solo empleo.
A esa ciudad inquieta, que se iba calentando bajo el fuego de los años sesenta, arribaron separadamente los grandes maestros del teatro argentino actual, esos que no faltan en las declaraciones de los actores que quieren sacar brillo a sus antecedentes: Carlos Gandolfo, Juan Carlos Gené, Augusto Fernandes, Agustín Alezzo, Francisco Javier a los que se sumó, por un tiempo, un maestro francés que escapó al nazismo y trajo en sus maletas al verdadero Bertold Brecht y a sus teorías sobre lo que debe ser el teatro, Oscar Fessler.
El Teatro de la Universidad y la Escuela Provincial
El primero de ellos en desembarcar en La Plata fue Juan Carlos Gené (foto derecha:wikimedia), en tiempos en los que militaba teatralmente con Roberto Durán en Buenos Aires. Fue a fines de los años 50 y ancló en la flamante Escuela de Teatro de la Universidad que funcionaba en la entonces Escuela de Bellas Artes, en plaza Rocha, para dirigirla. Un Gené distinto al actual, pero siempre lúcido, apasionado y tajante, generó una mística, impuso una disciplina casi de maestro de ballet, y encendió muchos carbones que todavía arden: Piri Lanteri, Rubi Monserrat y Mónaco, premiado todas las temporadas con la Estrella de Mar al mejor espectáculo marplatense, son algunos de sus discípulos de entonces.
Después Gene renunció y se quedó en Buenos Aires. Algunos platenses comenzaron a viajar y todavía hoy lo hacen, cuando ha retomado parcialmente al país desde su domicilio en Caracas en donde dirige el Grupo Actoral 80. Media su vinculación con el entonces Grupo Stivel a fines de los sesenta en Buenos Aires, su participación fundamental en aquel producto televisivo tan importante que fue "Cosa juzgada", el exilio, la formación del grupo caraqueño con el que visitó La Plata hace unos años y un testimonio de vida y compromiso que lo certifican como maestro.
Un tiempo después, con la conducción de Norberto Manzanos, la Escuela de Teatro de la Provincia (en donde habían dado clases nada menos que Milagros de la Vega y Carlos Perelli) sumó a su staff de profesores a Francisco Javier (foto),uno de los directores que introdujo el teatro de vanguardia en el país, tanto por sus puestas en escena como por sus traducciones y a Oscar Fessler, un francés radicado en Buenos Aires, quien dio a conocer en la Argentina la estética brechtiana con fidelidad y creatividad, tanto en su dramaturgia, como en el montaje de sus obras y en el trabajo del actor. Se le recuerdan memorables puestas en el legendario teatro IFT porteño, en donde sobresalió Cipe Lincovsky y un memorable soldado Schweyk de Miguel Ligero. Muchos platenses pasaron por la Escuela de aquel entonces, que supieron prolongar en la tertulia del viejo Cabildo la discusión sobre los "métodos" de trabajo con el actor y que todavía siguen haciendo del teatro su modo de vivir.
El desembarco de "La Máscara"
A fines de los años 50, Buenos Aires ardía con el combustible proporcionado por los teatros independientes. Surgidos de los núcleos culturales socialistas y anarquistas de los años 30, el movimiento independiente, que tiene en el país la suficiente trayectoria e identidad como para que no lo bauticen de manera snob como "off", tuvo sus años de esplendor en ese tiempo con agrupaciones como el Instituto de Arte Moderno que dirigía Marcelo Lavalle dedicado a puestas de vanguardia y de teatro del absurdo (de allí surgieron, entre otros, Emilio Alfaro e Ignacio Quirós); Fray Mocho, con su teatro militante de la mano de Oscar Ferrigno y Norma Aleandro; Nuevo Teatro, con Pedro Asquini, Héctor Alterio y Alejandra Boero y una estética realista, chejoviana y social; los ya mencionados Francisco Javier, por un lado y el dúo Gené-Durán y La Máscara, el reducto del paseo Colón que revolucionó el teatro de su tiempo al asociarse jóvenes dramaturgos.
Formados en el "método", como la jerga denomina a las lecciones del maestro Stanislavsky, por Hedy Crilla, Augusto Fernandes, Agustín Alezzo, Carlos Gandolfo, Flora Steimberg, Federico Luppi, Lito Cruz, Carlos Moreno, el dramaturgo Ricardo Halac, crearon un grupo que ejerció una influencia importantísima en el teatro nacional que se extiende hasta hoy. Luppi, Cruz y Moreno son, teatralmente hablando, platenses y Fernandes, Alezzo y Gandolfo viajaron semanalmente a dar clases a un puñado de actores en los galpones de la facultad de Arquitectura. Fernandes, Alezzo y Gandolfo a estudiantes de cine en la Escuela de Bellas Artes y también a actores que, conociendo que daba clases se "colaban" a escucharlas y gustosamente se prestaban a los ejemplos.
"Al teatro hay que cambiarlo ya porque se ha transformado en un arte para despues de cenar -enarbolaba entonces Gandolfo (foto). Cuando enfrento a mis jóvenes alumnos les enseño a asumirse a sí mismos, a ser auténticos. Les indico que no deben esconderse detras de los personajes, es decir, detrás de una u otra máscara, huyendo de sí mismos. Para ser actor no es importante un rostro agraciado o una buena voz. Lo realmente importante es la personalidad de cada uno. Yo sostengo que, en escena, el actor debe considerar a cada espectador como un interlocutor con quien dialogar y llegar a un punto de contacto. Por eso su entrega debe ser absoluta y total. A la vida hay que traducirla, profundizarla. No transformarla en crónica."
Llegaban a La Plata y se enamoraron de la ciudad y de su gente, al punto de prolongar en tertulias, cafetines y en la casa de alguno de los alumnos, aquellas clases que a los platenses le sonaban casi a cielo. Fernandes y Alezzo en los cafés de la calle 51, en auge bohemio en aquél entonces y Gandolfo en la casa de alumnos escuchando al negro Cabrera cantar "Malena" a capella y empujarlo para que se dedicara a cantar.
Cada uno de ellos fue importante no sólo para el teatro argentino, sino para la ciudad de La Plata. Fueron maestros en el sentido cabal de la palabra. Ejemplificaron (y aún lo hacen), con la vida. Supieron tejer una malla indestructible entre estética y ética. Transcurrió mucho tiempo desde entonces. Hoy el juego es distinto. Se ha instaurado el postmodernismo a caballo del egoísmo, la competencia, el consumismo, la caída de los sueños, la pérdida de los valores que históricamente han hecho al hombre. Pareciera que el alma no cabe. El espíritu sólo encuentra endiduras para expresarse. Sin embargo, como Lennon, muchos todavía repiten "Dirás que soy un soñador, pero no soy el único." Y puñados de jóvenes de nuestra ciudad que sienten el fuego vocacional y que quieren hacer teatro por las mismas razones que el español Luis Landero escribe, "porque estamos insatisfechos con la realidad. Hemos vivido, no hemos alcanzado la plenitud, y entonces tenemos un segunda oportunidad que es la literatura. Es el viejo asunto de vengarse de la realidad", que son las razones de todo artista, recorren el camino inverso y marchan a Buenos Aires a recibir las lecciones de estos maestros o las de sus discípulos.
Fuente: El Día 01/10/93
"SCHIKU (OSCAR FESSLER, BIOGRAFIA DE UN SEMBRADOR)"
Film homenaje al gran maestro de actores realizado por uno de sus discípulos dilectos, y comienzo de una serie dedicada al teatro argentino, reúne a un puñado de quienes lo frecuentaron junto a fotografías y películas testimoniales de su época.
Pueden verse documentales sobre la efervescencia cultural berlinesa antes del nazismo, donde Fessler se formó con Erwin Piscator y Max Reinhardt, así como sobre la Guerra Civil española, en la que el maestro integró las Brigadas Internacionales a favor de la República.
Dirección y guión: Ernesto Torchia - Género: documental - Apariciones de Oscar Fessler, Juan Carlos Gené, Pepe Soriano, Víctor Bruno, Héctor Tealdi, José María Paolantonio, Cristina Aroca, Juana Hidalgo - Origen: Argentina, 2002 - Idioma: castellano - Calificación: ATP - Duración: 88'.(Télam). Fuente: elcomercioonline
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