CRITICA: PEQUEÑO PAPA ILUSTRADO", DE LOS MACOCOS
El nuevo espectáculo del grupo humorístico retrata con gracia y bastante fidelidad las complicadas relaciones entre padres e hijos.
Por: María Ana Rago
Tres disparatados, algo torpes y distraídos disertantes sobre educación se presentan frente a la platea para anunciar el "manual deformación" de un tal Jean Jean Jean. Con dudosa formalidad e idénticos anteojos que remiten a la erudición (también dudosa) de estos pedagogos, después de la apertura de la conferencia grafican diferentes capítulos del manual con representaciones. De eso se trata Pequeño papá ilustrado, el último espectáculo de Los Macocos (Daniel Casablanca, Martín Salazar y Gabriel Wolf), que se estrenó, a sala llena, el fin de semana en el ND/Ateneo.
En las escenas en las que interpretan situaciones de padres con sus hijos, el resultado es óptimo: es imposible -menos aún para los que tienen hijos, que inevitablemente se sienten identificados con lo que se cuenta- reprimir las carcajadas. Los gags son desopilantes, sobre todo por el alto grado de fidelidad que guardan con lo que sucede realmente en la cotidianeidad del vínculo entre padres (en la mayoría de las escenas, vale también para las madres) e hijos.
El paradigmático caso de un padre que intenta (mientras pasa lentamente de la paciencia al desborde) que su hijo pequeño se duerma y pese a los mil artificios le cuesta lograrlo, y el del adolescente rebelde que envuelto en una frazada enfrenta la perorata de un papá al borde un ataque de nervios son de lo más logrado del espectáculo.
Pese a las virtudes de la puesta, cabe decir que la presentación a cargo de los "pedagogos" es demasiado extensa y carece de la dinámica y efectividad que sí logran los actores en los sketches. Otro flanco débil son las demás intervenciones de los "conferencistas". Pequeño papá ilustrado es un show divertido, pero puede decirse que Los Macocos han logrado mejor rendimiento (o mayor teatralidad) en puestas en las que optaron por contar una historia, como Los Albornoz o La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi, sin restarle méri to a Pequeño papá ilustrado.
Pronto cumplirán 25 años de trayectoria como grupo. O como "banda de teatro", la denominación que ellos eligen. En la capacidad para hacer reír, para improvisar en algunas ocasiones -no muchas, sólo cuando surge la oportunidad-, para transitar con profesionalismo los momentos en los que ellos mismos se tientan y en que no necesitan apelar constantemente a groserías ni al chiste fácil para lograr el objetivo, se advierte el casi cuarto de siglo de historia que tienen como grupo de teatro.
Casablanca, Salazar y Wolf con este espectáculo enfrentan el desafío de volver al ruedo como compañía, con un estreno, sin artistas invitados (sólo hay una participación virtual, una "sorpresa" sobre el final), después del fallecimiento del director Javier Rama y sin Marcelo Xicarts ("macoco" que se fue del grupo). Y es justo decir que no defraudan las expectativas del público.
Fuente: Clarín
Tres disparatados, algo torpes y distraídos disertantes sobre educación se presentan frente a la platea para anunciar el "manual deformación" de un tal Jean Jean Jean. Con dudosa formalidad e idénticos anteojos que remiten a la erudición (también dudosa) de estos pedagogos, después de la apertura de la conferencia grafican diferentes capítulos del manual con representaciones. De eso se trata Pequeño papá ilustrado, el último espectáculo de Los Macocos (Daniel Casablanca, Martín Salazar y Gabriel Wolf), que se estrenó, a sala llena, el fin de semana en el ND/Ateneo.
En las escenas en las que interpretan situaciones de padres con sus hijos, el resultado es óptimo: es imposible -menos aún para los que tienen hijos, que inevitablemente se sienten identificados con lo que se cuenta- reprimir las carcajadas. Los gags son desopilantes, sobre todo por el alto grado de fidelidad que guardan con lo que sucede realmente en la cotidianeidad del vínculo entre padres (en la mayoría de las escenas, vale también para las madres) e hijos.
El paradigmático caso de un padre que intenta (mientras pasa lentamente de la paciencia al desborde) que su hijo pequeño se duerma y pese a los mil artificios le cuesta lograrlo, y el del adolescente rebelde que envuelto en una frazada enfrenta la perorata de un papá al borde un ataque de nervios son de lo más logrado del espectáculo.
Pese a las virtudes de la puesta, cabe decir que la presentación a cargo de los "pedagogos" es demasiado extensa y carece de la dinámica y efectividad que sí logran los actores en los sketches. Otro flanco débil son las demás intervenciones de los "conferencistas". Pequeño papá ilustrado es un show divertido, pero puede decirse que Los Macocos han logrado mejor rendimiento (o mayor teatralidad) en puestas en las que optaron por contar una historia, como Los Albornoz o La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi, sin restarle méri to a Pequeño papá ilustrado.
Pronto cumplirán 25 años de trayectoria como grupo. O como "banda de teatro", la denominación que ellos eligen. En la capacidad para hacer reír, para improvisar en algunas ocasiones -no muchas, sólo cuando surge la oportunidad-, para transitar con profesionalismo los momentos en los que ellos mismos se tientan y en que no necesitan apelar constantemente a groserías ni al chiste fácil para lograr el objetivo, se advierte el casi cuarto de siglo de historia que tienen como grupo de teatro.
Casablanca, Salazar y Wolf con este espectáculo enfrentan el desafío de volver al ruedo como compañía, con un estreno, sin artistas invitados (sólo hay una participación virtual, una "sorpresa" sobre el final), después del fallecimiento del director Javier Rama y sin Marcelo Xicarts ("macoco" que se fue del grupo). Y es justo decir que no defraudan las expectativas del público.
Fuente: Clarín
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